*Carlos Alberto Escorcia Polanco
Existen múltiples maneras de ver, entender, analizar e interpretar a la Oposición antisandinistas que hoy por hoy se ha convertido en una oposición mercenaria (pagada por una potencia extranjera), parasitaria, traidora, proxeneta política, provinciana, parroquial (come curas idólatras romanos), ignorante, fanática y totalmente dependiente de los Estados Unidos de América.
Históricamente se autodefinían como “Paralelas históricas” desde la época de Frutos Chamorro, en 1854, el patriarca original de la dinastía Chamorro, la cual dió cuenta de 7 presidentes del mismo linaje oligarca y que en la época actual pretendieron lanzar a 3 primos de sangre de la misma estirpe sangrienta, solo superada por la otra brutal paralela, la dinastía de los Somoza.
Dichas “Paralelas históricas” Libero-Conservadoras, también conocidas como “Timbucos y Calandracas” tomaron turno al bate durante más de 150 años para piñatearse los recursos del estado de la nación nicaragüense.
Con la excepción de los Pellas y un par de familias banqueras, las 2 familias más ricas de Nicaragua han sido los Somoza y los Chamorro, siendo quienes usufructuaron el monopolio del poder político en Nicaragua por casi 8 generaciones.
Sociológicamente, la oposición nicaragüense se desarrolló en 2 grupos: la Oligarquía blancoide, gravitando mayormente alrededor de la estirpe dinástica de la familia Chamorro y la Burguesía Chapiolla, la cual tuvo su máxima expresión histórica con el surgimiento y consolidación de la tiranía somocista.
El fundador de la tiranía somocista, Anastasio Somoza García, (nieto de Bernabé Somoza, famoso abigeo de Rivas), era despreciado por la Oligarquía sangre azul de la calle atravesada de Granada y aceptado a regañadientes por la otra vertiente sangre azul de León, por su matrimonio con Salvadora Debayle, hermana de la musa Dariana, Margarita, la del poema, “Margarita está linda la mar”, inmortalizada por el príncipe de las letras castellanas, el gran Rubén, autor de la monumental “Oda a Roosevelt” de proyección profética impresionante.
Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, irrumpe con potencia telúrica, como una gigante bomba de contacto, la mejor expresión histórica organizada de los obreros y campesinos aglutinados, organizados y vanguardizados por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN. “Llegaron los que no estaban invitados” como diría el venado somocista de origen israelí Lazlo Pataki.
Con la irrupción de la fuerza histórica de los pobres, los «comecuandohay», los pescuezo tierroso, los descalzos, “los condenados de la tierra”, de Franz Fanón, los «sajinudos», de quienes Sandino había profetizado que “solo su fuerza organizada logrará el triunfo”, tanto el imperialismo norteamericano como sus títeres locales, oligarcas y burgueses, pegaron el grito al cielo y dijeron “sálvanos Señor que perecemos” para citar al primer teólogo de la Liberación de Nicaragua, Uriel Molina Oliu.
El terror y el pánico se apoderaron de las altas esferas de poder en Washington, la capital del imperio. La ofensiva final de los guerrilleros Sandinistas, esos “muchachos guebos de oro” que bajaron de los cerros, como dijera un campesino de Tisma, se convirtió en la guerra de guerrillas de liberación nacional, más observada, mas estudiada, más analizada de los tiempos modernos por parte de los estrategas del Pentágono, de la Agencia Central de Inteligencia, CIA y demás expertos e ideólogos de los “tanques de pensamiento” del imperialismo yanque.
La plutocracia gobernante concluyó que la naciente Revolución Popular Sandinista tenia que ser detenida y aplastada desde su infancia. No señores, no fue Ronald Reagan quien inició las operaciones encubiertas contra Nicaragua. Fue nada más, ni nada menos que James Earl Carter quien le ordenó a la CIA iniciar operaciones de desestabilización contra la infanta (niña) Revolución.
El imperialismo norteamericano desató entonces toda su furia, toda su crueldad, todo su odio contra el segundo gobierno, después de Cuba, de obreros y campesinos que triunfaba en América Latina, prácticamente en las propias narices de “la bestia rubia del norte” como la caracterizó el más ilustre de todos los nicaragüenses, Augusto Cesar Sandino.
El gobierno más poderoso del planeta tierra, en toda la historia de la humanidad, nos sentenció a muerte y nos declaró la guerra. La Agencia Central de Inteligencia CIA organizó entonces la guerrilla campesina asalariada más grande del mundo, conocida como “La Contra.”
