Los sueños imposibles del somocismo

Enrique Castillo y Roberto Amador, dos reclutas somocistas que creyeron el cuento del narcoestafador y asesino confeso Gerardo Sánchez, de que estaba a punto de derrocar con las armas al gobierno del presidente Daniel Ortega.

Se sentía “comandante triunfador” el narcoestafador y asesino confeso Gerardo Sánchez, escupiendo en rueda con connotados exguardias somocistas, con miembros de grupos políticos desafectos al sandinismo, con amargados dirigentes de ONG opositoras y con alimañas de nuevo cuño como Enrique Castillo, quien vive en Estados Unidos.

Eran reclutas para su guerrilla virtual a la que nombra “Coordinadora Guerrillera Nicaragüense” (CGN). Todos creían estar en el barco ganador que destronará con las armas al gobierno del presidente Daniel Ortega Saavedra. Ignoraban que el ejército del narcoasesino acampaba en Facebook, donde siguen a la espera de nuevos incautos somocistas que muerdan el anzuelo.

Uno de los que prometían mucho para “Palacios”, “Voz Solidaria” o “Cindy Lauper”, era el músico somocista Enrique Castillo, quien aseguraba podía sacarles dinero a congresistas gringos republicanos, partido al que se ha acercado.

Que toda la vida es un sueño, y los sueños, sueños son, decía Calderón de la Barca, y en eso se resume todo el actuar de estos somocistas, que sueñan despiertos con volver a apoderarse de las riquezas de Nicaragua y recuperar los fabulosos privilegios que perdieron en 1979.

Parte del diálogo entre el piloto genocida Roberto Amador y el narcoasesino Gerardo Sánchez:

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