Esta semana se conocieron dos piezas literarias, una en parte, y que es un libro llamado ‘Miedo: Trump en la Casa Blanca’, y la otra en su totalidad en formato de columna publicada en el New York Times que desde el título muestra sus aires de heroísmo y épica: ‘Soy parte de la resistencia dentro de la administración Trump’.
Para no ser menos, en la Casa Blanca hay quienes descargaron una versión actualizada del Caballo de Troya. Y el Troyano se instaló. Viene en formato diferente. Tan diferente que hasta es imperceptible a los sentidos, por lo menos a los del presidente. Ya no es de madera, ni sus pasajeros portan arcos y flechas y demás armas de la época del mítico Aquiles. Sus armaduras son elegantes trajes de alta costura.
Presuntamente las armas de estos héroes que salvarán a EEUU del mal, son la filtración de supuestos hechos, intenciones, y dichos, del mandatario norteamericano. De algunos presuntos filtradores se conoce la identidad, como es en el caso del libro que verá la luz en pocos días, pero en el caso de la columna del periódico, se trata de unas líneas anónimas.
En dichas piezas aparecen frases o decisiones atribuidas a Trump, o bien, dejan ver pasos que han estado dando estos héroes de la resistencia interna a los que el jefe de Estado norteamericano califica como traidores.
Una de las frases que el autor del libro Bob Woodward le atribuye es la que aludía al presidente de Siria, Bashar Asad, en el contexto del presunto y nunca comprobado ataque químico en abril de 2017 en el país árabe, del cual acusaron a Damasco: «Mátenlo de una puta vez», habría ordenado Trump, algo a lo que dicen que James ‘Perro Rabioso’ Mattis desoyó.
Para el analista militar y asesor en conflictos internacionales Gustavo Morales Delgado, lo primero que hay que destacar de este libro es a su autor.
«Se hizo muy famoso por desvelar el tema del Watergate y es un periodista que tiene mucho prestigio dentro de EEUU. Pero no por eso deja de pertenecer al ‘Estado profundo’ y a esa corriente de opinión que está sacudiendo constantemente al peculiar presidente que tiene la Casa Blanca en estos momentos».
En un pasaje del libro se cuenta que Gary Cohn, exasesor económico de Trump, una vez vio un borrador de carta en el escritorio del Despacho Oval que aparentemente establecía retirar a EEUU de un acuerdo comercial con Corea del Sur. «Lo robé de su escritorio. (…) Nunca va a ver ese documento. Tuve que proteger el país», habría confesado Cohn a un asociado, aterrorizado ante la idea de que el mandatario pusiera el gancho en el documento.
Morales Delgado califica esta anécdota como un rumor.
«Una cosa tan seria como es romper las relaciones comerciales y las ayudas al aliado tradicional de EEUU en la zona, que es Corea del Sur, no hubiera desaparecido la intención simplemente porque hubiera desaparecido el documento: se vuelve a imprimir y ‘santas pascuas’. Pero sí ayuda al menos a una serie de personas que estuvieron colaborando en un primer momento con la Administración de Trump, a desvincularse de ella y a hacerse aparecer como héroes que nos han salvado de un peligro que no existió».
El libro también se mete en el dormitorio de Trump, al que el exjefe de Gabinete, Reince Priebus calificaba como ‘el taller del diablo’, y a las mañanas de cada día, y las noches dominicales, ‘la hora de las brujas’, que son los momentos en que la cuenta de Twitter de Trump quema.
En este sentido, Morales Delgado señala que el inquilino de la Casa Blanca es un presidente muy espontáneo, lo que lleva muchos puntos a su favor, como a la hora de las negociaciones: arranca con un tono alto, da un golpe sobre la mesa, para esperar las primeras respuestas tras lanzar su globo sonda, y entonces sí, sacar buenos réditos de los acuerdos.
Por otro lado, el analista también refiere a que el proceder de Trump, y de otros presidentes que han tenido un estilo espontáneo, es que ha logrado llegar a acuerdos y a sentarse en mesas de negociaciones con líderes de ciertos países, algo que no habían logrado las Administraciones demócratas, y cita el ejemplo de Corea del Norte.
Y en esta misma semana, el jueves, en un mitin en Montana, el mandatario norteamericano volvió a hacer algo que tiene a maltraer al establishment. La CNN citó una de sus frases: «Uno de los mejores encuentros que he tenido nunca ha sido con Vladímir Putin. (…) Querían que tuviéramos un combate de boxeo a esas alturas. Tuvimos una gran reunión. Hablamos sobre Ucrania, hablamos sobre Siria. Hablamos sobre la protección de Israel. Hablamos de tantas cosas maravillosas». Así respondió a quienes le reclaman no haber sido duro con su par.
Morales Delgado observa que «Trump y Putin son dos personas que se han construido a sí mismas, con una tremenda confianza, que se diferencian quizá en sus orígenes. La formación de Vladímir Putin es una formación militar, y por lo tanto muy rígida y muy seria, y la de Trump es una formación de hombre de negocios, por lo tanto es muy oportunista en el sentido de aprovechar las oportunidades, o incluso de crearlas».
«Ellos (Trump y Putin) intentan crear un mundo nuevo, una sociedad internacional diferente, un encuentro distinto, y esto preocupa y mucho a los beneficiarios de que todo siga igual, es decir, a los que siguen el famoso síndrome de Lampedusa: cambiarlo todo, para que todo siga igual», concluye Gustavo Morales Delgado.