Manuel S. Espinoza J.
El profundo desajuste económico interno de EEUU, está agravando su situación de debacle de manera inminente. A muchos esto les parece algo inverosímil, de ciencia ficción política. Pero, ¿acaso EEUU han enfrentado alguna crisis mayor que la actual?
En medio de una Pandemia, recesión económica profunda, levantamiento y fraccionamiento racial violento con destrucción de negocios privados, en medio de una campaña electoral feroz, con los demócratas dirigiendo un «Golpe Blando» y sobre la base de su ya impagable deuda interna, un enorme déficit comercial extranjero, un serio distanciamiento de sus aliados tradicionales sobre todo en Europa y la pérdida de su hegemonía global por nuevos actores geopolíticos como China y Rusia en 6 frentes: comercial, tecnológico, financiero, militar, energético y en oro y divisas.
¿Cuál es el futuro a corto plazo y largo basado en el escenario actual? Mao Tse Tung dijo que Estados Unidos de Norteamérica era «un coloso con los pies de papel» (por el dólar seguramente) y son muchos los trabajos escritos sobre la debacle final y su desaparición como potencia e inclusive como país, sobre la base del indiscutible colapso moral, social y cultural y el indicador clave de la pésima economía norteamericana.
Desde luego que el error más frecuente de muchos es aseverar el derrumbe de EEUU con fecha exacta y apellido o el de darle un carácter de invencibles y eternos. Pero lo que nadie debe dudar es que su declive tiene más de 50 años de estarse gestando de varias formas.
Economía de papel
Si revisamos la deuda interna (nacional) de EEUU y su proceso de crecimiento, veremos una clara imposibilidad de que ellos puedan algún día pagarla. En general, la deuda pública aumenta como resultado del gasto público y disminuye a partir de los impuestos u otros ingresos, que fluctúan durante el transcurso de un año fiscal.
En EEUU neoliberal le hacen creer al pueblo que no son los colosales gastos en la esfera militar en sus guerras de expansión global, los que generan la principal preocupación por la sostenibilidad a largo plazo de las políticas fiscales del gobierno federal, sino el envejecimiento de la población y el aumento de los costos de atención médica y educación.
Lo anterior no es nuevo. El primer registro del endeudamiento del gobierno de Estados Unidos se remonta a 1783 con 43 millones de dólares, luego de la guerra de independencia contra la corona británica. Los nuevos Estados Unidos emitieron certificados de préstamos a gobiernos en Europa para ayudar a pagar la guerra.
Sin embargo, el sistema de deuda de EEUU no se formalizó por completo hasta 1790 con la Ley de Ingresos, cuando Alexander Hamilton (primer secretario del Tesoro de Estados Unidos), comenzó a emitir una nueva serie de bonos federales para cobrar la deuda de las colonias (ahora estados) en un solo gobierno federal, garantizado por la obligación de pago.
Esto estableció lo que se ha convertido en un principio esencial del sistema federal de Estados Unidos: el país tiene una economía con todas las deudas aseguradas, en última instancia, por el gobierno nacional. Desde entonces, la deuda ha sido alimentada durante siglos por más gastos para guerras, recesiones económicas e inflación. La misma situación hasta hoy día.
Durante la Guerra Civil entre 1860 y 1866, la deuda aumentó de 64.8 millones de dólares a más de 2.7 mil millones de dólares, aproximadamente 42 mil millones según los estándares actuales. Para la IGM, entre 1915 y 1917, los préstamos del país aumentaron a más de USD 5.7 mil millones (aproximadamente USD 112 mil millones en términos actuales) Y en el transcurso de 1918 y 1919, los préstamos se dispararon a USD 27 mil millones.
La Segunda Guerra Mundial llevó el gasto público al 43% del PIB de EEUU. El gobierno gastó más de 323 mil millones de dólares, aproximadamente 5.8 billones de dólares actualmente. Entre 1940 a 1946, la deuda aumentó de 42 mil millones a 269 mil millones de dólares.
Ya en las dos últimas décadas del siglo XX, el crecimiento de la deuda pública se desaceleró de 200 mil millones a 400 mil millones de dólares por año en la década de 1980 y mediados de la década de 1990, a aproximadamente 100 mil millones de dólares, cuando Bill Clinton hizo una buena gestión con su frase «It’s the economy stupid!» (¡Es la economía, estúpido!).
Deuda más deuda más deuda
En lo que va de este siglo, la deuda pública aumentó nuevamente debido a los recortes de impuestos y al aumento del gasto militar causado por las guerras en el Medio Oriente y al nuevo programa «D» de beneficios de salud de la administración Bush hijo. Simplemente la deuda nacional comenzó a crecer a una tasa de 400 mil millones a 500 mil millones de dólares por año. De 3,339 billones en septiembre de 2001 a 6,369 billones de dólares para fines de 2008.
A raíz de la crisis financiera mundial de 2007-08, la deuda aumentó a 11.917 billones de dólares a fines de julio de 2013, con Barack Obama en la Casa Blanca. Cuando EEUU necesitaba emitir un gran volumen de bonos para estabilizar el mercado financiero, confiaban en China, el principal titular de la deuda estadounidense y resto de compradores como Rusia, Arabia Saudita, Inglaterra, Japón, etc.
