Nicaleaks
Nos encontramos por ahí con publicaciones de varios medios de comunicación de diciembre del año pasado, referentes a Enrique Zelaya, alias “Dr. Henry”, un médico que participó en la Contra somocista y que hoy se presenta como un angelito acosado por demonios que lo empujan a tomar las armas nuevamente.
No fueron encuentros casuales. Zelaya buscó expresamente a medios involucrados en el fallido golpe de Estado, en el que el mismo “Henry” estuvo inmerso. Este excontra podrá engañar a las nuevas generaciones, pero no a los que vivimos el terror que sembraron en el país las hordas a las que perteneció y cuyas acciones ahora dulcifica.
Se presenta como un hombre amante de la paz, que alerta sobre el peligro de que en Nicaragua ocurra una guerra civil. Por el contrario, fueron sus mejores deseos el año pasado. Este exmiembro del Estado Mayor de la Contra que prefirió dedicarse a la rentable ganadería antes que a la medicina, se apresuró a convertirse el año pasado en representante de los excontras ante el autollamado Frente Amplio Democrático (FAD).
¿Qué buscaba este “neopacifista” al comprometerse en el desarrollo del “golpe suave” que dejó más de dos centenares de muertes en Nicaragua? No se nos ocurre más que pensar que aún no sana la roncha de haber sido derrotado junto a sus huestes por el sandinismo, pese al financiamiento multimillonario que recibían de parte del multiasesino Ronald Reagan. Eso, si acaso no es rampante oportunismo.
“La guerra no es nada bueno”. Así empieza un escrito en el que recurriendo a sofismas y falacias, pretende hacer creer que odia las soluciones violentas. Pero el “Dr. Henry”, quien guarda –y publica- con sentimiento una foto donde aparece dando la mano a Ronald Reagan, se da de inmediato con la piedra en los dientes al avalar y hasta enternecer el rol sanguinario de los golpistas.
Con su lenguaje bivalente se refiere a la lucha de Sandino, al que insinúa respetar; la emprende contra el general Pedro Altamirano, a quien endilga el mote de “bandolero”, a como llamaban Somoza y los gringos al General de Hombres Libres, y no pierde la oportunidad para enlodar, una vez más, el nombre de su hermano Marlon Zelaya, un destacado miembro de la Juventud Sandinista que cayó combatiendo a los amigos del “Dr. Henry” en los años 80.
La contradictoria vida de este señor se pone de manifiesto casi en cada párrafo de su artículo autobiográfico, en donde entre otras cosas asegura que a él y a Marlon se les “sembró la semilla” de que había jóvenes que peleaban por “algo”, el día que vieron que en un barrio de Jinotega la guardia somocista había asesinado a un muchacho.
Se cuida de decir que el muerto era del FSLN, no obstante, es sencillo colegir qué tipo de “semilla” se sembró en aquel instante en ambos hermanos: Marlon escogió ser guerrillero sandinista, y el que más tarde elegiría apodarse “Dr. Henry”, se fue al bando de los asesinos del chavalo jinotegano.
Marlon murió como un héroe combatiendo a los enemigos de la revolución, mientras su hermano mayor optó por irse a Estados Unidos a estudiar medicina, algo que no cualquiera logra por estos lares.
Hoy, sin embargo, la vileza del excontra “Dr. Henry” es tal, que insinúa que Marlon no fue ningún héroe, que fue asesinado por la espalda por sus propios compañeros, y justifica que ese fue el detonante de su odio visceral hacia el sandinismo.
Y va más allá al asegurar que en 1982, Marlon le dijo que no estaba de acuerdo con el Servicio Militar, pese a que sus compañeros lo recuerdan como un alegre muchacho entregado de lleno al servicio de la revolución. ¿Qué hacía entonces un renegado al frente de un batallón de reclutas enfrentando a balazos a exguardias somocistas?
Es fácil ver que el odio todavía consume al excontra “Dr. Henry”. Ahora inventa que a Marlon lo mandó a asesinar “la cúpula mayor” del FSLN, es decir, la Dirección Nacional, porque “les estorbaba”. En vez de elucubrar, que le pregunte de una vez a Henry Ruiz, a Luis Carrión o a Jaime Wheelock, que ahora están en su misma acera política.
