Los funcionarios estadounidenses responsables del cambio de régimen en Venezuela, tutelan cada paso y declaración de Juan Guaidó y su equipo, al mismo tiempo que ellos mismos movilizan toda la maquinaria conectada al establecimiento en lo mediático, político, diplomático, económico-financiero e incluso militar.
El 30 de abril fue otro día en el que las declaraciones de Washington volvieron a pronunciar falsedades mediáticas, intrigas y, posteriormente, control de daños ante la posición adelantada que significaron las acciones de ayer.
Habituales en su cruzada internacional contra el chavismo, los políticos buscaron nuevamente defecciones en el costado militar venezolano con operaciones psicológicas (psyops) que ya van siendo un cuadro regular ante las pocas posibilidades de golpe.
El primero en activar su cuenta de Twitter en favor del golpe fue el senador Marco Rubio, cuyas conexiones con «la gusanera» cubana y venezolana lo convierten en la principal figura antivenezolana en el Senado estadounidense. Desde tempranas horas de la mañana, sus invocaciones a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para que acompañaran las acciones de Guaidó y Leopoldo López, superaron la decena de tuits. Mostraremos sólo uno.
Y, por supuesto, las noticias falsas comenzaron a promoverse desde su cuenta, como la especie de que la base aérea La Carlota estaba ocupada por los dirigentes de Voluntad Popular (VP) y sus seguidores, cuestión desmentida por el mismo fracaso del antichavismo por concretar el golpe militar tan ansiado por el establishment estadounidense.
Los reportes gráficos y audiovisuales complementarios mostraron cómo los grupos que acompañaron a Guaidó y López forcejearon la reja principal hasta derribarla, sin embargo, no pasaron hacia las instalaciones de la base.
Sorpresivamente, el vicepresidente Mike Pence sólo emitió un tuit en torno a los acontecimientos. Llama la atención el poco entusiasmo del alto funcionario, como si ocurriera otro día de revolución de color y no el intento de un golpe militar en movimiento. Como si no supiera que la Operación Libertad se adelantó uno o dos días.
Mike Pompeo, ex director de la CIA («Mentimos, estafamos, robamos») y actual secretario de Estado, también tuvo poca participación declarativa en Twitter, aludiendo a la libertad y la democracia en Venezuela, representada por el antichavismo más extremista.
La atención internacional sobre Venezuela tuvo su foco en las horas de la mañana hasta el mediodía, cuando el presidente de los Estados Unidos decidió declarar escuetamente en su Twitter.
Luego haría alusión a la «interferencia cubana» y amenazó con un «embargo total» a las exportaciones venezolanas y más sanciones, lo que hace evidente la estrategia de la Casa Blanca en torno a la supuesta «troika del mal».
De hecho, el Departamento del Tesoro emitió un comunicado, con el que vuelve a hacer el ultimátum que los funcionarios norteamericanos vienen ofertando en vano: las sanciones sólo se levantarían si las instituciones venezolanas apoyan a la fabricada figura de Guaidó.
Sin embargo, John Bolton pareciera tener otros planes más beligerantes. Asumió la vocería de la Casa Blanca en apoyo al golpe militar.
El ultimátum de Bolton replicó al de Rubio horas antes, esta vez añadiendo a Iván Rodríguez, director de la contrainteligencia militar (DGCIM), sin obtener respuesta alguna como en los meses de 2019.
Al mismo tiempo que exigía a los tres funcionarios venezolanas unirse al antichavismo, dijo en conferencia de prensa: «Sigue siendo muy importante que estas tres figuras del régimen de Maduro, que han estado hablando con la oposición durante los últimos tres meses, cumplan su compromiso de lograr la transición pacífica del poder desde la camarilla de Maduro al presidente encargado Juan Guaidó», y agregó: «Todos estuvieron de acuerdo en que Maduro tenía que irse (…) Necesitan actuar esta tarde para que otras fuerzas militares se pasen al lado del presidente encargado».
Bolton declaraba esto antes de que Pompeo volviera a aparecer en horas de la tarde en CNN, en una entrevista con Wolf Blitzer. Allí dijo que el presidente Nicolás Maduro se disponía el día de ayer a exiliarse en La Habana cuando los rusos convencieron al líder chavista de no hacerlo.
Esta línea discursiva fue claramente una reacción al fracaso anticipado del golpe, que ya parecía más una maniobra para provocar la fuga de Leopoldo López que para cumplir las promesas antichavistas del cambio de régimen.
Esta versión en la que el presidente venezolano habría entrado en desesperación es una nueva operación psicológica (psyop) que, al cierre de esta nota, fue desmentida por la portavoz del Ministerio de Exteriores de la Federación Rusa y por el mismo Nicolás Maduro.
Como una cortina de humo para el control de daños, la versión de Pompeo fue aderezada por Bolton y Rubio, quienes culparon a los cubanos y los rusos respectivamente de que el golpe militar no hubiera tenido efecto, y no la cohesión entre chavismo, FANB y demás instituciones. En los Estados Unidos, ante el fracaso del Russia-gate, decidieron trasladar la misma lírica e intención criminalizadora a la cuenca del Caribe.
De la misma forma habló Elliott Abrams, el enviado especial de los Estados Unidos para Venezuela, al afirmar que Rusia debería presionar a Maduro para «evitar la violencia», matizando incluso el tema del golpe como una situación «confusa».
La escena fabricada el 30 de abril desde temprano fue un rotundo fracaso en cuanto a sus fines materiales (el golpe de Estado militar), pero sirvió a la causa de VP que tiene a su líder fundacional en la embajada de España mientras se siguen asomando las amenazas de guerra. Esto dijo Pompeo el día de hoy.
Lo que provoca una sensación de que cada vez más se asoman las incursiones militares estadounidenses, siendo Venezuela un punto nodal no sólo de la geopolítica petrolera global sino también un bastión de resistencia a la reformulación del siglo XXI de la Doctrina Monroe.
La subsistencia de los Estados Unidos como imperio, en plena crisis de su definición, pasa por la destrucción de los actores que representan un obstáculo a sus intereses, y el chavismo representa, en el Hemisferio Occidental, la mayor de las amenazas a su hegemonía en la región.
Por otro lado, la trama de que Cuba y Rusia son los principales sostenes del gobierno chavista seguirá intensificándose, con las expectativas puestas en que una nueva ronda de sanciones y embargos podría emitirse en los próximos días. Mientras la guerra militar no se haga presente, aun siendo irregular, la económica extiende las posibilidades de un impacto mayor sobre la población venezolana y, por ende, de prolongar una crisis manufacturada que busca la mayor cantidad de cadáveres a cambio de las prerrogativas de Washington.