La cuestión de Oriente próximo

 

Daniel Moser

Con “la verdad, ni ofendo ni temo”
José Artigas

“No habrá paz en el Oriente Próximo mientras haya un Estado de Israel”
Rabino Yisrael Dovid Weiss

Hasta la ocupación sionista de Palestina, judíos y musulmanes de diversas razas convivieron armoniosamente en Palestina durante siglos. En estas líneas sólo nos asomamos a una larga y tergiversada historia, abordándola desde un ángulo distinto al habitual, con la aspiración de despertar el interés del lector.

Los judíos no son por definición sionistas, aunque es una impresión muy difundida. ¿Cómo se ha impuesto la idea de que judaísmo y sionismo son lo mismo? En primer lugar, porque la historia la escriben los que ganan. En el caso del enfrentamiento entre sionistas y palestinos durante el siglo XX, el grupo terrorista sionista ha impuesto su ideología.

En segundo lugar, el sufrimiento del pueblo judío durante la segunda guerra imperialista (mal llamada “mundial”) en Europa creó una simpatía extraordinaria entre los pueblos del mundo entero, y esta simpatía sincera es lo que han explotado los sionistas desde 1945. Tan no son sinónimos sionismo y judaísmo, que existen diversas organizaciones de judíos antisionistas.

Judaísmo

El judaísmo es una manifestación religiosa. No es una raza, ni una etnia, ni un pueblo, como la calificaban los nazis y también los sionistas (una de varias coincidencias entre ambos regímenes). El judaísmo es una identidad religiosa que merece la misma consideración que cualquiera otra. Un mexicano que profesa la religión judía no debe ser considerado ni más ni menos mexicano que el que profesa otra religión o que el que no profesa ninguna.

Nadie se sorprende al oír hablar de “judío mexicano” –una definición promovida por el sionismo– aunque posiblemente nos sorprendería escuchar la referencia a “católico mexicano”, “agnóstico mexicano”, “ateo mexicano” o “budista-mexicano”; en realidad, uno es mexicano (o de cualquier nacionalidad) independientemente de si tiene o no creencias religiosas.

Sionismo

El sionismo es el movimiento nacionalista y colonialista que, desde finales del siglo XIX, se propuso la creación del Estado de Israel y ha promovido desde entonces la migración de judíos a Palestina. El destino trágico de los judíos durante la segunda guerra imperialista facilitó a los sionistas la creación del Estado de Israel (que no todos reconocemos).

Después de los crímenes del nazismo contra judíos el mundo volcó su compasión hacia los judíos en forma de respaldo a los sionistas. No se pensó en el profundo y justo deseo de los palestinos de ser un pueblo soberano en su propia tierra o en los judíos antisionistas que vivían allí. Hasta la invasión de Palestina por parte del grupo terrorista sionista, judíos y musulmanes de diversas razas convivieron armoniosamente en Palestina durante siglos.

Es como si un hombre expulsado de su hogar por una pandilla se fuera a casa de otra persona y decidiera expulsar de allí a los habitantes para apoderarse de la casa. El sufrimiento de ese hombre no basta como razón para expulsar a otra familia de su hogar.

Sionismo y nazismo

En contra de lo que la propaganda sionista difunde, en realidad, el sionismo tiene muchos puntos de contacto con el nazismo. La máxima del jerarca nazi Joseph Goebbels: «Miente, miente, miente, que algo quedará» es aplicada con gran eficacia por el sionismo internacional.

Pero esta no es la única relación entre sionismo y nazismo. El filósofo Roger Garaudy, fue uno de los intelectuales franceses más prestigioso, dueño de numerosos títulos académicos y autor de decenas de libros y cientos de artículos.

Garaudy nunca tuvo dificultades para que las más importantes editoriales francesas publicaran sus trabajos y siempre dispuso de acceso a la televisión y a los medios de comunicación. Sin embargo, desde finales de los años noventa la situación cambió. ¿Qué había sucedido?

La respuesta es tan simple como reveladora. En 1997 Garaudy publicó «Los mitos fundamentales del Estado de Israel», un libro en el que se describe, con impresionante apoyo documental, tanto la naturaleza racista y colonialista del sionismo como sus conexiones con el régimen nazi de Adolfo Hitler.

«Los dirigentes sionistas –afirma Roger Garaudy– dieron pruebas, en la época del fascismo hitleriano y mussoliniano, de un comportamiento equívoco que iba del sabotaje de la lucha antifascista a la tentativa de colaboración. El objetivo esencial de los sionistas no era el de salvar vidas judías sino el de crear un Estado judío en Palestina.

El primer dirigente del Estado de Israel, Ben Gurion, proclamaba sin ambages, el 7 de diciembre de 1938: ‘si supiera que era posible salvar a todos los niños de Alemania trayéndolos a Inglaterra, y solamente la mitad de ellos transportándolos a Eretz Israel, escogería la segunda solución”.