Donald Trump aumentó en más de 1.3 billones de dólares en nuevas deudas durante su primer año completo en el cargo, a medida que sus recortes de impuestos de 2017 y algunos aumentos recientes de gastos continuaron impactando las finanzas del gobierno.
Al 1 de mayo de 2020, la deuda nacional total era de 24.95 billones de dólares. El 18 de marzo de 2020, debido a la pandemia del coronavirus, el Congreso y Trump promulgaron la Ley de Ayuda Económica, Alivio y Seguridad Económica de 2.2 billones de dólares. El Comité para un Presupuesto Federal Responsable estimó que el déficit presupuestario para el año fiscal 2020 aumentaría a un récord de 3.8 billones de dólares, o 18.7% del PIB. Hoy su deuda nacional es de más de 26 billones de dólares. Y lo que aún le falta endeudarse hasta que la pandemia termine.
Estados Unidos tiene la mayor deuda externa del mundo. La Oficina de Presupuesto del Congreso pronosticó en abril de 2018 que la deuda pública aumentará a casi el 100% del PIB para 2028. Pero con la guerra comercial con China, el gigante asiático ha ido deshaciendo su cartera de bonos estadounidenses. Desde enero de 2018 y hasta el pasado 1 de octubre del 2019, China la redujo un 5,7%, cerca de un billón de euros. Esta situación no es nueva pues en 2015 el gigante asiático se desprendió de deuda por importe de 31.000 millones de dólares.
En el caso de Rusia, como una respuesta a las políticas de sanciones USA y en parte por la estrategia de desdolarización, sigue reduciendo las inversiones en los bonos estadounidenses. Con más de 180 mil millones de dólares en 2011 ha venido progresivamente reduciendo esta cantidad hasta quedarse en unos 14.000 millones en el 2018, y 10 mil 848 millones de dólares en junio del 2019. Rusia se centra en otras herramientas financieras y las inversiones en valores europeos y asiático; incrementa sus reservas de oro, hasta superar la cifra de reservas oficiales de China con más de 2.000 toneladas de oro.
Esto es sin duda un golpe a la economía USA ya que tiene que buscar nuevos inversores que confíen en su economía especulativa. Sobre todo, cuando El Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció el 5 de mayo de este año, que emitirá obligaciones de deuda por un récord de casi 3 billones de dólares, esencialmente para financiar el plan de reactivación de la economía paralizada por la pandemia.
¿Y qué de la agresiva competencia que el Euro y el Yuan tienen por situarse en el primer lugar en el comercio global? Recordemos que fue Francia la que demandó a EEUU a respaldar al dólar en oro y ante la inexistencia de tal reserva en oro, los norteamericanos se la ingeniaron en respaldarlo vía las transacciones globales de petróleo. Así nace a inicios de los 70 el petro-dólar. Pero ahora China tiene como principales vendedores de petróleo a los poseedores de las mayores reservas del oro negro, como Venezuela, Arabia Saudita, Rusia e Irán, comercializándolo en Yuan. Con la crisis del precio del petróleo jamás vista durante la pandemia, el dólar pierde cada vez más su validez.
Desde hace décadas EEUU lucha ferozmente por impedir una moneda que, al igual que el Euro, sea la divisa en Asia. El ACU (siglas en inglés de Unión Asiática de Compensación), que desde 2006 el Banco Central Asiático está tratando de impulsar con la suma del PIB de por lo menos 10 países de la región como China, Japón, Corea del Sur, Brunei, Camboya, Vietnam, Laos, Malasia, Singapur, Filipinas, Birmania y Tailandia, para lograr entre varios objetivos, el fin de la supremacía del dólar estadounidense.
Escenarios críticos del derrumbe
¿Qué sucederá entonces a lo interno de EEUU cuando esto ocurra, con tantos problemas estructurales socioeconómicos en una nación seriamente divida por las clases económicas y en pleno odio interracial?
• Thomas Chittum, en su libro escrito en 1995 «La Guerra Civil II: La próxima ruptura de América», pronostica el fin de EEUU para el 2020.
• Igor Panarin, un analista de la KGB, especialista en EEUU y posteriormente Decano de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Academia Diplomática de la Cancillería rusa, desde 1998 aseguró que su fin llegará hasta en su separación territorial en 6 zonas y que varias de estas serán controladas por Europa, Rusia y China.
• Patrick J. Buchanan, un alto consejero de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford, y Ronald Reagan, escribió en 2011 y no por casualidad y mero pesimismo, su libro «El suicidio de una potencia: ¿Sobrevivirá Norteamérica en 2025?»
• Y en 2007 el Consejo de Inteligencia Nacional le entregó un trabajo analítico sobre la situación global a Donald Trump, quien asumía entonces la Casa Blanca y donde se subrayaba que EEUU habían perdido la supremacía global.
El periodo post pandemia será crucial, no solo para la estabilidad social norteamericana, sino para su estatus como potencia mundial misma. Es cuestión solo de darle seguimiento, ya que en su desesperación serán muchas las acciones rapaces que llevará a cabo a nivel internacional, pero que al final no cambiarán su desastroso destino.