Llegó el fin del mundo dominado por Occidente

 

Alberto Cruz

* La prepotencia de Occidente está jugando en su contra, y cada vez, más países están apostando por un modelo de relaciones políticas y económicas diferentes. Ya no hay vuelta atrás, ya nada será igual. A partir del 1 de enero de 2024 habrá un nuevo y poderoso centro de gravedad en el mundo. Y no será occidental.

La ampliación de los BRICS está hecha. Seis nuevos miembros: Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán se incorporarán a partir del 1 de enero del año que viene. En términos prácticos, casi la mitad (46%) de la población mundial. Y por lo que se ha dicho, es solo la primera fase de la ampliación, o sea, que habrá más.

Sin la menor duda, la gran sorpresa es Etiopía. Pero si se tiene en cuenta que Etiopía es el referente del panafricanismo, el país donde está la sede de la Unión Africana, tiene sentido en el impulso chino-ruso de fortalecer la presencia de África dentro de todas las estructuras internacionales, paralelas a las hegemonizadas por Occidente, que se están forjando. Y hay otro elemento notable: la posición geográfica de Etiopía, en el Océano Índico. Los BRICS acaban de establecer un importante punto de control e influencia en esta zona geográfica. Es sorprendente si se piensa en la «apuesta política» que Occidente había hecho por el presidente etíope, que había recibido el Premio Nobel de la Paz por resolver el conflicto entre Etiopía y Eritrea, aunque luego cayó en desgracia en los países occidentales.

La otra sorpresa es la no incorporación de Indonesia en este primer paso.

Sin la menor duda, hay que hablar de un éxito rotundo de la diplomacia china porque puede presumir del notable éxito de haber iniciado el proceso de «normalización» de las relaciones entre Irán y Arabia Saudita, condición política sine qua non para esta ampliación. Hasta ese momento era difícilmente concebible que Irán y Arabia Saudita pudieran compartir algún tipo de cooperación.

Para quien sienta curiosidad, otra de las cosas que se han dicho es que los BRICS seguirán llamándose BRICS a pesar de las nuevas incorporaciones. El mensaje de lo que está pasando es claro: la era del mundo unipolar hegemonizado por Occidente ha llegado a su fin. Este es el punto de inflexión definitivo.

Es un golpe duro para Occidente y, sobre todo, debería llamar la atención el hecho de cuatro países productores de petróleo estén en esta organización (80% de la producción mundial, 45% del total de las reservas mundiales). Es decir, aunque el tema de la desdolarización va a tener que esperar aún un tiempo, los BRICS abren de forma clara la posibilidad de desdolarizar la economía mundial en un aspecto clave como el petróleo porque en esta cumbre de lo que se ha hablado, y mucho, es del impulso del comercio en monedas locales. Si ya India y China, por ejemplo, compran el petróleo ruso en monedas locales -sobre todo en yuanes- es fácil imaginar que el comercio de los nuevos BRICS va a ir en esa dirección.

El ministro de Asuntos Exteriores saudita no solo saludó con euforia el ingreso de su país en los BRICS «que promueven principios comunes, y lo más importante, la firme creencia en el principio de respeto a la soberanía, la independencia y la no interferencia en los asuntos internos», sino que dijo que Arabia Saudita será «un proveedor de energía seguro y confiable». Estaba hablando para todos, como es lógico, pero sobre todo para sus nuevos socios.

De hecho, hay tres países que tienen problemas de todo tipo, sobre todo económicos y energéticos: Argentina, Egipto y Etiopía. Su membresía en los BRICS va a aliviar este peso. El tema argentino adquiere una importancia notable porque el protofascista Milei ha prometido dolarizar la economía, pero para eso tiene que arrasar y aún no lo ha hecho. Lo más probable es que tenga que pactar para formar un gobierno de coalición y eso va a frenar sus ansias.

Estamos ante otro Bolsonaro, que no se atrevió a romper con los BRICS, aunque los ralentizó lo que pudo. Milei va a hacer lo mismo, salvo que consiga mayoría absoluta. Por el momento, a especular y a esperar a las elecciones de octubre para entender si habrá continuidad o no de Argentina en los BRICS y en qué medida. No hay que olvidar, tampoco, que Argentina es la apuesta personal de Lula para que el Mercosur siga teniendo algo de enjundia y no esté dominado por gobiernos títeres de EEUU.