¿Qué peligro podría significar un joven dirigente sandinista para la “cúpula mayor” del sandinismo en los años 80? Obviamente este tipo está enfermo y no haya qué inventar para justificar su sanguinario proceder de los años 80, cuando fue parte de una organización criminal organizada, entrenada y financiada por Ronald Reagan, a quien estrechó la mano manchada con la sangre de su hermano Marlon.
Después salta a su verdadero objetivo: el golpe de Estado. Y asegura que “se está repitiendo la historia”. Habla de crueles torturas en los años 80 en la cárcel de Waswalí, Matagalpa, y sostiene que lo mismo ocurre en El Chipote, en Managua, con los golpistas encarcelados.
Habla de “uñas arrancadas, torturas de toda clase, hambre, enfermedades, desaparecidos…” Y se refiere a sujetos que cuando fueron liberados recientemente, lucían más gordos y sanos que cuando entraron a la prisión. ¿Quién de ellos, cuya mayoría continúa sus labores de desestabilización habló de uñas arrancadas u otras torturas “horribles”?
Dice el excontra “Dr. Henry” que en los años 80 en Pantasma “se sembró la semilla de la contrarrevolución”. Y claro, el paralelismo que buscaba en 2018 tendía a “sembrar” la semilla de una nueva guerra en Nicaragua. En los 80 la excusa fue el “sandino-comunismo” que comía niños, hacía jabón a los viejos y se llevaba el agua y la comida hacia Cuba. El año pasado fueron Indio-Maíz, el Canal Interoceánico y las reformas al INSS que golpeaban a desvalidos ancianitos. Cierto, “Henry”, se repite la historia de odio y mentiras.
Y este santurrón, que lamenta no tener cinco mil fusiles para repartirlos entre presuntos seguidores, hace apología de las bandas delincuenciales que asolan zonas fronterizas con Honduras, donde asesinan a gente inocente, roban, violan y secuestran a fin de obtener dinero de sus víctimas.
El Ejército de Nicaragua y la Policía Nacional han dicho en reiteradas ocasiones, que las bandas de abigeos y criminales se ocasionan bajas entre sí debido a enfrentamientos armados por botines o por resguardo de territorios que utilizan para el tráfico de drogas.
El excontra “Henry” corrobora lo anterior, solo que le pone una justificación que pretende exonerarlos por la barbarie que han llevado al campo. Asegura que el sandinismo contrata a combatientes de la contra que fueron “malos en la guerra” y “que siguieron haciendo el mal después”.
Según él, les “ofrecen dinero, licor y mujeres, una oferta muy habitual en todos los ejércitos. Son esos ex-contras que conocen la montaña los que disparan, los que les llevan a los campesinos la mochila bomba preparada por el Ejército, los que delatan… Son los que fueron contras los que son captados para hacer esas acciones criminales”, sostiene.
Es decir, contras matando a contras. Eso es exactamente lo que han expuesto nuestras autoridades, solo que las motivaciones son diferentes, ya lo hemos dicho: pleitos por drogas, robo de botines, rencillas personales, etc.
Por último, una muestra más de la ambivalencia de Enrique Zelaya, alias “Dr. Henry”, cuya formación profesional y militar corrió a manos de los yanquis, sus benefactores en los años 80. Jura que no quiere más guerra, pero relata que en 2016, cuando vino Luis Almagro de la OEA a Nicaragua, se reunió junto a otros políticos con él y pidió que regresaran las armas a los Contras para “volver a luchar por la democracia”.
¿Cuál democracia? Este “Freedom Fighters» de Ronald Reagan, quien les consiguió financiamiento incluso contraviniendo las leyes del Congreso gringo, se refiere quizás a lo que dijo en una ocasión su “partner”, el excomandante de la Contra, Edgard Chamorro:
“Una parte importante de mi trabajo como oficial de comunicaciones fue trabajar para mejorar la imagen de la FDN (Fuerza Democrática Nicaragüense, el mayor grupo de la Contra). “Esto fue un desafío, porque matar presos y civiles sospechosos de colaboración con los sandinistas era una práctica acostumbrada. Al hablar con los comandantes en los campamentos de la FDN a lo largo de la frontera hondureña, a menudo he oído comentarios como «le cortó la garganta».
“La CIA no desalentó tales tácticas. Por el contrario, la agencia me criticó severamente cuando admití a la prensa que el FDN secuestró y ejecutó regularmente a trabajadores de la reforma agraria y civiles…”.