Misión Verdad
Las deliberaciones y debates que se llevaron a cabo en Johannesburgo, la ciudad más importante de Sudáfrica, durante la XV Cumbre BRICS, llamaron la atención de la mayor parte del mundo durante tres días. Lo que allí se conversó y decidió forma parte de una agenda de interés global para la mayoría de los países que componen el llamado Sur Global.
Los temas en torno al uso de monedas nacionales en las transacciones comerciales entre países miembros por sobre el dólar y la ampliación del bloque, los más discutidos en medios y redes digitales, pero también por políticos dentro y fuera del bloque, al fin tuvieron una esperada respuesta por parte de la entidad.
¿Hacia una nueva arquitectura financiera?
De manera anticipada, la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS (NBDB), la brasileña Dilma Rousseff, anunció en una entrevista al Financial Times que la entidad financiera del bloque emitirá préstamos en las monedas sudafricana (rand) y brasileña (real), a la vez que seguirá brindando financiamiento en renmibi (yuan chino).
Rousseff dijo que «esperamos prestar entre 8 mil y 10 mil millones de dólares este año», y añadió que «nuestro objetivo es alcanzar alrededor del 30% de todo lo que prestamos en moneda local». Los mecanismos por los que se haría el préstamo en dichas monedas pueden ser dos: «Vamos a intentar hacer un canje de divisas (currency swap) o emitir deuda» en moneda nacional, dijo la expresidenta brasileña.
Con esta decisión, se lleva a cabo uno de los objetivos del bloque de fomentar el uso de alternativas al dólar en las transacciones comerciales y financieras entre los países miembros sin imponer condiciones políticas. Para ello, los BRICS fundaron el NBDB en 2015 en oposición al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Entre los países que no pertenecen (por ahora) al bloque pero que sí están admitidos para recibir financiamiento de la entidad son Bangladesh, Egipto y Emiratos Árabes Unidos, con Uruguay esperando su admisión.
A través del financiamiento en monedas nacionales, los prestatarios de los países miembros evitan el riesgo cambiario y las variaciones en las tasas de interés que imponen la Reserva Federal de Estados Unidos, además de su exposición a los regímenes sancionatorios del Departamento del Tesoro.
La conceptualidad Brics de esta medida se basa en que «las monedas locales no son alternativas al dólar», de acuerdo con Rousseff: «Son alternativas a un sistema. Hasta ahora el sistema ha sido unipolar (…) que va a ser sustituido por un sistema más multipolar».
Con una lógica de banco para el financiamiento de países en desarrollo y mercados emergentes, el enfoque se centra en el área de influencia de los BRICS y no en los centros de poder radicados en Norteamérica y Europa occidental. Es, como lo afirma la propia Rousseff, «un banco creado por los países en desarrollo para ellos mismos».
La posibilidad de enmarañarse en una red de dependencia financiera, usual cuando se incurre en el dólar estadounidense como única opción monetaria, deja de ser pertinente en un escenario donde se implementa una canasta de monedas a disposición para el intercambio comercial. El renminbi, el rand y el real elevarán su valor en las transacciones en la zona de influjo BRICS y sientan un precedente para que se abra una oportunidad para que otras monedas corran la misma suerte.
Bajo el amparo de estos lineamientos estratégicos, sí es posible pensar en un sistema financiero multipolar, aun cuando la discusión en torno a una moneda única del bloque todavía se encuentre en marcha y, por ende, se trata de un proyecto con mucho trecho por recorrer para su operatividad.
Ampliación y nuevos miembros
El asunto que mayor atracción tuvo durante los días de la XV Cumbre fue la ampliación de los Brics para la incorporación de nuevos miembros. El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, leyó un comunicado con el que anunció que los Brics invitan a Arabia Saudita, Argentina, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán para unirse al bloque a partir del 1º de enero de 2024.
En total, la plataforma constará de 11 países. Tras la ampliación, los Brics representarán el 37% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y el 46% de la población mundial. Hay más: la expansión superará el PIB del G7 en términos de paridad de poder adquisitivo en más de 11 billones de dólares.
