En el marco del Consejo de Seguridad de la ONU, el canciller venezolano rehusó el pedido de varios países europeos de avanzar comicios y defendió un “diálogo” con EE. UU, pese a estar “delante del golpe de Estado”.
La batalla política en Venezuela se trasladó este 26 de enero al ring del Consejo de Seguridad de la ONU. En una reunión dedicada exclusivamente a hablar del país, el canciller venezolano Jorge Arreaza aseguró que su Gobierno no avanzará elecciones en un plazo de ocho días, tal y como exigieron más temprano algunos países europeos.
“¿Europa dándonos ocho días de qué? ¿De dónde sacan que tienen potestad alguna para darnos ultimátums?”, expresó Arreaza, en un Consejo dividido entre los seguidores de EE. UU. contra el “estado mafioso (de Nicolás Maduro)” y un bloque de países encabezados por Rusia y China, que ven un intento de «injerencia».
En concreto, fueron los Gobiernos de España, Francia, Alemania, Reino Unido y Portugal los que solicitaron a Venezuela la convocatoria de comicios adelantados, con la amenaza de que si no lo cumple reconocerán al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino del país. Una petición sobre la que Arreaza aprovechó para plantear por qué España o Reino Unido no celebraban a su vez elecciones, en alusión a que Pedro Sánchez asumió el poder tras una moción de censura y Theresa May vive hoy en un tira y afloja sobre el Brexit y un posible segundo referendo.
No obstante, la sesión en el Consejo de Seguridad fue a pedido especial de EE. UU. y fue este país el que se llevó la peor parte. Mientras que el canciller venezolano defendió haber intentado un diálogo “desde el respeto mutuo” con la Administración de Donald Trump, también acusó a la nación estadounidense de orquestar un “golpe de Estado” en su contra.
“Es nuestra intención establecer un diálogo con el Gobierno del presidente Donald Trump; es lo que hemos procurado desde el primer día (…) EE. UU. no está detrás del golpe de Estado, está delante del golpe, está a la vanguardia (…), da y dicta las órdenes, no solo a la oposición venezolana, sino también a los gobiernos satélites de EE. UU. en la región y pareciera también en Europa y otras partes del mundo”, señaló Jorge Arreaza en su intervención.
Arreaza: “¿Es Venezuela el trofeo de guerra de Donald Trump?
Apoyado por Rusia y China, el también ministro de Exteriores de Venezuela afirmó que la política de EE. UU. respecto a la situación del país es de “grosera intervención”: “¿Está buscando una guerra en América Latina? ¿Es Venezuela el trofeo de guerra de Donald Trump? No vamos a darle a Donald Trump una guerra en Venezuela”, dijo Arreaza.
Por su parte, el representante ruso Vassily Nebenzia denunció que esta reunión en Nueva York supone un “quebrantamiento del derecho internacional”, ya que, a sus ojos, no representa un peligro para la seguridad de otros países, sino que se trata de una crisis interna. Del mismo modo, y contra cualquier “injerencia”, Bolivia, Nicaragua y Cuba pronunciaron sus posturas, mientras que México y Uruguay propusieron una tercera vía de diálogo apoyada por El Salvador.
Ante estas declaraciones, el secretario de Estado de EE. UU, Mike Pompeo, pidió al resto de países apoyar al pueblo de Venezuela y a Guaidó para poner fin a “la dictadura”: “Esperamos que todas las naciones se unan a nosotros para reconocer al presidente interino Juan Guaidó. También esperamos que esas naciones se aseguren de desconectar sus sistemas financieros del régimen de Maduro y permitan que los activos que pertenecen al pueblo venezolano vayan a los gobernadores legítimos de ese estado”, expresó Pompeo, quien instó a debilitar los lazos económicos con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Un tablero de juego con movimientos continuos de Venezuela y EE. UU.
Horas después de esta reunión, el último en dar su apoyo al opositor Juan Guaidó fue el coronel José Luis Silva Silva. El que hasta ahora fuera agregado militar de la embajada de Venezuela en Washington afirmó como “agregado de Defensa” que dará su respaldo al jefe de la Asamblea Nacional y dejará de “reconocer al señor Nicolás Maduro” como presidente.
“El agregado militar venezolano en (Washington) acaba de confirmar su lealtad constitucional al presidente interino. Un ejemplo de que el papel de los militares es proteger el orden constitucional, no mantener a los dictadores y reprimir a su propio pueblo. Alentamos a otros a hacer lo mismo”, reaccionó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Garrett Marquis.
En esa línea, donde cada actor parece estar posicionándose en un bando, el Gobierno venezolano anunció que EE. UU. “llevó a cabo el retiro efectivo del personal de la misión diplomática» en Caracas y que dos de sus diplomáticas en Nueva York y Puerto Rico retornaron, respondiendo a la orden del presidente Maduro sobre la salida o el regreso de todo personal diplomático entre ambos países, tras romper relaciones mutuas.
Estas declaraciones y movimientos son el resultado de una semana muy tensa en Venezuela, como no se recordaba desde las protestas de 2017. Y es que el pasado miércoles, en una jornada de marchas a favor y en contra del actual presidente venezolano, el líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se adjudicó las competencias del Ejecutivo bajo el amparo de una presunta “usurpación”.
Una “usurpación” que la oposición justifica con los comicios de mayo de 2018, en los que Nicolás Maduro resultó reelecto como presidente, pero sin el grueso de representación del anti-chavismo.
“Quieren llevar a Venezuela a una guerra civil. No lo van a lograr (…) en Venezuela se va a imponer la paz, la tranquilidad y el entendimiento, a pesar de los muchos países que están aquí buscando una guerra”, sentenció Jorge Arreaza.