Israel se desmorona desde adentro

 

Tehran Times

Teherán.- Israel se enfrenta a una presión nacional e internacional sin precedentes a medida que la guerra de Gaza se acerca a su segundo aniversario. El domingo, una protesta masiva expuso profundas fracturas en la sociedad israelí por la gestión de la guerra por parte del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Organizado por grupos que representan a las familias de los cautivos, el «día de paro» exigió un acuerdo urgente para poner fin a la guerra y asegurar la liberación de los israelíes que aún se encuentran retenidos en Gaza. Los manifestantes bloquearon carreteras, encendieron hogueras y se congregaron frente a oficinas políticas, cuarteles militares y carreteras principales. La policía de Tel Aviv utilizó cañones de agua para dispersar a la multitud y arrestó a decenas de manifestantes. Numerosos restaurantes, teatros y tiendas cerraron voluntariamente en solidaridad con la huelga, lo que indica la frustración generalizada de la población.

La manifestación se produce en medio de temores de que las continuas operaciones militares puedan poner en mayor peligro a los aproximadamente 20 cautivos que se cree que siguen vivos en Gaza.

El 7 de octubre de 2023, Hamás llevó a cabo un ataque sorpresa en el sur de Israel. Más de 1100 personas murieron y alrededor de 250 fueron capturadas. A esto le siguió la brutal guerra de Israel contra Gaza. Netanyahu ha prometido repetidamente continuar la guerra hasta que Hamás sea destruido y todos los cautivos liberados, pero estos esfuerzos han fracasado en gran medida.

Muchos cautivos han sido liberados mediante acuerdos de intercambio con Hamás, no mediante acciones militares, mientras que otros murieron en ataques israelíes contra Gaza. Las familias siguen exigiendo una liberación negociada inmediata, advirtiendo que una mayor escalada podría costar vidas.

“La presión militar no devuelve a los rehenes, solo los mata”, declaró el exrehén Arbel Yehoud en una protesta en Tel Aviv, según informó AP. Anat Angrest, madre del cautivo Matan Angrest, declaró: “Hoy, lo detenemos todo para salvar y traer de vuelta a los rehenes y soldados… para recordar el valor supremo de la santidad de la vida”.

El ataque también subrayó las profundas divisiones políticas en Israel. Miembros de extrema derecha del gabinete de Netanyahu se han opuesto a cualquier acuerdo que pudiera dejar a Hamás en el poder, amenazando con derrocar al gobierno si se hacen concesiones. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, calificó el ataque de «perjudicial», acusando a los manifestantes de hacerle el juego a Hamás, mientras que el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, advirtió que la acción «debilitaría a Israel». Estas declaraciones reflejan la creciente tensión entre los sectores más radicales del gobierno y la opinión pública, cada vez más frustrada por el estancamiento y el coste humano.

La estrategia militar de Israel en Gaza ha suscitado críticas generalizadas. Casi 62.000 palestinos han muerto, decenas de miles han sido desplazados y se han interrumpido los servicios esenciales, como el agua, la electricidad y la atención médica. La desnutrición y el hambre se encuentran en sus niveles más altos desde el inicio del conflicto, según el Ministerio de Salud de Gaza. Los hospitales informan de que los niños siguen muriendo por hambre, mientras que la ayuda humanitaria sigue siendo muy inferior a la necesaria debido al bloqueo y las restricciones israelíes.

La crisis humanitaria ha generado la condena internacional. Israel está acusado de genocidio por la Corte Internacional de Justicia, por organizaciones de derechos humanos que operan incluso dentro de Israel y por expertos de la ONU que monitorean el conflicto. El propio Netanyahu es buscado por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en Gaza. Los analistas argumentan que las campañas militares no están logrando derrotar a Hamás y que se llevan a cabo para ocultar los fracasos políticos y mantener el poder de Netanyahu.

El domingo, más de una docena de personas que buscaban ayuda murieron cerca del corredor de Morag en Gaza cuando las fuerzas israelíes dispararon para dispersar a la multitud. Desde finales de mayo, más de 1.900 personas que buscaban ayuda han muerto y más de 14.288 han resultado heridas, según el Ministerio de Salud de Gaza. El ministerio declaró el domingo que, solo en las últimas 24 horas, 11 personas murieron de hambre, lo que eleva el total de muertes por hambre durante los 22 meses de conflicto a 251, incluidos 108 niños. Las agencias humanitarias advierten que, sin ayuda inmediata, la situación podría deteriorarse y convertirse en una hambruna generalizada.

A pesar de estas advertencias, Israel se prepara para una invasión más amplia de la ciudad de Gaza y otras zonas densamente pobladas, con el objetivo de desmantelar la infraestructura militar de Hamás. Los analistas militares advierten que dicha ofensiva podría resultar en un número aún mayor de víctimas civiles y desplazamientos masivos, y que posiblemente no logre debilitar decisivamente a Hamás.

El conflicto en curso y las protestas internas revelan un frágil entorno social y político en Israel. Las manifestaciones, las huelgas y la indignación pública indican la dificultad del gobierno para conciliar los objetivos militares con la seguridad de los cautivos, manteniendo al mismo tiempo la cohesión de la coalición. La huelga del domingo también mostró que Israel se está desmoronando desde dentro, a medida que la frustración por la guerra de Gaza profundiza las divisiones políticas y sociales.