Manuel Espinoza E.
No hay duda que estar en los zapatos del Presidente de la República es una tarea muy compleja, y sobre todo, por los términos de riesgos para el futuro del país.
Las decisiones de carácter estratégico que él tome hoy en materia de política exterior, sin duda alguna repercutirán en el destino de la sociedad – nación en las próximas décadas. Y esto no es de poseer un ciego entusiasmo de que si EEUU está en declive y que pasado mañana el modelo capitalista neo-liberal o post neo-liberal será sustituido por la multipolaridad.
Que si el sino (chino)-centrismo ya sustituyó a la prevalencia norteamericana y si esa bipolaridad 2.0 es la que le traerá al sistema internacional un orden con nuevas reglas superando a las existentes o a las que surjan de la nueva multipolaridad de la que tanto se menciona ya o más bien si esta generará una mayor anarquía en el planeta.
La dificultad recae sobre todo en nuestra convicción de instaurar un modelo más justo, tanto a lo interno de nuestro país, como propiciar cambios sustantivos en el modelo global capitalista actual. Esto nos diferencia de los países vasallos. Tarea harto difícil, pues se trata de trastocar los cimientos y estructuras del poder económico especulador dentro y fuera del país. Y esto a los poderosos de la tierra no les gusta ni lo permitirán.
Entonces, ¿qué hacer y cómo lograr avanzar con los poderosos de la tierra impidiendo nuestros sueños de la segunda independencia y la construcción de la patria grande con sociedades más justas que la integren? ¿Con proyectos y verdaderos aliados, que generen nuestra independencia económica del modelo comercial asimétrico hasta hoy imperante en nuestra economía?
Estas son verdaderas ecuaciones de política exterior que requieren la comprensión mayor posible de la trayectoria que podría seguir del sistema internacional. Sin esto no podremos comprender las disyuntivas del gobierno ante escenarios muy complejos a producirse a corto, medio y largo plazo.
Ningún proyecto de política exterior se lograría si no se obra con la cautela y experiencia demostrada ya con éxitos marcados en los últimos 12 años.
Para muestra, un botón. Los caminos pedregosos, tortuosos y esclavizantes con que Mauricio Macri ha condenado a los argentinos con el préstamo de más de 55 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional.
Ahora busca desesperadamente cómo reformar muchas de las obligaciones ante el FMI, que por su conciencia apátrida y desclasada entregó por décadas a Argentina. A Macri no le importa nada, ni nadie. No entiende de previsión estratégica.
Su estrategia comprometida con el gran capital fue sencilla: «fortalecer el sistema de dominio financiero del modelo capitalista, que le ha beneficiado.» ¿Qué podrá hacer Argentina ahora? Renegociar los plazos de pago de la deuda es alargar su agonía.
Los planes y aspiraciones estratégicas de nuestra política interna y exterior están lejos de ser como las de Macri. Deben ser pretensiosos y realistas. Demanda en pensar que aun cuando el orden mundial liberal está pasando por tiempos difíciles, podría sucumbir o salir de la crisis fortalecido sobre todo porque tiene un margen considerable de maniobra.
De ahí que se debe imaginar un sistema con o sin la hegemonía norteamericana. Por lo menos nuestro análisis debe de integrar a seis principales jugadores tales como: EEUU, la UE, China, Rusia, India e Irán.
Eso sin mencionar nuestra región, ya que sería prudente analizarla en un ejercicio analítico por separado.
EEUU (nuestro mayor adversario político) aún es la punta del tren occidental y a nivel unipolar quieren reinar con el uso de la fuerza militar y económica dentro del multipolarismo naciente.
Aunque a regañadientes, sus mismos aliados ven cómo EEUU, en la cara de Donald Trump debilita la alianza occidental e instituciones internacionales y engrandece su egoísmo ilustrado de «Let’s make America great again», no terminan de separar sus respectivos vagones de la locomotora punta ni mucho menos salirse de los rieles del modelo neoliberal a lo USA.
Trump y la amenaza de guerra civil
Sin embargo, es posible que la polarización interna en EEUU procure más su debilitamiento como nación (de continuar en otro termino Trump podría hasta causar una guerra civil; no es nada nuevo: eso se especula desde que llegó a la Casa Blanca) y que junto con la aparición de nuevos centros de poder, el sistema neo-liberal pueda sufrir la modificación más importante, basada un liderazgo ausente por parte de EEUU.
Mientras no se vislumbre con claridad el destino electoral de Trump, la tendencia a una mayor confrontación multicéntrica es más que segura.
Esa es precisamente el rostro de un orden multipolar con nuevas reglas dispersas, donde cada uno defenderá sus intereses con libertad de maniobra. Entonces EEUU volverá a sus aliados europeos y asiáticos con mayores garantías para su seguridad y elementos de atracción económica – comerciales mejoradas.
Su dilema con China de presión militar sin llegar a la guerra, con el mejoramiento de la guerra comercial a cambio de la división de la posible alianza político–militar con Rusia, será la estrategia a seguir con el Kremlin también.