El pueblo y gobierno de Nicaragua resistieron la cruel embestida de la guerra de La Contra. 38 mil nicaragüenses perdieron la vida, Estados Unidos dinamitó puentes en zonas agrícolas de producción, asesinó centenares de alfabetizadores, puso minas acuáticas en nuestros puertos para impedir el atraque de barcos comerciales a nuestros puertos, impuso un embargo financiero, económico y comercial contra las exportaciones y operaciones bancarias de organismos multilaterales.
Como se jactan los “economistas” somocianos, la economía nicaragüense retrocedió a niveles de 1943, aunque no hasta la edad de piedra como prometieron hacer con el Chile de Salvador Allende.
El pueblo nicaragüense, vanguardizado por el FSLN y su gobierno, dirigido por el comandante histórico, Daniel Ortega Saavedra, ese muchacho de 32 años que entró triunfante a la plaza el 20 de Julio de 1979, derrotaron la agresión extranjera, primero en el terreno jurídico con la histórica victoria judicial cuando la Corte Internacional de Justicia de La Haya, juzgó y condenó a Estados Unidos por su agresión ilegal contra Nicaragua y después derrotamos a la Contra en la montaña.
Posteriormente, aunque perdimos una elección, pero no la guerra, la Contra, se vio obligada a desarmarse luego del triunfo de Violeta Chamorro en 1990. Aquí se registra la mas grande traición al pueblo de Nicaragua, protagonizada por la bancada Sandinista en la Asamblea Nacional, controlada por fuerzas de la hoy desaparecida Union Nacional Opositora.
La bancada Sandinista entera, equivalente a todos los diputados rojinegros, encabezados por Sergio Ramírez Mercado, el hombre que le ha hecho más daño a Nicaragua que el coronel somocista Enrique Bermúdez Varela, comandante de La Contra, se pasaron al bando somocista-chamorrista, con todo y cartuchera.
El comandante Daniel Ortega Saavedra, se quedó solo, o mejor dicho lo dejaron solo, sus antiguos compañeros de aventuras juveniles y gestas heroicas revolucionarias. Pero en realidad no estaba solo.
Toda la pobretería de Nicaragua, los mozos de hacienda, los peones agrícolas, los cortadores de café y algodón, las empleadas domésticas, los vendedores ambulantes, las locatarias de los mercados, haciendo honor a la frase lapidaria de Sandino, “solo los obreros y campesinos, irán hasta el final; solo su fuerza organizada, logrará el triunfo”, estos no abandonaron al comandante Sandinista.
Tampoco Daniel dejó solo al pueblo. Durante esa jornada en el desierto, donde el pueblo junto con el FSLN cruzaron el Niagara en taburete, durante la feroz ofensiva neoliberal de los 3 gobiernos títeres Lacayo-Arnoldo-Churruco-Somocianos, Daniel recorrió el país entero.
No hubo comarca, no hubo caserío, no hubo barrio donde el comandante no hiciera acto de presencia para acompañar al pueblo a resistir el vendaval.
“Gobernando sin guerras, sin bloqueos, sin sabotajes a la producción, sin minados a los puertos, sin voladuras de puentes, sin vuelos supersónicos del ‘pájaro negro’ el avión espía SR-71, sin ataques con lanchas pirañas de la CIA, con toda la generosidad de la comunidad mundial y la banca internacional, luego que prometieron el cielo y la tierra, los autodenominados sectores democráticos, jinetearon el macho por 17 años y fracasaron”, decía un comentario editorial del diario La Opinión de Los Ángeles, California, el 5 de Julio de 2008.
El pueblo de Nicaragua, ese pueblo que el día que no trabaja, no come, acompañado por Daniel, enfrentó y sufrió derrota electoral tras derrota electoral, con fraudes horrendos, sin que la OEA se dignara convocar ninguna sesión del Consejo Permanente para enviar una comisión investigadora.
Los fraudes eran tan abiertos como descarados. Durante la elección que “ganó” Arnoldo Alemán, a eso de las 9:00 PM de la noche, repentinamente se interrumpió el fluido eléctrico en el Centro Nacional de Cómputos, controlado por los liberales, el cual estaba ubicado reveladoramente en el Centro BANIC.
Un par de horas después volvió la luz y extrañamente quien estaba en el edificio era nada menos que el embajador de los Estados Unidos, el cubano americano Lino Gutiérrez. Nadie sabe que pito tocaba ese embajador allí, ya que no le correspondía estar allí en lo absoluto.
