El presidente brasileño afirmó que trataría con su homólogo estadounidense los embargos económicos de Washington sobre Cuba y Venezuela. También se prevé que aborden el cambio climático.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, viaja este jueves a Washington D.C. para reunirse con su homólogo estadounidense, Joe Biden, en un encuentro que ha generado gran expectativa porque podría representar el inicio de una nueva era en la relación bilateral.
Lula y Biden, de 77 y 80 años, respectivamente, hablaron ya dos veces por teléfono. La primera vez, tras la victoria del líder del Partido de los Trabajadores (PT) en las elecciones, y la segunda, después del asalto a las sedes de los tres poderes en Brasilia por hordas de radicales bolsonaristas.
La necesidad de defender la democracia brasileña, el temor por el crecimiento de la extrema derecha o la dificultad de combatir las ‘fake news’ serán algunas de las cartas que el petista pondrá sobre la mesa junto al cambio climático, la seguridad alimentaria o el desarrollo económico.
También se espera que ambos líderes inauguren formalmente una era de proximidad en sus relaciones, que quedaron diezmadas en los dos años que Biden coincidió con Jair Bolsonaro, al que muchos llamaban el «Trump tropical» por su devoción por el exmandatario norteamericano Donald Trump.
«La reunión apunta a un ‘reset’ de las relaciones, que estaban en un segundo plano desde la elección del presidente Biden», comentó esta semana Michel Arslanian Neto, responsable del Departamento de América Latina y Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño.
Mucho de lo que acercó a Trump y a Bolsonaro quedará ahora desmontado por Biden y Lula como, por ejemplo, todo lo relativo al clima.
En la reunión podría abordarse la posible adhesión de EE.UU. al Fondo Amazonía, creado en 2008 durante el segundo periodo presidencial de Lula para captar donaciones internacionales que ayuden a combatir la destrucción del pulmón de planeta.
El fondo quedó paralizado durante el Gobierno de Bolsonaro —un escéptico del cambio climático al igual que Trump— porque sus donantes internacionales, Noruega y Alemania, suspendieron sus aportes. Al llegar al poder, Lula —que ha hecho de la lucha contra la devastación una de las prioridades de su Administración— pactó la reactivación del fondo con los dos países europeos y ahora busca nuevas naciones donantes.
Venezuela y Cuba
El mandatario brasileño dijo que tratará con su homólogo sobre los embargos económicos de EE.UU sobre Cuba y Venezuela. «Todas las veces que hablé con Bush o con Obama siempre estuvo Cuba en la agenda. Más que nada, porque no consigo entender por qué mantienen un bloqueo contra Cuba durante tantos años, tantas décadas», aseveró.
Y añadió: «Imagino que Venezuela también estará en la agenda, porque vamos a discutir el fortalecimiento de Sudamérica (…) Brasil tiene interés en que América del Sur esté en paz. Necesita desarrollarse y crecer económicamente«.
Lula volvió a normalizar las relaciones con Venezuela y a reconocer a Nicolás Maduro como mandatario legítimo, después de que los vínculos entre ambos países quedasen suspendidos durante el Gobierno de Bolsonaro, quien en 2019, en línea con la política de EE.UU., reconoció al exdiputado opositor Juan Guaidó como «presidente interino».
«Construir la paz»
Sobre el conflicto en Ucrania, cuestión en la que ambos países mantienen una visión diferente, parece que la posición de Brasil será la de encontrar «un camino entre las partes para alcanzar una solución».
Lula ya planteó al canciller alemán, Olaf Scholz, la idea de crear un «club de países» que quieran «construir la paz en el planeta». Además, esta semana, en una entrevista con varios medios, el mandatario abordó de nuevo el asunto: «Si Biden me pidiese eso (participar en el conflicto), le diré lo que les digo a ustedes: Brasil no participará en atacar a nadie».
Otros encuentros
Antes de reunirse el viernes por la tarde con Biden, el patriarca de la izquierda brasileña mantendrá encuentros con parlamentarios estadounidenses, como el senador por Vermont, Bernie Sanders, o la congresista demócrata por Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, así como con representantes de la Federación Estadounidense de Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO).
El mandatario, que regresará el sábado a Brasil, viajará acompañado por su mujer, Rosangela da Silva, y los ministros de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira; de Hacienda, Fernando Haddad; de Medio Ambiente, Marina Silva; y de Igualdad Racial, Anielle Franco.
También integrará la comitiva Celso Amorim, excanciller y asesor especial del presidente, y quien en declaraciones a la prensa subrayó que no está previsto que se hable de la presencia de Bolsonaro en EE.UU..
El ultraderechista viajó en diciembre a Orlando, Florida, evitando, tal y como marca la tradición, colocar la banda presidencial a Lula en su toma de posesión. Con una investigación abierta por su supuesta implicación en los actos del 8 de enero, la vuelta de Bolsonaro a Brasil genera gran expectación.
«No quiero adelantarme a nada de lo que diga o deje de decir el presidente, pero no está en los planes hablar sobre Bolsonaro», sentenció Amorim. Algunos medios de comunicación apuntan que grupos de bolsonaristas ya se están movilizando en las redes para llevar a cabo una protesta en EE.UU. por la llegada del izquierdista.