Gilberto Ríos Munguía*| El Pulso
Hemos encontrado lo que advertimos desde el momento del golpe de Estado: una pandilla de narcotraficantes aliados con sectores de la oligarquía del país -principalmente la financiera-, organizaron el saqueo y la desnaturalización de las instituciones públicas.
Destruyeron de manera sistemática el papel de Estado, sobre todo en su compromiso con los sectores populares y crearon redes de complicidad por todo el país. Esto tuvo un costo que los organismos financieros internacionales respaldaron, en complicidad con algunos bancos nacionales que incrementaron sus capitales fabulosamente en los últimos doce años.
Mientras Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández jugaban a ser presidentes, los poderes económicos en relación de subordinación con los poderes del gran capital trasnacional, principalmente colombiano, estadounidense e israelí, se confabularon para crear también la industria del Partido Nacional para el saqueo del Estado de Honduras.
Sin que hasta el momento se haya encontrado una sola institución en la que no se cuenten por millones los recursos perdidos, los aumentos injustificados, personal súper numerario, además que se confiesa su actividad al no encontrar planificaciones, informes o resultados, etc.
Según Ricardo Zúniga, enviado del Departamento de Estado norteamericano para el llamado “Triángulo Norte”, en Honduras se llegó a perder más de 3.000 millones de dólares al año por efectos de la corrupción, un doce por ciento del PIB.
La presidenta Xiomara Castro está concentrada en reformar todas las instituciones, rescatarlas, resignificarlas. En la mayoría de las oficinas apenas los presupuestos han ajustado en cincuenta días de gobierno para integrar equipos de dirección y continuar con los traspasos. Las trampas están por todas partes. Las contrataciones de último momento, los acuerdos laborales irregulares y muchos con aumentos antojadizos y “selectivos”; han dejado una administración pública deforme, grotesca, lejana al interés del pueblo.
Mientras tanto, otras fuerzas no menos despreciables son las internas en la oposición, donde algunas manifestaciones intentan desde ya diferenciarse del proyecto de la refundación del país, dando a conocer su naturaleza conservadora.
Algunos hasta han señalado a Libre por la situación actual del Estado de Honduras, otros más cercanos a los sectores explícitamente conservadores que controlan medios de comunicación y que apuestan a detener a la Presidente Xiomara cuando se acerque a las líneas rojas, esas fronteras dónde el bien común riñe con el bien de los intereses de la élite.
El gobierno de Biden se debate entre la III guerra mundial, la pérdida acelerada de la hegemonía imperial y la lejana reelección; Putin se impone militarmente frente a sus narices y frente a Europa que tiene una posición ambigua pero finalmente obediente a los poderes de occidente.
En nuestra región les preocupa el avance comercial y diplomático de China y en Honduras les preocupa más la inestabilidad política y crisis económica, eso provocaría en cualquier momento una nueva oleada migratoria que también contribuiría a desalojar al inquilino de la Casa Blanca, muy probablemente para entregarle el poder a Trump.
Al momento, el gobierno de Biden demuestra apoyo a la transición de Gobierno, han estado presentes en la opinión pública diariamente por las extradiciones del expresidente Juan Orlando Hernández, los miembros de su cártel de la droga y la máxima dirigencia de su partido.
La conciencia nacional espera con ansias la venida de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Honduras (CICIH), que ya ha solicitado a Naciones Unidas el gobierno de Xiomara Castro; a su vez la gran expectativa es lo que ocurrirá con la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio Público, que también ha estado dirigidos por la misma cúpula criminal. ¿A ellos también los extraditarán los norteamericanos?
La crisis heredada en el sector energético en el país y su complemento por el conflicto bélico ruso – occidental, no son prometedores con respecto a una recuperación inmediata de la economía nacional por hablar de un factor a considerar.
Sin embargo, y sin ser demasiado optimista, una vez se retome el control del aparato estatal se verán las sustanciales diferencias entre la visión neoliberal oligárquica y del capital trasnacional, con la visión y compromiso del Socialismo Democrático impulsado por el gobierno de Xiomara Castro.
*El autor es dirigente del Partido Libertad y Refundación.