Lo que realmente esconde la división de la oposición en Venezuela

Marco Teruggi

La oposición se encuentra en plena disputa en Venezuela. No se trata solamente de una pelea por la Asamblea Nacional, sino por algo más profundo: seguir el camino trazado por Estados Unidos o conformar una alternativa nacional. En la mira están las próximas elecciones legislativas de este año que aún no tienen fecha.

La política venezolana es un tablero en pleno movimiento, disputas y asaltos en preparación. Los hechos ocurridos en la Asamblea Nacional (AN), donde Juan Guaidó perdió la Presidencia, son solamente una parte emergente de las piezas que están en juego.

El escenario en desarrollo comenzó a construirse a partir de mediados del 2019, marcado sobre un punto central: la incapacidad de derrocar al presidente Nicolás Maduro. Los cálculos, hechos por los estrategas y financistas de la ingeniería del Gobierno paralelo que tenía a Guaidó a la cabeza, no dieron los resultados esperados.

Esa derrota de la matemática golpista no solamente tuvo como resultado la permanencia del Gobierno de Maduro, sino la disputa hasta el quiebre dentro de las filas de la oposición. Esa división expresa, a su vez, algo central: las vías por las cuales podría dirimirse el conflicto en Venezuela, si de manera extranjerizada y violenta, o de forma nacional con elecciones.

Las oposiciones

Las disputas dentro de la oposición comenzaron a hacerse públicas a finales del 2019, cuando ya no pudo esconderse la pérdida de fuerza y credibilidad de la hoja de ruta enunciada por Estados Unidos a través de Guaidó. Esa división apareció a través de un elemento que define muchas veces la política: el dinero.

«Hay una disputa interna entre ellos producto de una pugna por el control de los ingresos», explica a Sputnik María Alejandra Díaz, diputada a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

Esa disputa se dio en torno al financiamiento externo «que se calcula según cifras de la USAID en 630 millones de dólares en los últimos cuatro años», según Díaz.

Ese acaparamiento de los recursos se unió con otros elementos, como la falta de democracia interna dentro de los partidos, las divergencias en la estrategia y las ambiciones personales.

«Hay una rebelión por parte de miembros de partidos de oposición que han sido relegados desde las regiones y que tienen un año reclamando espacio», opina la diputada. Esa disputa, cruzada por señalamientos mutuos de corrupción y sobornos, se tradujo en que el 5 de enero un grupo de opositores, encabezados por Luis Parra, presentó su lista para presidir la AN.

La división se expresó así en la disputa por el principal espacio de despliegue de la oposición donde Guaidó quedó desplazado.

El bloque de Parra «no está pidiendo invasión y manifiesta querer reinstitucionalizar la AN», explica Díaz. Su postura se distancia de Guaidó, definido por la constituyente como «la ficha principal de EEUU».

El planteo de Parra consolida una postura política que estaba expresada en la Mesa Nacional de Diálogo, un espacio de interlocución entre el chavismo y factores de la oposición creado a fines del 2019.

La oposición sentada en la Mesa, «se ha manifestado abiertamente contra el bloqueo y contra cualquier tipo de invasión, es un sector que adversa al Gobierno, pero tiene algunos pisos de defensa del país», sostiene Díaz.

La oposición, que, a principios del 2019, estaba mayoritariamente unificada públicamente bajo la hoja de ruta de EEUU, ahora tiene dos bloques diferenciados: el de Guaidó y el de Parra, que detenta la presidencia del legislativo, junto con la Mesa Nacional de Diálogo.

«Creo que si se suma el sector de esa oposición que está sentado en la Mesa conjuntamente con el sector disidente de Parra dentro de la AN podría hacerse una oposición que confronte a los extremistas que le han hecho mucho daño al país».