Las boletas electorales ya marcadas, aparecían tiradas en los cauces de la capital. Para las elecciones que “ganó” Alemán, el propio Oscar Arias, jefe de la delegación de observadores del Centro Carter, le dijo al comandante Ortega, que el fraude en su contra era tan obvio que en Costa Rica, hubiese sido suficiente para anular y repetir la elección, pero que el (Arias) le recomendaba a Daniel no reclamar porque simplemente no le iban a creer.
En 2001, para las elecciones que ganó Enrique Bolaños Geyer, el mandatario Arnoldo Alemán ordenó al Ejército sacar los tanques a la calle a patrullar el propio día de las elecciones, cuando no existía ni un solo indicio de agresión militar que ameritara tal despliegue de fuerza a todas luces innecesario.
¿Se imaginan el escándalo noticioso mundial que se hubiera armado si alguna vez el comandante Ortega sacara los tanques a patrullar Managua, el propio día de las elecciones?
Primero la noticia saldría en primera plana en todos los grandes rotativos del mundo entero. Segundo, todas las grandes cadenas de televisión transmitirían la noticia y Tercero, la OEA inmediatamente se reuniría de emergencia para considerar esa brutal, innecesaria y extraña militarización de las elecciones.
Pero cuando Alemán hizo eso, militarizar el país con los tanques, nadie se alarmó contra esta brutal intimidación a los votantes.
Todo eso ha sido olímpicamente olvidado por la desmemoriada oposición antisandinista. Olvidaron que el FSLN se tragó 3 fraudes electorales monstruosos y aceptó su “derrota” porque primero estaba la paz y la estabilidad de los nicaragüenses.
Primero estaba la tranquilidad de la patria y porque, Daniel sabia harto muy bien, que no sería escuchado, ni por la OEA, ni por la ONU, ni por nadie.
Durante todas esas 3 elecciones (Chamorro, Alemán, Bolaños), los 3 gobiernos al servicio de una potencia extranjera, no solo desmantelaron todas las principales conquistas sociales de las mayorías empobrecidas que habían sido beneficiadas con la Reforma Agraria y con viviendas, sino aceleraron el desempleo, la pobreza y el hambre entre más de 200 mil familias nicaragüenses.
El gobierno de Doña Violeta devolvió a sus “legítimos” dueños, los exguardias somocistas, los miles de viviendas confiscadas a la genocida, protagonizándose crueles e inhumanos desalojos de ancianas madres de héroes y mártires, así como viudas y huérfanos de combatientes sandinistas.
Realizó despidos masivos para dar paso al huracán “democrático” de las paralelas históricas libero-conservadoras que recuperaban sus privilegios, lanzando al desempleo y al hambre a mas de 200 mil nicaragüenses, despedidos del gobierno y del ejercito bajo el eufemismo de “compactados.”
En todas las instituciones del estado, todos los ministerios, todas las alcaldías que ellos ganaron, hicieron total y absoluta barrida de todos los empleados Sandinistas. Inventaron un axioma administrativo según el cual, todos los puestos del gobierno, eran puestos de «confianza».
En esa barrida de confianza despidieron choferes, jardineros, señoras encargadas de la limpieza, sin contemplaciones. Solo se escaparon hermosas muchachonas recepcionistas o secretarias que estuvieran dispuestas a “prestarlo” con tal de conservar sus puestos.
El odio, la saña, la patológica obsesión y el furor enfermizo contra todo lo que oliera a Sandinismo, se extendió más allá de los límites del gobierno, la policía y el ejército. A manera de ejemplo, supe de una anécdota me fue relatada por una maestra del instituto de Secundaria Rigoberto López Pérez, antes Primero de Febrero.
La nueva directora del instituto Rigoberto López Pérez, nombrada luego que Doña Violeta asumió el poder, era una furibunda somocista y redomada antisandinista. Una mañana que llegó un camión de la Coca Cola a dejar gaseosas y retirar las botellas vacías, la directora del Rigoberto vio a un trabajador que cargaba las cajillas de gaseosa, que este llevaba puesta una gorra que decía “Viva Daniel”.
Hecha una energúmena y llena de furia, la mujer se fue a su oficina, llamó al gerente de la Coca Cola y a grito partido le exigió que ese trabajador con gorra de “Viva Daniel” no lo quería volver a ver llegar en los camiones de la Coca Cola. La amiga que me conto este incidente dice que el humilde obrero de la gorra jamás regresó en los camiones de la Coca Cola. Así odia la guardia y así odian todos los antisandinistas y a eso le llaman “democracia”.
