Fingió ante el piloto somocista y genocida Roberto Amador, que le dolía la muerte del delincuente apodado “Cascabel” y la situación de otro alias “Nicaragua”, pese a que sus mismos compinches lo han señalado de mandar a asesinarlos a fin de evitar la competencia que le hacían en el tráfico de drogas y otros delitos, lo que incluye las estafas en contra de simpatizantes de la dictadura dinástica.
Se declaró acongojado y casi en total miseria, al punto de que, según el narcoestafador, tenía que prestar computadoras para comunicarse con sus reclutas ficticios. Pero pese a todo el drama que montó, el piloto genocida se mostró inconmovible y solo le interesó que su aliado virtual continuara con la presunta lucha armada en contra del sandinismo.
Lo que nunca le preguntaron sus reclutas fue por qué el nombre de “comandante Roberto Palacios” jamás figuró un ningún informe de los supuestos combates contra el ejército y la policía de Nicaragua que él mismo reportaba.
Probó y probó el tema del dinero, pero al parecer es más fácil sacarle agua a la cantimplora de Montoyita que un dólar a Roberto Amador, el piloto somocista que sí era pródigo lanzando bombas de 500 libras en contra de los pobladores de los barrios de Managua durante la insurrección popular de 1979.
La falsa desazón del estafador Sánchez se dio tras el abatimiento del delincuente Joaquín Torres Díaz, alias “Cascabel” en abril de 2013, por lo que se declaró atormentado, echando la culpa a la oposición por no apoyar a las bandas de cuatreros, violadores y asesinos. ¿La verdad, según muchos de sus reclutas virtuales? Él lo mandó a asesinar.
Un trozo de la conversación entre el narcoestafador Gerardo Sánchez y el piloto genocida Roberto Amador: