La pregunta ahora es qué día de esta semana el Banco de Inglaterra terminará haciendo el anuncio que no hizo este lunes para calmar a los mercados. Se prevén meses turbulentos.
La libra esterlina sigue en el tobogán que inició el presupuesto presentado el viernes en el parlamento por el flamante gobierno de Liz Truss y se acerca cada vez más a la paridad con el dólar. En el lunes de Asia (domingo por la noche británico) el valor de la divisa británica cayó un 5% y no mejoró en el lunes de Londres y otros mercados occidentales: se viene una semana de vértigo.
La intervención del Banco de Inglaterra a media tarde diciendo que “subiría las tasas de interés” si era necesaria no calmó a nadie. Los mercados esperaban un anuncio concreto, no un mensaje de que si fuera necesario anunciarían algo. La libra siguió en la cuerda floja y cerró a 1,03 dólares, su valor histórico más bajo.
La cautela del Banco de Inglaterra tiene su lógica. El jueves pasado, abriendo el paraguas ante el presupuesto que iba a anunciar al día siguiente el ministro de finanzas, Kwasi Kwarteng, el Banco había subido las tasas de interés a un 2,25%, su nivel más alto desde 2008. El mensaje aspiraba al impacto anestesiante que tuvo el célebre «haré todo lo que haga falta» de Mario Draghi en 2013 cuando era presidente del Banco Central Europeo para salvar al euro.
La pregunta ahora es qué día de esta semana el Banco terminará haciendo el anuncio que no hizo para ver si calma a las fieras. El jefe de economistas de Capital Economics, Paul Dales, predice meses turbulentos. “La nueva caída de la libra sugiere que estamos lejos del fin de esta historia. El resultado final va a ser que la tasa de interés aumentará hasta llegar probablemente al 5% en los próximos meses”, señaló Dales.
En el centro de esta turbulencia hay un objeto por el momento inamovible: el presupuesto neoliberal a ultranza que presentó el ministro de finanzas Kwasi Kwarteng el viernes. Lejos de seducir ha aterrorizado a los mismos que beneficia: los ricos y los mercados. La caída de la libra comenzó apenas terminó su presentación ante el parlamento hasya caer a su nivel más bajo en 37 años. Este lunes, con el mazazo que le propinaron los mercados asiáticos, se desplomó al subsuelo de 1971 respecto al dólar y a septiembre de 2020 en relación al euro. El resto de esta semana, chi lo sa?
El cuento del trickle down
El presupuesto contempla una disminución impositiva de 45 mil millones de libras concentrada en los ricos y las corporaciones a los que suma las 150 mil millones de asistencia a las empresas y los hogares frente al tarifazo que se viene en octubre para el gas y la electricidad. Con la deuda pública en un 100% del PBI y el país en recesión, está claro que las cuentas no cierran: la única manera de achicar la brecha entre una masiva caída de los ingresos fiscales y un fenomenal aumento del gasto, es emitir deuda.
Enrareciendo las aguas, el gobierno no presentó la evaluación que normalmente hace del presupuesto la autárquica OBR, Office of Budget Responsability. El pretexto fue que se trataba de un mini-presupuesto o un presupuesto de emergencia. A falta de evaluación independiente de la OBR, los especialistas coinciden en que esta política compromete al gobierno a emitir deuda por 411 mil millones de libras en los próximos cinco años en momentos en que la deuda pública ha saltado del 60% pre-pandemia al 100% del PBI.
El argumento del gobierno es que con esta política se saldrá del actual estancamiento económico: los ricos y las empresas invertirán más, generando un crecimiento económico que se derramará (trickle down) sobre el resto de la sociedad. A cuatro décadas de que empezara a circular, este cuento de hadas ha quedado fatalmente desacreditado por los hechos. Con un poco de suerte el dúo Truss-Kwarteng le ha dado el golpe de gracia.
Los ganadores de siempre
El jefe de la firma Pepperstone, Chris Weston estima que la libra se ha convertido en la moneda más frágil de los 10 países desarrollados que conforman el G10 financiero. “Los inversores claramente creen que no es sostenible tener una caída en el crecimiento y un déficit gemelo (…fiscal y comercial…)”, declaró Weston. La economista jefe del Deutsche Bank, Sanjay Raja, agregó que había un riesgo real de crisis de la balanza de pagos. “El precio de una política fiscal laxa quedó clara. Se va a necesitar un plan para poner orden en las las finanzas públicas”, dijo Raya.
Este plan exigiría que el gobierno diera marcha atrás con algunas medidas del presupuesto, algo que rozaría el suicidio político del dúo Truss-Kwarteng. Tanto la flamante primer ministro como su ministro de finanzas han sostenido públicamente las mismas políticas desde 2012. Ese año publicaron “Britannia unchained” (Liberar-desencadenar a Gran Bretaña) en la que proponían lo mismo que ejecutaron en estas primeras tres semanas.
Impermeable a las críticas, Truss dijo que era hora de dejar de hablar de redistribución y empezar a hablar de crecimiento. “Me parece justo que les bajemos los impuestos a los ricos porque ellos son los que más pagan. Con nuestro plan volveremos a crecer”, señaló con gesto desafiante la semana pasada la primera ministro.
Según el dominical conservador The Sunday Times, inversores de la City que la apoyaron, se encuentran entre los que apostaron contra la libra. “Una fuente presente en una cena a la que asistieron gerentes de los hedge funds (…fondos de inversión de alto riesgo…) la semana pasada reveló que todos eran simpatizantes de Truss y todos estaban apostando contra la libra. Muchos ganaron fortunas el viernes pasado cuando se anunció el presupuesto”, escribió en el dominical Harry Yorke.
El laborismo exigió al regulador de la city que investigue si hubo filtraciones del presupuesto que permitieron esta maniobra multimillonaria.
Pataleando en la tumba
Entretanto la Reina Isabel II, que falleció el 8 de septiembre, dos días después de la asunción de Truss, debe estar pataleando en su tumba. Los billetes y las monedas llevan su efigie. Hoy esa efigie se ha desvalorizado como nunca.
Cuando Isabel II fue coronada en 1953, la libra valía más de dos dólares. En las tres décadas siguientes mantuvo con altibajos esa equivalencia. En 1991, pleno thatcherismo, había descendido a 1.77 dólares. En este siglo el valor promedio fue entre 1,5 y 1,3 con tendencia a una continua, pero moderada baja. El día de su fallecimiento era 1,15. El viernes cayó a 1,09 y hoy rondó los 1,03 dólares. El pronóstico es tan claro como cielo inglés en invierno: tormentoso y a la baja.
Claro que no se trata de una cuestión monárquica o de un fetichismo fálico en torno a la moneda: el problema es de estructura económica. El Reino Unido tiene un crónico déficit comercial que compensa con las ganancias en el sector de servicios, especialmente el financiero y seguros. La industria se semi-evaporó en los 80 con el thatcherismo.
Una libra inestable caotiza la planificación de las empresas que importan y exportan. Con una moneda débil el déficit comercial va a tener un impacto más fuerte en los precios que pagan los consumidores en algunos productos esenciales. Desde ya en la energía con el costo asociado al transporte, pero también en alimentos: el Reino Unido importa la mitad de los alimentos que consume.
Con una economía en recesión y una inflación del 10% – 5 veces más que en las últimas dos décadas – el desbarajuste de las variables es evidente. No hay crecimiento a la vista. Mucho menos redistribución (salvo hacia arriba).