La relación entre Rusia y Turquía preocupa a los países miembros de la Unión Europea (UE), que ven en Ankara a un aliado del Gobierno de Vladímir Putin a pesar de que el país gobernado por Recep Tayyip Erdogan es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Este sentimiento de recelo del bloque europeo hacia Turquía se dio a conocer en una carta de Josep Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, difundida por el medio alemán Funke Media Group.
En la misiva, se insta a Ankara a cambiar su política con respecto a Moscú y a sumarse a las sanciones económicas contra el Kremlin, una medida que han adoptado Estados Unidos y sus aliados para tratar de aislar a Rusia por su operación militar especial en Ucrania.
Asimismo, Borrell reprocha al Gobierno de Erdogan de mantener lazos comerciales con el país euroasiático, algo que no debería suceder si Turquía desea ser miembro de la Unión Europea, de acuerdo con el alto funcionario de Bruselas.
Ankara no adoptó sanciones contra Moscú como bloquear el espacio aéreo para los aviones rusos o suspender las compras de combustibles de ese país. Según cifras del medio Financial Times, Turquía aumentó sus importaciones de gas ruso hasta convertirlas en el 60% de todas sus importaciones. Actualmente, la mitad del gas que utilizan proviene de Rusia.
Según datos citados por Al Jazeera, durante octubre el volumen de exportaciones de Turquía a Rusia creció un 86% con un valor de 1.150 millones de dólares, mientras que las importaciones se duplicaron hasta alcanzar 5.030 millones de dólares.
Turquía tampoco se sumó a las sanciones contra la industria energética rusa y decidió, al igual que China, comprar los energéticos rusos en rublos, algo a lo que se oponen Estados Unidos y sus aliados europeos.
Ankara incluso se ha ofrecido como intermediaria en el conflicto con Ucrania para negociar, por ejemplo, el intercambio de prisioneros. Uno de los éxitos de esta intermediación fue el acuerdo de exportación de granos del mar Negro, que permite reactivar la salida de alimento ucraniano hacia varias partes del mundo y, de ese modo, evitar una crisis alimentaria global.
En octubre, Turquía y Rusia firmaron un acuerdo para convertir a Ankara en un centro de gas natural para Europa, con lo cual se podrían sustituir los suministros de los gaseoductos Nord Stream 1 y 2.
El 11 de diciembre, el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, tuvieron una conversación telefónica en la que abordaron las relaciones bilaterales, especialmente la energía, así como algunos temas regionales como el corredor de cereales y la lucha contra el terrorismo.
El pasado 12 de octubre, Putin declaró que Rusia podría redirigir el volumen de gas que ahora es incapaz de suministrar por los gasoductos Nord Stream 1 y 2 hacia la región del mar Negro, creando en Turquía un centro de distribución de gas para Europa, si los socios están interesados.