Cansados, hambrientos y enfermos. Así se encuentran los ancianos que han hecho de la mendicidad en las afueras de la Catedral de Managua un modo de sobrevivencia. Ellos son también víctimas indirectas del fallido golpe de Estado impulsado por algunos obispos y políticos de oposición.
El mensaje de odio y sobre todo el involucramiento de la Iglesia Católica en la sangrienta conspiración que intentó botar al gobierno del presidente Daniel Ortega, provocó una drástica reducción de la asistencia a los templos, incluyendo la catedral.
Ese alejamiento ha hecho que la mayoría de benefactores de los ancianos no asistan a misa, lo que ha afectado a las señoras, señores e incluso niños que sobreviven de la caridad en el principal templo católico del país.
“¿Será que los que nos regalaban dinero y comida eran sandinistas?”, se preguntaba el lunes una anciana que a las 3 de la tarde admitió que no había probado ni un bocado de comida.
Sus ojos brillaron cuando al desértico patio de catedral llegó un hombre en un carro con un recipiente repleto de alimentos. “Viene San Judas Tadeo a regalarles esta comida”, les anunció.
La anciana nos dijo que hasta antes de la crisis de abril pasado, en la catedral les alistaban regularmente una bolsa con granos básicos. “Ya no nos dan nada, alguien me dijo que llevaron todo a los que protestaban”, señaló.
Ha sido común en los templos católicos de Nicaragua la ausencia masiva de feligreses, lo que se ha interpretado como una protesta pasiva ante la cada vez más clara complicidad del alto clero en los planes golpistas, que ocasionaron al menos dos centenares de muertos y millonarias pérdidas a la economía.
“La gente se niega a regresar a las iglesias”, nos contó una habitante de la Colonia 1 de Mayo, quien señaló que en su vecindario el cura José Luis Montoya, que se autodefine como “rockero” por su pelo largo, vestimenta informal y su afición a la música electrónica, no desperdicia misa ni encuentro con los pocos que llegan al templo para “volarle veneno al gobierno”.
Montoya se niega a aceptar que gran parte de su rebaño lo abandonó por considerarlo “golpista” e insiste en tratar de explicar que los católicos están siendo perseguidos por la policía, por lo que se han cambiado de barrio, han vendido sus casas o se han ido del país.
Por eso es que hay tantas bancas vacías, según este rockero posmoderno, cuya incontinencia verbal antisandinista no se controla pese a que tiene un sobrino que pertenece a las filas de la Policía Nacional.
Aunque los que asisten al templo reciben con escepticismo y algunos hasta con sonrisas burlescas las teorías del cura farandulero, Montoya no para de decir lo primero que se le viene a la cabeza, combinando pasajes bíblicos con exageradas invenciones sobre la actuación de las autoridades nicaragüenses.
“No es el único, igual actúan la mayoría de sacerdotes de las iglesias vecinas, parece que el obispo Silvio Báez les pasa un guion con lo que tienen que decir y ellos lo repiten al pie de la letra”, dijo la vecina de la 1 de Mayo, quien confió que ella ahora se “entiende directamente con Dios”, orando en su casa.
“¿Oyó las grabaciones del obispo Báez?, yo no puedo apoyar a religiosos así, al inicio pensé que el cardenal Brenes estaba en contra de la barbarie que cometieron contra el pueblo, pero es evidente que también él está comprometido con los golpistas, ¿no le parece”, nos dice.
El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, admitió en una serie de cortas grabaciones legitimadas por su superior Leopoldo Brenes, que es el jefe de la sangrienta conspiración que costó casi 200 vidas, pérdida de decenas de miles de empleos y daños millonarios a la economía de Nicaragua.
Hasta el momento el nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag no se ha pronunciado sobre las graves revelaciones del religioso Báez e igual silencio ha mantenido el Papa Francisco, lo que ha convertido en más incómodas todavía las relaciones entre el pueblo católico y los que se supone son sus guías espirituales.
En declaraciones brindadas a un diario italiano hace un par de días, el cardenal Brenes admitió que el país, incluyendo a la Iglesia Católica se encuentra dividido, no obstante, insistió en que la única salida viable es que el presidente Daniel Ortega entregue el poder a los golpistas.
Así las cosas, no se vislumbra una pronta reconciliación de la familia católica nicaragüense y los templos al parecer seguirán vacíos.