¿Qué persigue la UE relanzando industria bélica y promoviendo militarismo?

 

Yarisley Urrutia | Sputnik

Bruselas pone de inicio mil 500 millones de euros para impulsar la industria militar a través del Banco Europeo de Inversiones. Pero no hay un crecimiento económico que pueda sustentarlo y es improbable que se sufrague emitiendo deuda, explican los economistas consultados. Tampoco es previsible en España una vuelta al servicio militar obligatorio.

Las declaraciones de líderes europeos como Emmanuel Macron o el discurso recurrente de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, uno sobre la posibilidad de introducir tropas de la OTAN en el conflicto en Ucrania, otra sobre la necesidad de aumentar de manera significativa las capacidades militares de la UE, tienen ya un reflejo plausible a nivel mediático y también en el de la proyección económica.

La presión política se traslada tanto a portadas y editoriales de los principales diarios como al Banco Europeo de Inversiones (BEI), al que se quiere encargar la financiación del Plan de Defensa de la UE mediante la captación de sus recursos para desviar ayudas a las industrias militares de los países miembros.

Su directora, la exministra española de Economía, Nadia Calviño, ha reconocido que el esfuerzo en materia de seguridad y defensa será también una prioridad del BEI, en principio enfocado a sufragar proyectos de transición a una economía verde y a acelerar la digitalización.

«Debemos reforzar la industria europea de seguridad y defensa; nuestra capacidad defensiva y también disuasoria», manifestó al diario El País a finales de febrero, al que explicó que de los ocho mil millones de euros asignados hasta 2027 para esa materia y también para tecnologías de doble uso civil-militar, solo se han consumido dos mil millones, por lo que se va a tratar de «acelerar al máximo» el resto.

El objetivo de Bruselas es que para 2035 los países miembros adquieran la mitad de su armamento y tecnologías militares a compañías europeas con tal de no depender de terceros países. Es lo que se desprende del borrador de la futura Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIP), avanzando por el servicio de prensa de la Comisión Europea (CE) y sobre la que pivotará la ampliación de las capacidades militares de la UE.

Al respecto, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ya abogó durante una reunión del BEI a principios de febrero por ejecutar los fondos Next Generation de la UE en proyectos de la industria de defensa y no solo en los destinados a la transición digital y verde. La CE reserva una partida inicial de mil 500 millones de euros para impulsar la industria de defensa del bloque, también mediante ventajas fiscales (exención de IVA) o compras conjuntas.

¿Cómo podrá pagarse?

En Bruselas hay quien habla de utilizar los beneficios generados por los activos rusos congelados, una opción problemática de dudosa legalidad. Por otra parte, el comisario de Industria de la UE, Thierry Breton, insta a gastar más adelante cien mil millones de euros, cantidad para la que varios países miembros piden una emisión conjunta de bonos en aras de su consecución. Sin embargo, los ministerios de Defensa de los países miembros podrían mostrar sus recelos ante una cesión al bloque de áreas enteras vinculadas a la seguridad nacional.

Para Santiago Niño-Becerra, catedrático emérito de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull de Barcelona (URL), el imparable aumento del gasto militar en Europa no se pagará mediante un incremento de la presión fiscal. «Aunque hay margen para perseguir el fraude, por alguna razón hay escasa voluntad para ir por ahí», explica a Sputnik.

Y a diferencia de otros planteamientos, tampoco con emisión de deuda, piensa este economista, seguro de que el gasto militar, sencillamente, se descontará de otros. «Es lo que planteó el profesor Paul Samuelson en los años 50: si un país fabrica muchos cañones, tendrá que fabricar poca mantequilla», recuerda, seguro de que la elección de primar el gasto en armamento atiende mayoritariamente a razones políticas y que irá en detrimento al gasto para el sostenimiento de la sociedad del bienestar.

«Lo que sí está totalmente descartado es el camino de la deuda pública: la mayoría de países europeos supera el 60% de deuda, que es el límite fijado por el Pacto de Estabilidad, y España lo supera de largo: el 107 por ciento».

Diferencias con la Guerra Fría

La velocidad con la que políticos y medios de comunicación han asumido el giro radical en sus propósitos y narrativas a raíz del conflicto en Ucrania, ha sorprendido a buena parte de la opinión pública en España y en Europa occidental, como mínimo no acostumbrada a perspectivas tan sombrías.

Pese a que muchos líderes europeos matizan el pensamiento expresado por Maccron, en España, la prensa presenta la proximidad de una guerra con Rusia prácticamente como un hecho en vías de ser consumado, fomentando un pánico en la sociedad con el que ejercer su control.

