Nicaragua en Cop25: “La palabra más temida y despreciada en estas negociaciones es indemnizar”

* “Mi país, Nicaragua, contribuye en el 0.03% del total de las emisiones mundiales, con un per cápita de 0.63 toneladas. A pesar de nuestro ínfimo nivel de responsabilidad, trabajamos activamente en la mitigación, adaptación y pérdidas y daños, porque queremos a la madre tierra, y nos preocupa el futuro de nuestro país y del mundo”.

COP 25
INTERVENCIÓN DE NICARAGUA

11 de diciembre de 2019

Doctor Paul Oquist Kelley Ministro-Secretario Privado de Políticas Nacionales Presidencia de la República de Nicaragua
Señora Presidenta
Sus excelencias, Ministras y Ministros
Invitados especiales

El Presidente de la República de Nicaragua, Comandante Daniel Ortega Saavedra, y la Vicepresidenta, Compañera Rosario Murillo Zambrana, envían sus saludos y mejores deseos para el éxito de esta COP, que tienen como objetivo lograr un mayor nivel de compromiso y acción climática.

Las responsabilidades comunes pero diferenciadas y las capacidades respectivas, no son posiciones políticas sino realidades objetivas. Mantener que todos somos responsables históricamente por el cambio climático equivaldría a decir que todos participábamos por igual en la Revolución Industrial, así como en la masiva acumulación de capital resultado de la misma. Esto, cuando la mayoría de nuestros países sufrieron en ese tiempo el yugo del colonialismo y el neocolonialismo, así como el comercio de esclavos, y la explotación de la mano de obra esclava, que también contribuyeron a la acumulación histórica de los responsables.

Mantener que todos somos igual y universalmente responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero hoy en día, es decir que los 100 países de menores emisiones que suman 3% del total, tienen la misma responsabilidad que los diez países de mayores emisiones que tienen 72% del total. A la vez, es equivalente a decir que la mayoría de los países con menos de una tonelada de CO2 equivalente per cápita, tienen la misma responsabilidad que los países que tienen 18 toneladas y 16 toneladas per cápita.

Mi país, Nicaragua, contribuye en el 0.03% del total de las emisiones mundiales, con un per cápita de 0.63 toneladas. A pesar de nuestro ínfimo nivel de responsabilidad, trabajamos activamente en la mitigación, adaptación y pérdidas y daños, porque queremos a la madre tierra, y nos preocupa el futuro de nuestro país y del mundo.

Nicaragua ha pasado del 25% de energía renovable en 2007 a 62% en 2018, a la vez que se ha expandido la cobertura de electricidad de 54% de los hogares en 2007 a 95% en 2018. Nos hemos comprometido en la iniciativa 30X30, de restaurar 2.8 millones de hectáreas degradadas producto de una histórica frontera agrícola activa. Hemos comprometido en la Sociedad del Carbono del Bosque de capturar 11 millones de toneladas de CO2 (e) en los próximos 5 años. Estamos a la vez adaptando un corredor seco a la nueva realidad del cambio climático.

Este esfuerzo, ha sido realizado en condiciones de un crecimiento promedio del 4.7% anual entre 2011 y 2017, la tercera tasa más alta entre los países de América Latina y El Caribe. Esto ha venido acompañado con grandes avances en materia social, incluyendo la reducción de la tasa de mortalidad materna de 92.8 por cien mil mujeres a 34.1, y la reducción de la tasa de mortalidad infantil de 29 a 12 por mil niños nacidos.

La desnutrición crónica escolar se redujo en un 66%. La pobreza general, se redujo del 47.9% al 24.9%, y la pobreza extrema del 17.3% a 6.9%. Muy importante en este mundo, se redujo también la desigualdad. La GINI de consumo en Nicaragua, pasó del 0.41 a 0.33. Nicaragua, en 2007, ocupó el lugar 90 en el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial de Davos, sólo por debajo de países Nórdicos. La población originarias y afrodescendientes de la Costa Caribe y Alto Río Wanki o Coco, recibieron la delimitación y titulación de alrededor de 37,800 kilómetros cuadrados de sus tierras ancestrales, en 23 territorios, cada uno con su propio gobierno territorial y control de sus propios recursos.

Sin embargo, Nicaragua, como otros 35 países del mundo, ha visto mermada su capacidad de respuesta al cambio climático, y de logro de los objetivos de desarrollo sostenible, afectado por medidas coercitivas, unilaterales, extraterritoriales e ilegales, que hasta criminalizan a terceros que no acatan las medidas ilegales. Sólo las sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidades, son legales en el derecho internacional.

