Salen a la luz los diarios del cronista de sociedad Kenneth Rose, que registró en sus cuadernos infinidad de historias de Isabel II y sus parientes
El escritor e historiador Kenneth Rose fue una de esas personas que se precian de “conocer a quien hay que conocer”. Se ganó la vida como columnista de The Daily Telegraph y de The Sunday Telegraph, y durante su larga trayectoria como cronista de sociedad gozó de un acceso privilegiado a las más altas esferas del establishment británico; frecuentó a aristócratas, políticos y miembros de la familia real; cultivó contactos en el epicentro de los círculos de poder y gozó de la confianza de personajes influyentes de la corte que le revelaron, off the record, infinidad de historias que fluctuaban entre lo anecdótico y lo escandaloso. Él nunca traicionó a sus fuentes, pero eso no le impidió documentar todos esos testimonios/cotilleos en sus diarios personales: seis millones de palabras potencialmente incendiarias que nunca habían visto la luz. Hasta ahora. El 1 de noviembre, casi cinco años después de su muerte (Rose falleció en enero de 2014, con 89 años), una parte de sus cuadernos secretos se publicará en forma de libro con el título Who’s In, Who’s Out: The Journals Of Kenneth Rose Volume 1, 1944-1979. Y el periódico Daily Mail lleva varios días adelantando algunos de los extractos más jugosos de su contenido.
Las ya legendarias salidas de tono de Felipe de Edimburgoocupan varias entradas sin desperdicio. En 1961, un oficial del Home Office (el ministerio de Interior) llamado Sir Austin Strutt –al que Rose describe como “amigable e indiscreto”– vaticina que el príncipe “reducirá la monarquía a escombros”. Y le cuenta al escritor un suceso revelador que habría tenido lugar a bordo del yate real durante una visita a las Islas del Canal junto a la reina Isabel y un grupo de oficiales. Según presenció Strutt, en un momento dado, el mal tiempo forzó un cambio de planes y cuando la monarca pidió que le explicaran el motivo, su marido le espetó delante de todos: «¿Es que no tienes la inteligencia para entenderlo?». El mismo año, en un acto con comerciantes, uno de ellos le contó al duque que era el presidente de la firma de zapatos que utilizaba la reina, y el consorte le contestó: «Entonces por eso es por lo que ella se está quejando siempre de sus pies». “El príncipe Felipe sencillamente no se da cuenta del perjuicio que le causan estas constantes bromas”, apunta Rose.
Con la reina madre Rose mantuvo una relación bastante estrecha, hasta el punto de que él siempre le mandaba un ramo de flores en la fecha de su aniversario de boda. Ella lo recibía a menudo en Clarence House, y accedió a contarle detalles sobre su suegro que Rose incluyó en su premiada biografía King George V.Aparentemente, la reina madre se sentía tan a sus anchas en compañía del escritor que incluso se saltaba la neutralidad política que se le presupone a los Windsor, retratándose como una tory consumada. En abril de 1979, Rose anota: “Hablamos de política. Ella no hace ningún intento de disimular sus profundas simpatías conservadoras”. The Daily Mail también publica una entrada de 1964 con una anécdota hasta ahora desconocida sobre la reacción del príncipe Carlos–que entonces tenía cuatro años– al ser informado de que su abuelo, Jorge VI, había sido encontrado muerto por el mayordomo que le llevaba el té de la mañana. Rose escribe: “El príncipe Carlos escuchó las noticias con seriedad y entonces preguntó: ‘¿Y quién se bebió el té?”.
Kenneth Rose también recibió información de primera mano acerca de la crisis constitucional que supuso la abdicación de Eduardo VIII. De hecho, coincidió con los duques de Windsor en varias ocasiones y en sus diarios describe su casa de París como un lugar increíblemente lujoso donde “casi todo parece estar fabricado en oro o cristal”. En una fiesta en 1969, el mismo día que conoció al duque, Rose sacó a relucir con él el espinoso tema de la abdicación y el rechazo del gobierno británico a concederle a la duquesa de Windsor el título de alteza real. La oveja negra de los Windsor no escondió su rencor al responder: «Serví bien a mi país durante 17 años, y todo lo que recibí a cambio fue una patada en el trasero».
El obituario que The Telegraph le dedicó a su legendario columnista en 2014 revelaba que su amigo Martin Gilliat, secretario privado de la reina madre, le había contado que tras la publicación en 1983 de su libro sobre Jorge V –que incluía algunos pasajes poco halagadores que causaron malestar en palacio–, sus posibilidades de recibir una condecoración por la reina habían bajado “a 20-1” (el pronóstico no se cumplió, ya que Rose fue nombrado Comendador de la Orden del Imperio Británico en 1997). Pero aquello no fue nada en comparación con el terremoto que habrían provocado entonces sus explosivos cuadernos secretos.