Deisy Francis Mexidor | Prensa Latina
La ciudad de Lewiston está de luto. Varias familias lloran hoy, tras un nuevo ataque sin sentido que en Estados Unidos rasga la costura de una sociedad enferma de violencia.
Son las armas de fuego el peor peligro para los ciudadanos de este país, que viven con el temor de ser masacrados en pueblos pequeños, en grandes ciudades, dentro de sus propias casas o en sitios públicos a cualquier hora del día.
Es lo que sucedió en Maine, estado del noreste estadounidense, en la división de Nueva Inglaterra, cuya tranquilidad se vio rota cuando un individuo capacitado como instructor de armas de fuego y reservista del Ejército de Estados, pero con problemática hoja de salud mental -advertida en los últimos días- decidió empuñar un rifle y matar.
El saldo confirmado es de 18 víctimas fatales y 13 heridos en un doble ataque perpetrado por Robert Card, de 40 años, en la ciudad de Lewiston la noche del miércoles. La tragedia califica como la peor de 2023.
A partir de entonces, se desató una intensa cacería que movilizó equipos especiales y medios en todo ese estado para tratar de capturar al prófugo. “Una vez más, nuestra nación está de luto después de otro tiroteo masivo, trágico y sin sentido”, expresó el presidente Joe Biden en un mensaje que se repite.
Para innumerables estadounidenses que han sobrevivido a la violencia armada y han quedado traumatizados por ella -dijo el mandatario demócrata-, un tiroteo como este reabre heridas profundas y dolorosas.
Demasiados estadounidenses han tenido un familiar muerto o herido como resultado de la violencia armada, admitió Biden al reconocer que algunas medidas tomadas por su administración aún no son suficientes. Tras otra tragedia más, “insto a los legisladores republicanos en el Congreso a cumplir con su deber de proteger al pueblo estadounidense”, apuntó.
El jefe de la Casa Blanca quiere aprobar un proyecto de ley que prohíba las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad, promulgar verificaciones de antecedentes universales, exigir el almacenamiento seguro de las armas y poner fin a la inmunidad de responsabilidad de los fabricantes de armas.
Esto es lo mínimo que le debemos a cada estadounidense que ahora llevará las cicatrices –físicas y mentales– de este último ataque, afirmó Biden.
Los más de 110 mil habitantes del condado de Androscoggin, en Maine, siguen encerrados en sus casas; las escuelas y edificios públicos no abrieron, con la excepción del Ayuntamiento y una clínica pública. Las imágenes de los medios locales mostraban una ciudad sitiada.
Card seguía en fuga mientras se redactaba este trabajo. La búsqueda, incluso, se extendió a los estados vecinos de New Hampshire y Massachusetts. En lo que muchos resumen como una pesadilla casi diaria, los incidentes con armas de fuego en Estados Unidos mantienen un ritmo récord.
Cifras actualizadas por el rastreador Gun Violence Archive, en lo que va de 2023 el país lamentó 566 tiroteos masivos (más que días del año). Card -dicen- oía voces, pero en Maine las leyes son laxas. No se exige ningún tipo de permiso administrativo para llevar armas a la vista de todos en lugares públicos.
Está permitida la compraventa de estas sin necesidad de obtener un permiso, no hay un registro de armas de fuego, no es necesaria una licencia para poseer una y las armas semiautomáticas, como la que empleó el agresor, están permitidas.
Datos del diario The Washington Post reflejan que el tipo de arma más utilizada por los atacantes es el rifle AR-15. Ese fusil fue usado al menos en 10 de los 17 tiroteos masivos más mortíferos ocurridos en Estados Unidos desde 2012, incluyendo las masacres de Las Vegas, Sandy Hook, Uvalde y Parkland, apuntó el rotativo.
Lamentablemente, los llamados al control de armas chocan todavía con los intereses de los fabricantes de esos medios letales.
Daniel Defense, una compañía con sede en Georgia, publicó anuncios en redes sociales en los que promociona a un soldado con un AR-15 acompañado con el eslogan: «Usa lo que ellos usan».
Una encuesta del Post e Ipsos reveló que uno de cada 20 adultos en Estados Unidos, cerca de 16 millones de personas a nivel nacional, tiene en su poder un rifle tipo AR-15.
Por su parte, la Fundación Nacional de Tiro Deportivo afirmó que solo en 2020 los fabricantes de esa industria produjeron aquí alrededor de 2,5 millones de AR-15 o, comparativamente, una de cada cuatro armas.