“Estado de Israel”

Si la masacre de los judíos en Europa es usada como una excusa para apoyar al sionismo, ¿por qué deben pagar los palestinos el precio? ¿Por qué los europeos quieren compensar a los judíos por la persecución que sufrieron en Europa, entregando a los sionistas un territorio en Palestina?

Los sionistas arguyen que lo dice la Biblia, pero la Biblia también dice que Noé engendró un hijo cuando tenía 500 años, y que Matusalén vivió 969 años, y sin embargo la Biología no la toma en serio. ¿Por qué entonces las instituciones internacionales en el siglo XXI parecen tomar en serio este argumento al respaldar a los sionistas?

Si Alemania y Austria fueron los responsables del asesinato de millones de judíos (por cierto, también de millones de gitanos, entre otros grupos de personas), ¿por qué no crear el Estado de Israel en territorio de esos países, para compensar lo que les hicieron a los judíos bajo el régimen nazi?

Esto, teóricamente, solucionaría definitivamente la cuestión de Oriente Próximo, pero no es posible porque el grupo terrorista sionista (con cientos de bombas nucleares y uno de los ejércitos más sofisticados), resulta ser una fortaleza estadounidense en Oriente Próximo, en busca del control de la riqueza petrolera y de un espacio estratégico frente a Rusia, China e India.

No deja de ser una amarga ironía que los métodos de Hitler sean hoy empleados por quienes pretenden representar la memoria de las víctimas judías del nazismo.

Palestina

La región de Palestina fue parte del Imperio Otomano hasta la primera guerra imperialista. En 1916, durante esa guerra, Gran Bretaña conquistó la región. Al finalizar la guerra (1918), dos potencias colonialistas, Francia e Inglaterra crearon las actuales fronteras de Siria, Líbano e Iraq (a quien le quitó la provincia de Kuwait, pero esta es otra historia) sobre el territorio que había administrado el Imperio Otomano.

En una zona que quedó sin asignar, la Sociedad de Naciones (después ONU) creó el Mandato Británico de Palestina, que duró hasta 1948; en ese año, la ONU acordó repartir el Mandato Británico en dos estados, uno judío y otro árabe, aproximadamente iguales en extensión.

Los “daños colaterales”

El grupo terrorista sionista de ocupación ha perpetrado a lo largo de setenta años ataques criminales, de exterminio contra el heroico pueblo palestino. El argumento de que la acción militar es una respuesta al disparo de cohetes desde la Franja de Gaza, y que los invasores sionistas tienen derecho a defenderse, es una excusa insostenible, por decir lo menos.

Basta mencionar el carácter devastador de uno de los cotidianos ataques sionistas –murieron 5 sionistas (dos civiles) y 1,500 palestinos (900 niños y mujeres)– para comprobar el cinismo del grupo sionista y sus cómplices: el gobierno de EU y los gobiernos europeos que pretenden dividir la responsabilidad entre sionistas y palestinos como si la invasión sionista fuera una guerra entre fuerzas semejantes.

Los muertos palestinos, considerados “daños colaterales”, son en realidad el objetivo del ataque, destinado a generar el terror y propiciar la salida de los ciudadanos palestinos de su tierra, que el grupo terrorista sionista ocupa ilegalmente desde 1947.

Es falso que los invasores sionistas se estén defendiendo. Son un ejército ocupante que practica una sistemática política de limpieza étnica en el territorio palestino. Sus dirigentes se han burlado decenas de veces de las resoluciones de la ONU, que han ordenado la devolución de esos territorios usurpados.

Lo mismo han hecho los sionistas con el pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia, que en 2004 declaró ilegales los asentamientos sionistas, incluida Jerusalén, y denunció la ilegalidad de los más de 800 kilómetros del muro que aísla a los palestinos, construido por el sionismo en 2002. Además, los sionistas han violado reiteradamente todos los acuerdos firmados con los palestinos.

Hamas es una organización político-militar de resistencia palestina a las invasiones sionistas y en 2007 ganó las elecciones palestinas con más de 60% de los votos. Desde entonces, la Franja de Gaza fue bloqueada por los terroristas sionistas con el apoyo de Estados Unidos y de la Unión Europea, y con la complicidad de Egipto, Jordania, Arabia Saudita y otros gobiernos conservadores de Oriente Próximo.

Restringen o cortan el suministro de combustibles y energía eléctrica, de alimentos y medicamentos; cierran las fronteras y someten a la población palestina a una sistemática política de exterminio. Nadie puede engañarse. Los ataques a la Franja de Gaza es la continuación, bajo métodos abiertos de terrorismo de Estado, de una historia de colonización, dominación y explotación.

Para hacer frente a esta política criminal, los palestinos cuentan con su heroica voluntad de resistir y la solidaridad de la enorme mayoría de los pueblos del mundo, incluidos la mayoría de los judíos de diversas nacionalidades.

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