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Desde hace una semana el eje del ataque principal del ejército ucraniano está en Zaporiya y el comandante al mando de las fuerzas rusas en el sector es el general Alexander Romanchuk.
Romanchuk es el autor de la moderna doctrina defensiva del ejército ruso y, en consecuencia, está teniendo la oportunidad de llevar sus concepciones a la práctica.
En abril de este año, cuando era rector de la Academia de Estado Mayor del Ejército, junto con el coronel A.V. Shigin, escribió un artículo titulado “Perspectivas de mejora de la eficacia de las operaciones defensivas del Ejército”, publicado en la revista “Voennaia Mysl” (Colección Militar), que ha sido bastante comentado en los medios occidentales.
La misión principal de la defensa, escribe Romanchuk, “es neutralizar la iniciativa del enemigo que avanza, es decir, llevarle al estado de imposibilidad de seguir avanzando con las fuerzas desplegadas. En última instancia, esto permite reducir su actividad y tomar la iniciativa pasando a una contraofensiva decisiva para derrotar al enemigo con grupos de choque”.
El planteamiento se apoya en la experiencia del ejército soviético al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando en marzo de 1945 la Wehrmacht desató una ofensiva en las proximidades del lago Balatón, en Hungría. Los nazis la llamaron “Despertar de la Primavera”.
Fue su última contraofensiva, a la que siguió inmediatamente el colapso del III Reich en Berlín. El artículo da a entender que ese será también el destino de los nazis de Kiev. Para derrotar la contraofensiva alemana, el ejército soviético inició maniobras con las reservas antitanque, especialmente de la artillería, vigiló los obstáculos y organizó emboscadas de fuego, recuerda Romanchuk.
Cada año, desde 1945, el ejército soviético, y luego el ruso, han llevado a cabo maniobras para poner en práctica las experiencias defensivas del ejército, por una razón bien sencilla de entender: Moscú siempre supuso que la OTAN atacaría primero.
Ejercicios como el Zapad (“Occidente”) de 1977 comenzaban con un ataque sorpresa de la OTAN, incluidas las armas nucleares, seguido de una contraofensiva masiva soviética y del Pacto de Varsovia, que se abrían camino hasta París en un mes.
En 2021 los ejercicios “Zapad” reproducían el mismo escenario, pero a escala más reducida y sin que la OTAN lanzara misiles nucleares. Su ataque se iniciaba contra Bielorrusia, que era rescatada por las tropas rusas, que luego desencadenaban una contraofensiva.
La “defensa dispersa” en la doctrina militar rusa
No obstante, en su artículo Romanchuk no se limita a repetir las viejas doctrinas. Ofrece una mezcla de lo viejo y lo nuevo. En la posguerra las defensas posicionales “ni un paso atrás” han quedado obsoletas, advierte. Los campos de batalla modernos han cambiado.
Se ha producido “un cambio significativo en la naturaleza y el contenido de los conflictos militares en comparación con el período de la Gran Guerra Patriótica, lo que, a su vez, requiere la mejora y clarificación de muchas disposiciones de la teoría del arte militar”.
La defensa debe basarse en fuerzas “dispersas”. Reflejando el escaso número de las fuerzas rusas y la enorme longitud de las líneas del frente en Ucrania (más de 800 kilómetros de frentes activos), sostiene que mantenerse en todas partes “no es racional”.
Una operación defensiva dispersa debería convertirse en una respuesta lógica a un enemigo superior que se basa en la retención de zonas importantes, objetos y centros de transporte en las direcciones separadas más importantes.
Una operación de este tipo se caracteriza por una distribución uniforme de las fuerzas y los recursos en zonas, y por el empleo descentralizado de formaciones y unidades militares de las fuerzas armadas.
Los huecos entre las fuerzas dispersas se cubren con las nuevas tecnologías: sistemas robóticos autónomos fijos o móviles, vehículos aéreos no tripulados, barreras explosivas y no explosivas, incluidas las instaladas a distancia.
El principio rector de una defensa “dispersa” es la movilidad.
Durante varios años, el ejército ruso ha ensayado las “maniobras de defensa”. Las unidades dispersas no son unidades estacionarias sino “descentralizadas”. El campo de batalla moderno es “transparente” y la dispersión es la mejor protección.
“En estas condiciones, junto con la dispersión de las tropas, debe prestarse especial atención a la preparación de un mayor número de posiciones de reserva ocultas y bien protegidas, zonas de despliegue de puestos de mando, depósitos de municiones, combustible y lubricantes y su cambio oportuno (hasta varias veces al día), así como a la estricta observancia de las medidas de camuflaje, el equipamiento de muchos objetos falsos utilizando las últimas herramientas de simulación, y la aplicación de otras medidas eficaces para engañar al enemigo”.
Los cinturones defensivos en los frentes sur y este
Tras rechazar la defensa posicional, Romanchuk describe tres líneas de defensa, con 8-12 kilómetros entre cada una de ellas. Las distancias corresponden a los alcances de la artillería de calibre medio. Las líneas de defensa se llaman “de cobertura”, “principal” y “de reacción” o “de reserva”.
La primera identifica los ejes principales del avance enemigo; la “principal” frena al adversario con obstáculos y ataques de fuego; y la última monta el contraataque. Las tres líneas de Romanchuk son las que el ejército ruso ha construido en los frentes sur y este de Ucrania.