Las cifras en torno a lo que acumula la plataforma en términos geográficos, demográficos y económicos son lo más notable y propagandizado de la expansión. Pero hay otros elementos que deben ser valorados y ser puestos en la mesa.
Todos los nuevos miembros cumplen con un común denominador: son países influyentes en sus ámbitos regionales. Con esta ampliación, Brics podría estar haciendo una apuesta a futuro para constituir un nuevo tipo de gobernanza internacional.
Esta no se basaría mediante la imposición de un esquema civilizatorio único, como el que impuso el eje atlántico a través de la democracia liberal; el perfil de muchos de los países BRICS difiere de aquel tipo de régimen (política y culturalmente). Más bien podría fundamentarse en la construcción de nuevos consensos internacionales en una escala mucho más amplia, que los países BRICS pueden desarrollar como actores influyentes en otros ámbitos o bloques regionales.
A esto se une la diversificación de los centros de decisión política y económica en el escenario internacional. Los Brics apuestan a una estructura descentralizada pero que aúna a los países desde grandes «visiones comunes» sobre la gobernanza, con el protagonismo del Sur Global. Para ello deben incorporar a actores de influencia media o relativa, capaces de incidir en la geoeconomía y en la geopolítica, no solo hacia dentro del bloque, sino fuera de este.
Los nuevos miembros pueden ejercer de Estados «bisagras» entre los fundadores del BRICS y otros países fuera de esa órbita, entre ellos Arabia Saudita y Egipto, porque cuentan con interlocución política con la zona no-Brics, es decir, Estados Unidos y la Unión Europea (UE), pero también con una base de recursos y capacidades industriales y agroindustriales que les brinda la posibilidad de insertarse en otras estructuras comerciales, de diálogo y entendimiento político.
Pero además los nuevos miembros BRICS aportan recursos fósiles, minerales estratégicos, industria y agroindustria, recursos de biosfera y posicionamiento geoestratégico sobre ciertas cadenas de suministro inherentes a proyectos de financiamiento, interconectividad y corredores comerciales.
Irán es líder del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por sus siglas en inglés) junto con India y Rusia; y Arabia Saudita, Argentina, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía forman parte de la iniciativa china de la Franja y la Ruta.
Son dos ejemplos en los que la dinámica económica y comercial forjaron las relaciones que llegaron a encallar en la adhesión de los seis Estados a los BRICS. Por ello, como bloque transcontinental, los BRICS privilegiaron la variable estratégica-política a mediano y largo plazo para establecer la composición de crecimiento.
El presidente Vladímir Putin insistió en su discurso de cierre de la XV Cumbre que la plataforma «no compite con nadie ni se opone a nadie» (aun cuando, según el mandatario ruso, «la creación de un mundo multipolar tiene opositores irreconciliables»), en el entendido de que la alianza no tiene como planteamiento fundamental confrontar al bloque unipolar, sino más bien reunir los esfuerzos conjuntos del Sur Global hacia un camino propio de desarrollo y de relaciones estatales entre pares.
Es por ello que las contradicciones políticas en el mismo seno de los Brics se dirimen a través del intercambio comercial y la cooperación económica y financiera: la II Declaración de Johannesburgo insiste en la normalización de las relaciones económicas y comerciales entre países y rechaza las medidas coercitivas unilaterales como un factor disruptivo de la dinámica global.
Para esto propone la reforma de instituciones multilaterales como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) a favor de una mayor participación de los países en desarrollo y con economías emergentes. Con el cierre de la cumbre se abre un nuevo capítulo de los juegos geopolíticos y geoeconómicos que se están llevando a cabo en todas las latitudes del mundo.
Los Brics comenzarán a desarrollar un paradigma distinto a lo que venía presentándose desde su fundación en 2007, en el que las nuevas arquitecturas financieras y la influencia de los grandes bloques globales y regionales seguirán marcando la pauta de la actualidad, con pretensiones de seguir creciendo en el futuro inmediato.