Mario Amorós: “La memoria de Víctor Jara es inseparable de la memoria de la Unidad Popular”

Uno de los símbolos de la canción comprometida en Chile 

 A 50 años del cruel asesinato del cantautor y con el gobierno de EE.UU. revocándole la nacionalidad a uno de sus principales responsables, está disponible «La vida es eterna», su primera biografía histórica. 

 A menos de dos meses de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en Chile, hay novedades sobre el caso del asesinato del cantautor y artista Víctor Jara. El hecho ocurrido el 16 de septiembre de 1973, apenas cinco días que la Junta mIlitar liderada por Pinochet derrocó al presidente Salvador Allende, ha sido emblemático por su brutalidad: tras detenerlo en la Universidad Técnica del Estado (la actual Universidad de Santiago) fue llevado al cercano Estadio Chile -frecuentemente confundido con el Estadio Nacional- y sometido a tortura, quemaduras en sus manos y finalmente ultimado con 44 balazos. 

El exteniente Pedro Pablo Barrientos, que se radicó en Estados Unidos apenas iniciado el retorno a la democracia en 1990, acaba de perder su ciudadanía estadounidense, obtenida en 2010, debido por una parte a entregar “falso testimonio” al momento de tramitar la nacionalidad asegurando no haber hecho el servicio militar o haber participado en actividades ilícitas y por otra parte, por haber sido considerado responsable de la muerte de Jara en un tribunal federal de Orlando, Florida en 2016, tras una demanda de la viuda Joan Turner y sus hijas Manuela y Amanda. Esto abre las puertas para su extradición y juicio en territorio chileno, además de determinar otras responsabilidades en un caso que, como muchos otros, parece haber sido asimilado por la sociedad chilena como una consecuencia de la polarización política de ese momento, a pesar de los esfuerzos infructuosos del gobierno de Gabriel Boric por buscar una condena transversal a las violaciones de Derechos Humanos. 

El periodista español Mario Amorós es autor de “La vida es eterna” (Ediciones B, 2023), la primera biografía histórica dedicada a la vida del también actor, académico y activista político que junto con las memorias de Turner (traducida como “Víctor un canto truncado” y luego “Víctor un canto inconcluso”). Un hecho curioso, considerando el amplio reconocimiento de su figura, su proyecto de sociedad y la forma en que se intentó acallar su voz. Acá podemos acceder a información de primera mano, junto a una cuidadoso chequeo de datos y documentación a nivel internacional, marca registrada de Amorós que también ha escrito biografías de Allende, Pablo Neruda, Miguel Enríquez (secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR) y Pinochet. 

Símbolo de la canción comprometida 

“Decidí centrarme en la figura de Víctor Jara por ser un miembro destacado y representativo de la Nueva Canción Chilena y del movimiento cultural que acompañó a la Unidad Popular.”, explica a PáginaI12. “El mayor esfuerzo de mi investigación fue localizar y consultar documentación sobre Jara dentro y fuera de Chile y poder tener acceso al sumario del juicio abierto en Chile por su asesinato. Posteriormente, procesar toda esta documentación, principalmente las miles de páginas del sumario judicial, fue un trabajo muy complejo”. Esto incluyó más de 11 mil páginas del proceso judicial abierto en Chile para esclarecer su asesinato, donde Barrientos evidentemente está incluido. 

“Víctor Jara es, sin duda alguna, uno de los símbolos de la canción comprometida en Chile, en América Latina y en el mundo. Su talento, su capacidad de trabajo y su creatividad nos dejaron una obra musical que está viva, que ha sobrevivido al paso del tiempo y que nos emociona porque abordó de una manera muy singular y con una calidad indiscutible los temas que conmueven al ser humano: la fraternidad, la búsqueda de la justicia social, la belleza, la alegría de vivir, la denuncia de los abusos de los poderosos, el amor. Así sucede con “Te recuerdo Amanda”, su canción más universal,( interpretada por numerosos artistas de diferentes géneros), uno de cuyos versos da título a la biografía”. 

¿Cuáles fueron las grandes sorpresas o descubrimientos personales al escribir sobre Víctor? Yo parto con lo primero: que Víctor nació en Santiago por ejemplo. 

Al ser una biografía histórica, el libro fija con precisión innumerables pasajes e hitos de la vida y el trabajo de Víctor Jara. Por ejemplo, su decisión, largamente meditada, de abandonar el trabajo en el teatro para dedicarse de lleno a la música. Fue una decisión que maduró con el paso de los años y que fue realmente difícil para él. En octubre de 1965 dirigió el estreno de «La remolienda» (escrita por su amigo Alejandro Sieveking), uno de los grandes éxitos de la escena chilena, y la revista Ecran le eligió como mejor director de teatro de aquel año. Al mismo tiempo, ya había comenzado a cantar como solista en la Peña de los Parra y desde 1966 empezó a grabar sus primeros discos, tanto sencillos como de larga duración. La acogida de sus primeras grabaciones, singularmente de “El cigarrito”, fue espléndida. Era el tiempo de la canción comprometida. En junio de 1969, un mes después de dirigir el estreno de la obra Viet-Rock, salió a la venta su disco «Pongo en tus manos abiertas», grabado, con el acompañamiento de Quilapayún, por el sello discográfico de las Juventudes Comunistas, organización en la que militaba desde hacía una década. Este disco marcó el inicio de la etapa de su creación musical comprometida políticamente, puesto que incluía canciones dedicadas a Luis Emilio Recabarren (fundador del Partido Comunista), Ernesto Che Guevara, las luchas campesinas (“A desalambrar”, un tema de Daniel Viglietti), las movilizaciones estudiantiles (“Movil Oil Special”) o la denuncia de la represión (“Preguntas por Puerto Montt”).  En 1970, Víctor Jara participó intensamente en la campaña electoral de Salvador Allende, al igual que el resto de integrantes de la Nueva Canción Chilena (Isabel y Ángel Parra, Inti-Illimani, Quilapayún…). A principios de aquel año, había solicitado una excedencia como profesor titular del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile (su fuente de ingresos estable) para dedicarse de lleno a la creación musical (publicó el disco Canto libre) y a acompañar con su guitarra a Allende y la UP. El triunfo electoral de la izquierda y el inicio del Gobierno de la Unidad Popular acrecentaron su compromiso político y como creador. Creía, en definitiva, que la música le permitía llegar a un público mucho más masivo que el teatro. 