Hacia la moneda común

Estamos en la etapa inicial de la moneda común, en el uso comercial a gran escala de sus respectivas monedas puesto que el comercio intra-BRICS es en estos momentos el 32’5% de todas las transacciones que se hacen entre sus integrantes. El resto sigue siendo comercio en dólares y euros, pero eso cambiará en breve con el paso que se acaba de dar ahora con el ingreso de nuevos miembros como es el caso de Irán, sobre todo, otro de los países agredidos con sanciones por Occidente. El proceso realmente en serio para la moneda común comenzará cuando se alcance el 50% del comercio intra-BRICS en moneda propia. En todo este proceso no hay que perder de vista que si hay un país que impulsa la desdolarización, ese es Rusia. Y Rusia presidirá los BRICS este año 2024, luego no debe haber duda alguna que la desdolarización de los BRICS se acelerará.

La moneda propia significa que los ya once países BRICS van a intercambiar datos y transacciones financieras sin necesidad de pasar por el sistema occidental SWIFT, por lo tanto, se reduce significativamente el peligro de que sean agredidos con sanciones. Todo esto son pasos importantes en la reconfiguración del mundo que estamos viviendo.

Esta es la razón por la que Dilma Rouseff, la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS ha anunciado que el 30% de los préstamos se harán en monedas locales. Es casi el mismo porcentaje que ya existe en el intercambio comercial intra-BRICS. Ya se han hecho préstamos en rands (moneda sudafricana), esté previsto que se haga lo mismo con el real brasileño en septiembre y en rupias indias en octubre. En total, el equivalente a unos 8.000 millones de euros. Por lo tanto, algo menos de moneda occidental en circulación. Y, al igual que la expansión de los BRICS, el NBD anuncia que 15 países han pedido su ingreso en el mismo y ha dicho que las incorporaciones se harán teniendo en cuenta la representación geográfica.

Supongo que no se desvela ningún secreto al decir que un tercio de los países del mundo están siendo agredidos por Occidente a través de las sanciones, ilegales, según el derecho internacional, y entre ellas está la amenaza constante de desconexión del sistema financiero internacional. La apuesta de los BRICS ampliados por «reforzar el comercio en las monedas nacionales», hasta alcanzar esa meta del 50% del comercio intra-BRICS es determinante.

Es toda la lógica de las instituciones de Bretton Woods (BM, FMI) la que se pone en tela de juicio detrás de la alternativa. Por eso Occidente tiembla y agrede. Sistemáticamente.

Uno de los temas que se han tratado ha sido la reducción de los derechos de importación no solo de los BRICS, sino de los socios regionales. Esto es extremadamente importante porque, claramente, se está hablando de África, que ha acudido en masa a esta cumbre. Si se tiene en cuenta que cada uno de los integrantes de los BRICS forma parte o encabeza una asociación regional (Brasil el Mercosur, Rusia la Unión Económica Euroasiática, India la Asociación de Asia Meridional para la Cooperación Regional, China la Organización de Cooperación de Shanghai y Sudáfrica la Comunidad de Desarrollo de África Meridional) se observa que hay un potencial comercial de países determinante para el futuro. La prepotencia de Occidente está jugando en su contra, y cada vez más países están apostando por un modelo de relaciones políticas y económicas diferente. De hecho, ya se está hablando de una plataforma común que coordinase iniciativas entre todos estos bloques regionales.

Hay un hecho añadido: son las «economías emergentes» quienes impulsan el crecimiento global, no Occidente. El FMI lo tiene que reconocer, a su pesar, en el informe del segundo trimestre de este año al afirmar que son los países de Asia y el Pacífico quienes sustentan este crecimiento con el 67’4% del total (con China liderando claramente con el 34’9%, seguida de la India con el 15’4%) y que «el hemisferio occidental» solo lo ha hecho con el 13’7%. Otras zonas del mundo, como Oriente Próximo (7’8%) y África (4%) cierran el cuadro.

En la declaración final de esta cumbre histórica de los BRICS se expresa, por primera vez, el «compromiso de reforma de la ONU», y en todos los niveles. Es decir, entre otras cosas, aumentar el número de representantes permanentes en el Consejo de Seguridad. Ni que decir tiene que ahora los BRICS tienen sus propios candidatos: India, Brasil, Sudáfrica y tal vez Arabia Saudita.

Y eso con una declaración de intenciones definitiva: nada de «orden basado en reglas» como patrocina Occidente; derecho internacional puro y duro: los BRICS ampliados reivindican «El papel central de las Naciones Unidas en un sistema internacional en el que los Estados soberanos cooperan para mantener la paz y la seguridad y lograr el desarrollo sostenible» al tiempo que se reafirman en su decisión de finiquitar el mundo unipolar hegemonizado por Occidente al afirmar que «Reiteramos nuestro compromiso con un multilateralismo inclusivo, que incluya los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas como base indispensable».

Ya no hay vuelta atrás, ya nada será igual. A partir del 1 de enero de 2024 habrá un nuevo y poderoso centro de gravedad en el mundo. Y no será occidental.

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