La lógica es tratarlos por separado, creando la duda y el debilitamiento del nuevo centro de poder hegemónico global en Euroasia. ¿Y si lo logra? ¿Y si más bien genera una mayor alianza? La respuesta no es para mañana. La solo lectura de los planes militares norteamericanos en su política exterior, permite visualizar lo largo y difícil de la gestación de una nueva multipolaridad discrecional entre los competidores.
Contra Rusia, la estrategia va desde el cambio de régimen, la activación de zonas de poder como el Cáucaso, el Pribáltico y Ucrania, hasta la amenaza de la guerra nuclear. Ya ni se diga las sanciones que procure junto a la UE contra Rusia.
Sin embargo, la UE está entre el aislacionismo USA y el debilitamiento continental con el BREXIT. Y no del todo está entusiasmada en seguir a la administración Trump con las sanciones a Rusia. Más bien ve nuevas oportunidades en China y a Rusia en un bloque euroasiático con muchas perspectivas.
La UE se distancia de la lógica norteamericana hacia Irán y tratara de mantener el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) con o sin EEUU. Europa está demasiado diezmada con la migración de África y el mundo árabe y será la primera en pagar las consecuencias de una guerra USA con Irán.
Lo más que añoran en la UE es un cambio de curso en la política exterior, que genere capacidades compartidas y no necesariamente las militares, que provocan una conducta nada grata en su historia por parte de Rusia.
A China y Rusia les interesa que EEUU se estanque en Irán. Su activismo puede a largo plazo quebrar los centros y balanzas de poder principal en la región y su declive se acelerará más. Igual sucede con su dilema sobre el problema nuclear coreano.
Al final lograrán oficializar internacionalmente la capacidad nuclear de Corea del Norte. Rusia y China están convencidos de que un retorno al modelo de conflicto ideológico es ilógico, pero tampoco el orden al mando norteamericano les conviene. Entienden y conocen los planes estratégicos de EEUU en fortalecer sus relaciones con los países de Asia Central en función del debilitamiento geopolítico de Rusia y comercial de China.
Toda una inversión monstruosa, que sin duda no logrará aislarlos de la influencia de China y no solo por su cercanía, sino por la dimensión del mega proyecto de la ruta de la seda y de la atracción de gravedad de la periferia rusa. De ahí que Autonomía Estratégica es la cara de la nueva multipolaridad, que difícilmente restablecerá los desequilibrios estructurales del sistema actual.
China y Rusia son demasiado grandes para el viejo orden. La Unión Europea trata de ser cada vez más independiente con la OTAN y su agrandamiento con más países de Europa oriental y ex –soviéticos, pero aun cuando quieren aislarse deberán mantenerse leal a cierta distancia con EEUU.
Al igual que Japón y Corea del Sur y hasta Taiwán, ya ni se diga la India. La razón es única y se denomina China, la amenaza estratégica de EEUU. La autonomía estratégica es más atractiva que el liderazgo de Estados Unidos.
Un momento de oportunidad de maniobra para todos en su política exterior. Peligroso porque no permite errores. Como el que está gestando EEUU en su Bipolaridad 2.0 con China.
La confrontación con China parece apenas iniciar y China disputa regional y globalmente la hegemonía norteamericana. Aún, con muy poca edad, el dragón parece tener instrumentos necesarios para dar la batalla, por ahora comercial-financiera, luego tecnológica, donde todo es peligroso y letal. Hasta llegar a la confrontación final: la militar.
Rusia se siente cómoda, ya que ocupa un lugar preponderante en la estrategia de ambas potencias enfrentadas. Ambos le necesitarán en el Día «D».
Mientras, a EEUU le urgen mayores aliados en Asia y deberá pagar más para lograrlo. Eso implica el rehacer a una nueva China a corto plazo en la región, que a largo plazo le dispute la supremacía regional. Países como India y Vietnam están bajo la lupa de esa posibilidad, hasta lograr contraponerlos, evitando ser ellos los actores principales en una confrontación militar con China.
Lo que sucede para EEUU es que aún poseen un síndrome de victoria sobre el socialismo soviético, en base a una política blendengue de Mijail Gorbachov (el último presidente de la Unión Soviética) y su nueva mentalidad en los asuntos internacionales, que llevó a la URSS a desaparecer.
La actuación de Rusia en Siria es apena una muestra de la conducta de las potencias en periodos de traslape sistémico y anarquía internacional.
No están seguros de cómo se comportará China en el plano bélico y hasta qué nivel pueden llegar las potencias nucleares ahora. Hasta hoy, su mejor desafiante ha sido Corea del Norte, una versión de punta de lanza China.
El lector podría establecer que nos salimos fuera del perímetro analítico necesario. El mundo sigue siendo caótico y turbulento producto de las intenciones hegemónicas de la élite de poder occidental.
La comprensión de lo anterior por la mayoría de nicaragüenses, es una urgente necesidad para crear una sociedad monolítica que se identifique con los planes de política exterior en materia de riesgos y oportunidades a corto, medio y largo plazo. Lo peor que puede suceder es no atreverse a cruzar el mar. Nuestro limite es el cielo y el premio todas sus estrellas.