Paca y los príncipes atribulados

Los autores de La princesa Paca visitaron la tumba de Rubén Darío. Insertos, dos miembros de la nobleza de Nicaragua.

Nicaleaks

Los príncipes están tristes, ¿qué tendrán los princesos? Maldiciones escapan de su prensa burguesa, que ha perdido lectores, que ha perdido el pudor. Los Chamorro están pálidos en su silla de oro, está ardido el teclado de su gallina huevos de oro, y en la norte, olvidados, se venden al mejor postor.

No, no pretende ser una paráfrasis y menos una parodia de Sonatina, el bello poema de Rubén Darío. Es solo una referencia a uno de los últimos espasmos de los propietarios del diario La Prensa al conocer que el filme La princesa Paca, basada en los amoríos del bardo pinolero con la campesina española Francisca Sánchez, sería transmitido en el Canal 6 de Nicaragua.

«No puede ser», gritan, y se comunican de inmediato con los autores del libro en el que se basó la cinta para hacerlos tronar en contra del gobierno de Nicaragua. Los criollos y peninsulares se alían de nuevo, aunque estamos claros de que siempre lo estuvieron.

Y los golpistas derrotados también se pronuncian y logran que los periodistas-escritores españoles-peninsulares se solidaricen con los españoles-criollos que siempre han creído que el mestizo Rubén les pertenece junto a su obra y su influencia europea.

Se politiza entonces algo que creíamos un intento de hacer cultura de parte de una nieta putativa del poeta de San Pedro de Metapa, y los autores enfilan comentarios en contra de un país que conocieron de “pasadita” cuando se dignaron a venir a presentar su obra luego de mostrarla en todos lados.

Nicaragua, que ha sido rehén de los españoles criollos (nacidos desafortunadamente aquí) durante casi dos siglos (a partir de la denominada “Independencia” de 1821), es ahora, según los escribidores peninsulares, “rehén de Daniel Ortega y Rosario Murillo”. Se tragaron entero el guion que escribieron los gringos –los nuevos invasores-, para los golpistas mestizos y blancoides.

Resulta que ninguno de los autores “conocía” que La princesa Paca se presentaría en estos momentos en nuestro país, donde según ellos, “no hay libertad ni democracia”. Los que vivimos aquí podemos decir todo lo contrario, y considerar, en cambio, que los españoles no privilegiados no viven precisamente en un lecho de rosas. ¿Renunciarán por esta vez a sus derechos económicos, en solidaridad con sus “sufridos” hermanos de La Prensa y demás golpistas?

Aunque en el fondo, el objetivo de los criollos dueños de La Prensa y sus pares peninsulares es el mismo: no quieren que Nicaragua alcance la total normalidad. No es que la cinta sobre la Francisco Sánchez se haya presentado en una televisora del Estado, sino que los televidentes que apoyaron el golpe pueden cometer el pecado de pensar que el país va alcanzando la paz.

Brincarían igual si la Paca fuera presentada en el Canal 10 o el Canal 12, eso para ellos en estos momentos es una distracción a la que el pueblo no tiene derecho, y ese mismo argumento usaron Gioconda Belli -una que se cree princesa o quizás reina-, y otros de nuestro “jet set”, para evitar que el vallenatero Carlos Vives se presentara en Nicaragua.

Frustrados sus planes golpistas, no pierden la esperanza de que el imperio norteamericano se decida a pasar de las sanciones económicas que afectan en particular a los pobres, a abrir las puertas del infierno con una intervención armada que nos tocaría a todos, menos, claro está, a los que azuzan desde los países que los acogieron tras su precipitada huida.

“Mis queridos nicas”, llama a los golpistas el varón de los escritores de Paca, mientras que la nieta putativa señala que “ha escrito a los políticos españoles y les ha hecho un llamado de atención porque estos solo intervienen en los problemas venezolanos y no en los de los nicaragüenses”. ¿Es en serio? ¿Le gustaría a este par que Rusia o China intervinieran en los abundantes problemas de España?

Sí, la princesa está triste, en Nicaragua campea el triunfo de los pavos reales. Insidiosa La Prensa dice cosas banales, y vestida de sangre le sonríe al cabrón. La Prensa no ríe, La Prensa no siente, La Prensa persigue por el cielo de Occidente, la promesa certera de una cierta invasión.

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