El sistema internacional de trasferencias bancarias, es clave para imponer de facto estas medidas unilaterales e ilegales, estas medidas violan los derechos humanos y legales de individuos, organizaciones y países. También existen acciones encubiertas de desestabilización de gobiernos e intentos de Golpes de Estado, unos exitosos y otros no. En el Medio Oriente, varios países han sido invadidos o bombardeados en guerras de agresión.

El juzgado de Nuremberg dictaminó que, este tipo de guerra, es la suprema violación del derecho internacional y de los derechos humanos, porque contiene la sumatoria de todos los males propios de la guerra. Incluso, países que sufren las consecuencias del cambio climático, ven su capacidad de respuesta a futuro destrozada debido a desastres catastróficos y la falta de mecanismos internacionales de compensación. Todos estos fenómenos, han afectado la capacidad respectiva de respuesta de países en desarrollo.

Nuestra Convención del Cambio Climático y el Acuerdo de París, están incompletos, al no incluir un mecanismo efectivo de financiar la respuesta y recuperación de pérdidas y daños. La mitigación, reduce el riesgo de pérdidas y daños, la adaptación reduce el impacto de amenazas específicas de pérdidas y daños, las pérdidas y los daños mismos, son el resultado final del cambio climático que estamos buscando minimizar. Así, proponemos que pérdidas y daños sea elevado al mismo nivel de mitigación y adaptación, para de esta manera recibir recursos.

El presidente de Nicaragua, Comandante Daniel Ortega Saavedra, en su mensaje a la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, señaló que, la única manera equitativa y efectiva de financiar pérdidas y daños es que los países y empresas que han causado el problema y beneficiado del uso del carbono para su acumulación de capitales, indemnicen a los países que sufren las consecuencias del cambio climático sin haberlo causado, en la proporción de su responsabilidad.

Tenemos los datos desde 1880 hasta la fecha, tanto para países como para empresas. Algunos piensan que esto es una propuesta muy radical, pero no lo es. El concepto de que el que causa un daño a otro, debe indemnizarlo por el daño, se llama tort en el derecho común, también consta en los códigos Napoleónicos y en la Ley Sharía. Así también, todos los sistemas éticos, y todas las religiones del mundo, contienen el concepto. Sin embargo, el término más despreciado y temido en estas negociaciones, es la palabra indemnizaciones.
Los países actualmente en desarrollo, necesitan ingentes recursos financieros a futuro, para enfrentar mitigación, adaptación y pérdidas y daños. En Copenhague en 2009, se planteó un financiamiento de USD 100 mil millones anuales, a partir de 2020. No debemos aceptar como los US$100 mil millones registros contables de gastos pasados, no podemos financiar nuestros proyectos con ellos. Tampoco podemos aceptar que los mecanismos de mercado del Artículo 6 del Acuerdo de Paris reemplacen a los 100 mil millones anuales.

No debemos aceptar la postergación de la fecha para luego de haber esperado 10 largos años. Lo que se necesita a partir de 2020, son recursos nuevos, frescos, líquidos, y de igual acceso por todos los países en desarrollo. De aparecer estos fondos deben ser canalizados por el mecanismo financiero de la Convención, a saber, Fondo Verde del Clima, GEF, Fondo de Adaptación, y Fondo de Países de Menor Desarrollo.
En el 2019 va a ser acordado como 1848, 1871, 1968 y 1989, en que la calle se volvió significativa en la política mundial. El cambio climático, es uno de los impulsores de este fenómeno en muchos países con la juventud en la primera línea. Los jóvenes de 16 años marchando en las calles hoy en día, tendrán 18 años en dos años, y ya nadie va a hablar de una juventud y apolítica, pasiva, desinteresada. Una juventud votante, altamente motivada, puede cambiar la correlación de fuerzas políticas en muchos países, siendo decisivo en países ahora divididos en partes iguales o similares.

Todavía hay un año antes de la COP26 en 2020 pero no se ve ni un grupo de trabajo avanzando los US$100 mil millones años ni una hoja de ruta únicamente el Secretario General Antonio Guterres ha pedido al presidente Emanuel Macron de Francia y primer ministro Andrew Holness de Jamaica investigar el asunto.

Si hay un incumplimiento del compromiso de estos 100 mil millones anuales en 2020, esto podría ser catalogado como el Fraude del Siglo. En realidad, se necesita más y 100 mil millones tienen que ser sólo un punto de partida. El mito de los 100 mil millones, tiene el agravante de que redujo el gasto climático en la década crítica de 2010, y ahora estamos sufriendo las consecuencias de dicha merma los esfuerzos en las acciones climáticas. Lo que no podemos hacer, en este momento, es tener otra Década Perdida para las finanzas y la acción climática.

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