
TeleSur | Resumen Latinoamericano
* El nuevo pacto de seguridad entre ambas naciones reaviva la injerencia directa estadounidense en el Canal de Panamá. Concesiones militares y económicas disfrazadas de «neutralidad» y justificadas en «disuadir al Partido Comunista Chino».
Bajo el lema de «fortalecer la seguridad regional», Panamá y Estados Unidos firmaron el miércoles un polémico memorando de entendimiento que prioriza el tránsito gratuito de buques militares estadounidenses por el Canal y reinstala una presencia rotatoria de tropas en antiguas bases del país centroamericano.
El acuerdo, celebrado por Washington como un triunfo geoestratégico, radica en un intercambio asimétrico: Estados Unidos obtendrá prioridad y exenciones en el tránsito de sus buques de guerra por el Canal —que mueve el 6% del comercio global—, mientras Panamá recibiría una «compensación» por servicios de seguridad aún no especificada.
El ministro del Canal, Ricardo Rivera, insistió en que no se trata de «libre tránsito», sino de retribuir los «esfuerzos» estadounidenses en protección. Sin embargo, ni el monto ni el mecanismo de pago están claros, lo que alimenta sospechas de opacidad.
«Es un tú me das, y yo te doy desbalanceado«, señaló Abdiel Rodríguez Reyes, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, en entrevista con teleSUR. «Panamá se convierte en trampolín para afianzar la presencia militar de EE.UU. en la región, mientras se ignora nuestra historia de lucha contra la injerencia».
Soberanía en español, injerencia en inglés
Aunque la declaración conjunta menciona el «respeto a la soberanía inalienable de Panamá», esta cláusula solo aparece en la versión en español del documento, ausente en el texto inglés. La discrepancia lingüística no pasó desapercibida.
Para muchos panameños, evoca prácticas históricas de tratados con letra pequeña, como los Tratados Torrijos-Carter de 1977, que devolvieron el Canal al país tras 85 años de control estadounidense.
Además, el acuerdo incluye planes para reactivar la Escuela de Operaciones en la Jungla en Fort Sherman —cerrada en 1999 tras críticas por entrenar fuerzas contrainsurgentes— y restablecer tropas rotatorias en bases como Rodman y Howard.
«Es indignante ver aviones y soldados estadounidenses aquí, 36 años después de la invasión de 1989», denunció Rodríguez Reyes, refiriéndose a la intervención militar que dejó centenares de muertos.
El secretario de Defensa de EEUU, Peter Hegseth, no ocultó que el pacto busca contrarrestar a China, cuyo operador de Hong Kong gestiona dos puertos cercanos al Canal. «Deben asegurar la vía con EEUU, no con China”, declaró, en línea con la retórica del presidente estadounidense, Donald Trump.
Tras la firma del acuerdo, el Pentágono fue más allá. «Estamos recuperando el Canal de Panamá de la maligna influencia china y protegiendo los intereses estadounidenses”, señaló el portavoz principal Sean Parnell en una declaración.
«Nos inventan una guerra contra China que no existe», afirmó Rodríguez Reyes. «Nuestra lucha es contra la desigualdad y la corrupción, no servir de peón geopolítico». La alusión a la corrupción no es menor: en 2022, un escándalo en la Autoridad del Canal reveló sobornos por contratos, lo que hoy genera escepticismo sobre el manejo de fondos del nuevo acuerdo.
¿Neutralidad o subordinación?
El gobierno panameño insiste en que no ha cedido soberanía. El ministro de Seguridad, Frank Ábrego, subrayó que el país —sin ejército desde 1990— mantiene el control policial y que las actividades militares son «cooperación bilateral». No obstante, el lenguaje del memorando es vago: habla de «interoperabilidad» entre fuerzas y «entrenamientos conjuntos», sin detallar límites.
El Canal sigue siendo un símbolo de soberanía para Panamá, su transferencia en 1999 fue celebrada como un fin al colonialismo, pero su gestión sigue atada a tratados negociados bajo presión. Ahora, con EEUU reforzando su influencia, muchos temen un retroceso.
«Este acuerdo no es neutral: vincula nuestra seguridad a los intereses de Washington», advirtió Rodríguez Reyes. «¿De qué sirve hablar de soberanía si invitamos a tropas extranjeras? Es una irresponsabilidad histórica».
Mientras tanto, Hegseth recorría las esclusas del Pacífico y anunciaba más «colaboración» en ciberseguridad e ingeniería. Palabras que, para los críticos, disfrazan un viejo juego de poder: EEUU fortalece su control sobre un punto clave del comercio mundial, y Panamá paga el precio, otra vez, en moneda soberana.