Las próximas elecciones

El debate está en el marco de las elecciones legislativas que tendrán lugar este año. La división dentro de la oposición ya está anunciada: participar o sabotear. La cuestión electoral está atravesada por el punto que concierne al Consejo Nacional Electoral (CNE) y su renovación.

«En la AN no se llegó a un acuerdo porque Guaidó se niega, el sector de Parra está dispuesto a retomar esas negociaciones, eso es un escenario interesante porque entre la oposición sentada en la Mesa y la de Parra pudiera llegarse a una negociación con el Gobierno para elegir a nuevos miembros o toda la directiva, eso no se sabe aún, y sería una decisión política», explica Díaz.

El objetivo es que la renovación surja desde la AN reconocida por los demás poderes del Estado, es decir aquella que encabeza Parra, como parte de un acuerdo para que la mayor cantidad de factores políticos validen al CNE y las próximas elecciones.

Dentro del escenario de inestabilidad, Díaz plantea que puede existir la posibilidad de que ese acuerdo no se logre a través de la AN, y surja de la Mesa Nacional de Diálogo. Entonces «queda el camino de que, para garantizar los acuerdos de la Mesa, la designación sea vía ANC».

Ese es el cuadro al que apuesta el chavismo: acuerdo político con una amplitud de factores de oposición nacionales, contrarios al bloqueo y la intervención internacional, para tener la legitimidad necesaria y luego realizar las elecciones legislativas.
Guaidó ya anunció que no reconocerá ni un cambio de CNE, ni la convocatoria, ni las elecciones que tendrán lugar. «Van a sabotear porque no les interesa que se retome la institucionalidad del país, y como no controlan ya la presidencia de la AN su legitimidad dentro del país está aún más disminuida», sostiene Díaz.

Esa posición anunciada por Guaidó expresa la estrategia de EEUU. El Gobierno norteamericano y sus aliados, como Colombia, o la Unión Europea, han anunciado reconocer únicamente a la AN encabezada por Guaidó, y la necesidad de lograr un Gobierno de transición que sea quien lleve adelante las elecciones.

«En esa disputa de poder EEUU no va a ceder, van apretar aún más las tuercas internamente para que algún sector se rinda», explica la constituyente. Eso abarca desde la agudización del bloqueo económico, el intento de operaciones armadas encubiertas, y la presión vía ataques personales sobre la dirección del chavismo, así como quienes se han unido a la oposición que se alejó de Guaidó y la estrategia norteamericana.

Las piezas que faltan

Aún no ha terminado el mapa de reconfiguración de la oposición. El paso que actualmente está en desarrollo es la disputa a lo interno de los partidos para saber qué sector se quedará con la directiva.

Así, por ejemplo, el partido Primero Justicia, está bajo disputa. Por un lado, el sector de Parra, y por el otro lado, el de dirigentes como Julio Borges. Esa disputa deberá ser dirimida por el Tribunal Supremo de Justicia y, en caso de ganar el sector de Parra, entonces el partido Primero Justicia y un sector de sus dirigentes seguramente participaría de las elecciones legislativas venideras.

María Alejandra Díaz extiende ese cuadro de inestabilidad interna a otras fuerzas. «Por eso Guaidó renuncia a Voluntad Popular, porque no controla ese partido», explica, en alusión a la decisión anunciada de Guaidó a principio de enero de desprenderse del partido a través del cual llegó a la presidencia de la AN.

Ese tablero podría conformar unas elecciones donde la mayor parte de la oposición participe y el sector pro norteamericano quede aislado. Aún es temprano para anticipar si ese será el resultado en un marco donde las acciones para sabotear esa hoja de ruta serán permanentes.

Ese conjunto de variables políticas indica para Díaz que existen posibilidades de ganar la mayoría en la AN. Pero, subraya, la dimensión económica será determinante: «la gente vota con el corazón, el hígado o el estómago, tiene que haber una mejoría sensible de la situación mediante medidas que deben tomarse para proteger al más débil de toda esta ecuación, que es el pueblo».

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