Emily Caro
El pasado 17 de agosto en Bogotá, se dio a conocer la iniciativa “Colombia Crece”, que fue bautizada como un “Nuevo Plan Colombia”, cuya estrategia será la aplicación de un programa conjunto, entre Bogotá y Washington, para destinar recursos a “la lucha en contra de las organizaciones criminales en los territorios”, dijo en rueda de prensa el presidente Iván Duque.
Este mecanismo bilateral fue utilizado en años anteriores para criminalizar a las organizaciones políticas, movimientos sociales y desaparecer a grupos beligerantes.
Más de veinte años han pasado desde que Andrés Pastrana propuso el conocido “Plan Colombia”, que según el enunciado, buscaba pacificar el país y erradicar el narcotráfico, pero fue aplicado por Estados Unidos como mecanismo para acabar con los grupos que se erigían como fuerza beligerante en el país y como mecanismo para la penetración en América Latina.
En la actualidad, la paradoja radica en que ya han pasado tres años de la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC-EP, y los grupos insurgentes más pequeños han cesado el fuego por la pandemia. La interrogante es: ¿a qué grupos combatirá este Plan, si los guerrilleros están desmovilizados y los excombatientes de las FARC-EP son asesinados o amenazados de muerte por el paramilitarismo?
En medio de este contexto y estas contradicciones, Iván Duque, recibe en la Casa de Nariño una Misión de Washington conformada por: Robert O’Brien, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos; Mauricio Claver-Carone, asesor para asuntos latinoamericanos; Craig Faller, jefe del Comando Sur y a Adam Boehler, Director general de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos. Para analizar este asunto, Hinterlaces.net consultó con el internacionalista, Wikénferd Olíver, especialista en misiones diplomáticas.
Oliver plantea que los señalamientos al gobierno estadounidense por las políticas erradas ante la epidemia de COVID-19 y la reciente derrota en la batalla por la vacuna, son la causa por la cual el gobierno de Donald Trump, cuál tablero de ajedrez, decide movilizar varias de sus piezas a la cabeza de playa de Suramérica, y reforzar así el Comando Sur, con la misma excusa de combatir el narcotráfico.
“Es un Plan que viene con todo, y viene a lavarle la cara al verdadero narcotráfico en Colombia. Pero mientras tanto en EEUU el consumo de cocaína, heroína, marihuana y opiáceos ha aumentado con la crisis de la pandemia, la gente está buscando cómo mitigar los estragos de esa crisis, y a su vez esto sirve como excusa del gobierno para implementar el combate a las drogas como un efecto de distracción”, afirma el internacionalista.
Aunque el objetivo de la visita de los voceros del gobierno estadounidense era sellar los últimos detalles de “Colombia Crece”, Robert O`Brien, sólo dio un repaso por las cifras de ayuda entregada a Colombia, entre los montos destacó que se entregaron 42 millones de dólares para atender la pandemia, 10 millones para las microempresa y 2 millones para ayuda alimentaria.
“Ayudamos a nuestros amigos en tiempos difíciles”, dijo el emisario de Donald Trump, mientras que para el Plan conjunto, se contempla una inversión de 2600 millones, sin embargo, no hubo más detalles al respecto.
Por su parte, Adam Boehler consideró que gran parte del problema de los cultivos ilícitos es que los campesinos se ven obligados a dedicarse a este tipo de plantaciones por falta de recursos, situación que según sus palabras será atendida con “Colombia Crece”. “Hablamos del nuevo plan Colombia para el desarrollo económico”.
En el encuentro, Boehler recordó que hace dos décadas nació el Plan Colombia, que fue suscrito por los expresidentes Bill Clinton y Andrés Pastrana, el 13 de julio de 2000, dos años antes de que en Venezuela se diera un golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez. En la actualidad, Duque manifestó a los voceros de la Casa Blanca, que su Gobierno no reconocería las próximas elecciones parlamentarias que se celebrarán en Venezuela.
En palabras del expresidente Juan Manuel Santos, «la paz es el broche de oro del Plan Colombia (…) No solo convertiremos a la antigua guerrilla, que se ha lucrado del negocio de las drogas, en una aliada para combatirlas, sino que estaremos consolidando un país en paz con una democracia cada vez más sólida y efectiva», pero los movimientos sociales aseguran que en Colombia la paz no existe, ser disidente político podría costar la vida.
Según datos de la presidencia de ese país, en el año 2000, cuando inició en Plan Colombia, 163 mil hectáreas eran cultivadas con coca, esta cifra entre 2010 y 2018, alcanzó un récord de 209.000 hectáreas, de acuerdo a un informe de la Casa Blanca, y la producción potencial de cocaína pura subió hasta las 921 toneladas métricas.
En agosto de 2018, Juan Manuel Santos entregó a Iván Duque una Colombia sin FARC-EP, grupo al que se le atribuía el narcotráfico en el país, sin embargo, el informe de la Casa Blanca de marzo de 2019, indica que se cultivaron 212 mil hectáreas de coca ese año, el pico más alto registrado hasta hoy.
Según estos datos el Plan Colombia que hoy se reedita, no sólo no aportó en nada a la paz en el país, sino que fue, o un verdadero fracaso o un oxigenante para la producción de los cultivos ilícitos en el país.