Camila Betancor Santana | Sputnik
En diálogo con Sputnik, el analista internacional venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein, recordó el día de la liberación de Managua tras décadas de dictadura apoyada por EEUU.
La revolución, liderada por la organización política-militar de izquierda Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) —fundada por estudiantes, obreros y campesinos en 1961—, inició un proceso que revertía la opresión en la región.
El derrocamiento del Gobierno de facto de Anastasio Somoza Debayle, miembro de una familia que gobernó el país durante décadas con el apoyo estadounidense, se desarrolló mientras que América Latina se encontraba sumida en dictaduras, desde la de Augusto Pinochet (1973-1990) en Chile a la de Alfredo Stroessner (1954-1989) en Paraguay, pasando por gobiernos de facto en Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay, entre otros.
El triunfo de la revolución nicaragüense brindó «oxígeno para los pueblos que luchaban por su liberación», opinó Rodriguez Gelfenstein, agregando que la gesta «fue un impulso para la lucha de todos los pueblos del continente que se oponían a la dictadura».
En ese sentido, la Revolución Sandinista fortaleció los movimientos de liberación nacional de Centroamérica, particularmente en El Salvador, Guatemala y Honduras.
Para el analista, el año 1979 fue «muy importante» pues el «dominio imperial (de EEUU) comenzaba a hacerse agua [desmoronarse]». Además, la Revolución «tuvo una repercusión increíble porque produjo una alianza importante entre sectores de la izquierda revolucionaria con sectores socialdemócratas», valoró.
Los entonces mandatarios Carlos Andrés Pérez de Venezuela (1974-1979 y 1989-1993), Rodrigo Carazo Odio (1978-1982) de Costa Rica, Fidel Castro (1976-2008) de Cuba —que había triunfado con la Revolución Cubana en 1959—, José López Portillo de México (1976-1982) y Omar Torrijos Herrera de Panamá (1968 -1981) fueron parte de una alianza para impedir que la dictadura de Somoza se mantuviera en el poder. Estos gobiernos enviaron armas y combatientes para apoyar a los sandinistas.
La lucha contra los Somoza, si bien había comenzado en la década de 1950, cobró fuerza en 1978 luego del asesinato del nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del diario La Prensa.
El 19 de julio de 1979 presente en la memoria
Rodríguez Gelfenstein colaboró con el FSLN e integró una unidad de artillería cuando se disponían a liberar a Managua del régimen dictatorial que reprimía a las clases populares y que había perdido el apoyo de los sectores más privilegiados, la Iglesia Católica y el Gobierno de EEUU.
«El 17 de julio de 1979 recibimos la noticia de que el dictador se había ido», recordó el exguerrillero. EEUU había solicitado la renuncia de Somoza, que se vio obligado a exiliarse en Paraguay.
Sin embargo, la celebración no duró demasiado pues «cuando se suponía que todo había terminado, nos informaron que había quedado Francisco Urcuyo, que era presidente del Congreso, al frente del Gobierno».
«Ante esa situación el Frente Sandinista dio órdenes a todos los frentes de preparar una ofensiva contra Managua porque era una burla, tratar de dar continuidad al régimen sin el dictador», afirmó.
El 18, el movimiento popular se preparó para la ofensiva, envió patrullas de exploración que, mientras avanzaban, se encontraban con un «silencio absoluto»: el enemigo había huido.
«Lo supimos después: habían huido por el Puerto de San Juan del Sur (a 140 kilómetros de la ciudad de Managua). Se habían embarcado en lanchas hacia El Salvador», dijo Rodríguez Gelfenstein. El FSLN dio entonces la orden de recoger las municiones y partir hacia Managua.
Algunos frentes llegaron el mismo día 19. El venezolano, sin embargo, pasó la noche en Granada e ingresó a la capital del país el día después. «Fue una marcha muy lenta, salían miles de personas de las carreteras para recibirnos, saludarnos y tratar de subirse a los vehículos», recordó.
La Guardia Nacional y el Gobierno de facto finalmente se derrumbó ante el Frente Sandinista el 20 de julio, con la llegada del FSLN a la Plaza Revolución de la capital del país.
Se instauró así la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, coordinada por el actual presidente electo de Nicaragua (2007-2022) e integrada además por los sandinistas Sergio Ramírez, Moisés Hassan. También estaban el empresario Alfonso Robelo y Violeta Barrios de Chamorro —viuda de Pedro Joaquín Chamorro y quien sería electa presidenta en las elecciones de 1990—, que se consideraban independientes.
Del triunfo sandinista a la actualidad
A 43 años del triunfo sandinista, Nicaragua, Cuba y más recientemente Venezuela se mantienen, según Rodríguez Gelfenstein, como un ejemplo de liberación ante la injerencia de EEUU en América Latina.
Para el analista, los tres países «se han constituido como el eje del mal» para Washington por haber «desarrollado procesos políticos autónomos, alejados del control estadounidense, resistentes a su dominio imperial.
Esto lo hizo con importantes sistemas, modelos de participación política populares», así como «líneas de abastecimiento y de formación doctrinarias de las fuerzas armadas que no responden a las lógicas occidentales».
«Para EEUU no resulta agradable que el espacio fundamental donde tiene que mantener su control, que es lo que ellos llaman el ‘patio trasero’, haya países que sean absolutamente independientes en lo político y en lo militar.
Por eso es que la agresión se produce en el plano económico y en el plano cultural mediático, porque son los instrumentos que tiene EEUU para tratar de revertir procesos políticos», advirtió el analista.
Asimismo, en términos estratégicos y por sus fuertes vínculos con Rusia, estos países «no son sujetos de chantaje de EEUU».
En efecto, Rusia no solo mantiene vínculos bilaterales con las naciones latinoamericanas en el plano militar, sino que es un aliado importante en el plano político, diplomático, económico y el de la salud, desde hace más de 60, 40 y 20 años de Cuba, Nicaragua y Venezuela, respectivamente.
En ese sentido, Rodríguez Gelfenstein destacó el apoyo determinante de Rusia a los tres países ante las agresiones recibidas desde EEUU en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La cooperación con Moscú también fue clave durante la pandemia de COVID-19 y en la donación de alimentos. «Estos tres países tienen las mejores cifras de enfrentamiento a la pandemia en toda América Latina y eso en gran medida se debe a la cooperación que recibieron de Rusia», sostuvo.
Y agregó que Rusia contribuyó fuertemente al bienestar económico de las naciones con importantes «donaciones de trigo a Venezuela y a Cuba que, tras los bloqueos comerciales impuesto por los EEUU, sufren grandes dificultades para poder hacer sus compras internacionales».