Trabajador de la cultura 

Amorós explica que, si bien hacia 1967 Jara se definía como “cantante protesta”, más adelante rechazó este término, puesto que consideraba que había sido instrumentalizado y manipulado por la industria discográfica. “A lo largo del libro van apareciendo sus reflexiones, tomadas de entrevistas, cartas u otra documentación inédita, acerca de su trabajo y de su papel en aquel movimiento popular que, en medio de dificultades crecientes y con poderosos enemigos dentro y fuera del país, pugnaba por construir el socialismo: Yo soy un trabajador de la música, no soy un artista. El pueblo y el tiempo dirán si soy artista, expresó en Lima el 29 de junio de 1973. “En estos momentos soy un trabajador y un trabajador que está ubicado con conciencia muy definida como parte de la clase trabajadora que lucha por construir una vida mejor”. 

-Hay otros puntos que aclaras y explicas, pero que ha quedado presente en la memoria colectiva internacional que le cortaron las manos. 

Efectivamente, en el libro relato con detalle el origen de esta leyenda y cómo se propagó por el mundo tras la publicación del relato de Miguel Cabezas el 2 de enero de 1974 en el diario argentino La Opinión. Este texto es un compendio insuperable de mentiras macabras y exageraciones, que tuvo una gran difusión, inspiró películas y canciones, se incluyó en libros y fue reproducido hasta el cansancio hasta asentar esa leyenda, que Joan Jara negó siempre. 

-¿De qué forma crees que Víctor Jara dialoga con la sociedad chilena? Hace apenas tres años y medio los chilenos recurrieron a “El derecho de vivir en paz” para las grandes protestas del Estallido Social, no fue una canción actual, fue una canción que mezclaba rock con música popular chilena. 

-Es emocionante cómo, cincuenta años después de su asesinato, la figura de Víctor Jara perdura y está viva, al igual que sus canciones, dentro y fuera de Chile. Fue impactante su “presencia” en la rebelión popular de octubre y noviembre de 2019 —no me gusta la palabra “estallido”— pero también es impresionante la enorme cantidad de eventos que le recuerdan en Chile y fuera de Chile. 

«La revolución chilena perdura en la memoria universal» 

-¿Crees que hay alguna diferencia entre la forma en que los chilenos y el resto del mundo percibe a Víctor Jara? 

Ciertamente, habrá chilenos y chilenas a quienes les moleste la memoria de Víctor Jara, que es inseparable de la memoria de la Unidad Popular. Pero recordarle es un deber y una tarea hermosa que congrega a muchas personas, dentro y fuera de Chile. 

-¿Cuál crees que es el desafío que tenemos como sociedad con respecto a Víctor Jara a 50 años del Golpe que finalmente le quitó la vida? 

– El 50º aniversario del golpe de Estado me parece una oportunidad para recordar y reivindicar el Gobierno del presidente Salvador Allende, que fue el fruto de décadas de lucha y trabajo político del movimiento popular. Tuvo una vertiente cultural muy importante, cuya huella (Quimantú, Chile Films, el Tren Popular de la Cultura, la Nueva Canción Chilena, las Brigadas Ramona Parra…) es imborrable. Es preciso recordar el compromiso de tantos y tantos creadores y artistas con un proyecto político democrático que intentó construir una sociedad más justa. Víctor Jara fue parte de un movimiento político, social y cultural que dejó una profunda huella en la Historia. “No hay revolución sin canciones”, indicaba la pancarta que presidió el acto cultural de apoyo a Salvador Allende celebrado el 29 de abril de 1970 en el teatro Caupolicán de Santiago, ante cerca de cinco mil personas. Y así fue. La revolución chilena perdura en la memoria universal por la figura de Salvador Allende, por la singularidad de su proyecto político, por la conciencia y la movilización del pueblo que la sostuvo y también por unas canciones que son patrimonio de la humanidad. Canciones que durante los largos años del exilio chileno y de la lucha dentro del país por la recuperación de la democracia convocaron a la solidaridad y a la lucha contra la dictadura de Pinochet y por la democracia. Canciones que nos evocan también el tiempo histórico de la Unidad Popular en Chile, que no solo es la historia de un trágico final, sino que también fue el “tiempo de las cerezas”, el momento en que la utopía parecía posible… 

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