Así lo expone en la red X el sociólogo y comunicador Aníbal Garzón, que en conversación con Sputnik afirma que lo que se busca es «justificar la militarización de Europa» y establecer un «discurso ultrachovinista frente a un enemigo externo con el que controlar a las masas».

A juicio de Garzón, los resultados de las elecciones al Europarlamento expresarán la falta de un rumbo propio en Bruselas. «La UE pierde relevancia en la política internacional –explica–. En lugar de empoderarse como un actor dentro del mundo multipolar donde relacionarse con países del sur global y las potencias emergentes, Europa se limita a seguir la política dictada por Washington y la OTAN».

«Dada la proximidad de las elecciones europeas, este miedo también opera en favor de los grandes partidos frente a las formaciones euroescépticas, la izquierda alternativa e incluso cierta extrema derecha chovinista y contraria a la UE», afirma A. Garzón.

El momento histórico recuerda a la Guerra Fría y su paranoia. Pero desde el punto de vista económico, la diferencia de aquella época con los tiempos actuales es «enorme», al menos en su primera parte, según Niño-Becerra. «Entonces el crecimiento económico en Europa era espectacular, incluida España, pero ahora el crecimiento es muy bajo y está concentrado en actividades y en sectores de población muy concretos», advierte.

«La evolución de la economía desde el 24 de febrero del 2022 no ha podido ir peor para Europa y, en concreto, para Alemania. Y muchas de las decisiones que se han tomado, entiendo que, sin demasiado análisis, han afectado a sectores concretos, como el agrario. El hecho es que Europa ha perdido competitividad. Por contra, EEUU ha salido claramente beneficiado, sobre todo, su sector energético y su complejo industrial militar’, parafraseando al presidente Eisenhower», explica Niño-Becerra.

Garzón admite que la falta de capacidades militares propias impide a la UE conducir políticas propias y soberanas, pero los líderes europeos, «como Macron, Scholtz e incluso Sánchez», están intentando desviar las críticas por la mala situación económica hacia «un enemigo constante, Rusia».

«La OTAN se ha apoderado de la política exterior europea por encima de lo que tenía que haber sido la política económica comunitaria», lamenta, convencido de que en los errores económicos cabe inscribir el “efecto boomerang” a las sanciones dictadas contra Rusia.

El modelo barato se encarece

Con el incremento del gasto militar y la ampliación de las capacidades de los ejércitos de la UE, también se trata de superar una limitación producto de la profesionalización de las fuerzas armadas en muchos países del club comunitario. En el caso de España, la envergadura de su Ejército de Tierra menguó y, hoy por hoy, sin una movilización, no alcanza para su contribución al futuro despliegue de las tropas de la OTAN al flanco oriental, acordado en 2023 en la cumbre de la alianza en Vilnius.

El paso a principios de siglo de un modelo de ejército de reclutas a otro de ejército profesional implicó para España una merma del número de efectivos. «Cuando se profesionalizó el Ejército, no se entendió que un ejército profesional es siempre más barato que un ejército de reclutas», explica a Sputnik Juan Antonio Herrero, autor en 1987 del Informe Crítico sobre el Servicio Militar e integrante en la Comisión mixta Congreso-Senado para la plena profesionalización de las Fuerzas Armadas y supresión del Servicio Militar Obligatorio en España, en tanto que experto civil.

«Y como no se entendió, se redujo el número de soldados, pensando que así se contenía el gasto militar, que era mucho mayor con el gasto de tropa recluta obligatoria», aduce J. A. Herrero. A su juicio, el aumento del gasto militar «no tiene por qué suponer un incremento» respecto al modelo anterior, donde se cubría como tropa a «ingenieros, doctores, gente con un valor económico mucho más alto en otros ámbitos».

El equívoco, incide, surge «si lo único que se mira es que el presupuesto ahora es más alto». Y si finalmente el modelo resulta ahora más caro, «será porque es un gasto mayor exigido por la OTAN «, no por una característica estructural.

Para Niño-Becerra, el problema en general del gasto militar consiste en que solo los países que «diseñan, construyen, exportan o licencian» armamento obtienen un «verdadero retorno económico» en su PIB.

«Y lo mismo sucede con la I+D militar que, pasados los años, se usa en el ámbito civil —subraya—. En el caso de España ese retorno es testimonial. El otro elemento es el coste. El armamento que da una ventaja militar es enormemente caro y precisa de recursos que, en muchísimas ocasiones, los países que se plantean construirlo no tienen».

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