Existe un dicho popular que dice “el que parpadea pierde”. Durante 3 periodos consecutivos, los auto apodados “sectores democráticos” se habían alzado con la victoria. Todas las tendencias antisandinistas habían ido unidas durante estos 3 comicios presidenciales.
Pero en el año 2006, parpadearon. Por primera vez y por celos y personalismos internos, los “sectores democráticos” se dividieron y se lanzaron con dos candidatos, José Rizo Castellón por la tendencia alemanista y Eduardo Montealegre Rivas, por su propia tendencia “Vamos con Eduardo.”
No era necesario haberse graduado en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard para poder predecir que los
candidatos perderían ante el candidato del FSLN, Daniel Ortega Saavedra. En efecto perdieron y el FSLN se alzó con la victoria Sandinista, la cual no pudieron cuestionar, ya que los tomo por sorpresa.
El retorno al poder del presidente Daniel Ortega Saavedra en 2007, significó para los históricamente marginados el retorno de la esperanza. Significó un segundo 19 de Julio, una nueva “fiesta de liberación de los oprimidos” de la que nos habla la Biblia.
La alegría se extendió como reguero de pólvora entre la pobretería de los barrios humildes de Managua y los valles y cañadas del agro nicaragüenses.
El mismo día de la toma de posesión del comandante Ortega, su primer acto de gobierno fue firmar el Convenio Petrolero con Venezuela, el cual, debido a la torpeza política de los antisandinistas, terminó en un Emporio Privado que benefició ampliamente a los mas necesitados.
Allegados al presidente Ortega repartieron miles, por no decir millones de tejas de zinc por todo el territorio nacional y todo otorgado por un organismo privado, porque el acoso antisandinista así lo decidió.
Aunque el protocolo petrolero con Venezuela, era exactamente el mismo que el presidente Hugo Chávez le ofreció al presidente Bolaños, y que este rechazó por órdenes de Comin Powell,la oposición creyó que era un regalo del gobierno venezolano al gobierno de Daniel Ortega y que estaba impregnado de corrupción de principio a fin.
En realidad se trataba de un convenio comercial entre Petróleos de Venezuela, S.A. y ALBANISA, con enormes ventajas crediticias para Nicaragua y un amplio margen de discreción para el socio receptor del petróleo. Esto permitió un espacio de comercialización, que, sin violar absolutamente ninguna ley de Nicaragua, era posible realizar. sin vulnerar ninguno de los términos del protocolo petrolero.
Lo que jamás dicen los “don me opongo” de la siempre despistada oposición antisandinista, es que las enormes ventajas crediticias y amplio margen de discreción, eran posibles únicamente dentro de ciertos parámetros y condiciones. El primero era que las amplias facilidades crediticias, serían efectivas únicamente si el precio del petróleo estaba por encima de los 60 dólares el barril.
Si el precio del petróleo bajaba de los 60 dólares el barril, entonces, eso que la oposición ha dado en llamar “cooperación venezolana” simplemente quedaba eliminada automáticamente y entraban a funcionar otras condiciones, siendo la principal que todo se negociaría estrictamente en concordancia de las leyes del mercado libre.
Aunque la información completa de estas operaciones es bastante limitada, debido a la cultura del secretismo que manejan algunos cuadros partidarios de nivel intermedio, se manejan algunos cálculos públicos que ubican el monto de la factura petrolera entre los 500 y los 700 millones de dólares anuales.
De esa factura petrolera anual, el convenio exigía se pagara en efectivo el 50% de la factura por embarque recibido en un plazo de 90 días. El restante 50% de la deuda petrolera se convertía, según los términos del convenio petrolero, mal llamado “cooperación venezolana” por la oposición antisandinista, en un préstamo automático, pagadero a 25 años, con un 2% de interés y un periodo de gracia de 2 años.
El nudo gordiano para la oposición antisandinista está en ese otro 50% ya que ALBANISA vendía el 100% de la gasolina a las distribuidoras privadas nacionales al contado. ALBANISA recibía en su totalidad el efectivo de ese otro 50% además del 50% inicial que liquidaba a Venezuela.
ALBANISA tenía un respiro de 2 años de gracia para comenzar a pagar el 50% adeudado a Venezuela en un plazo de 25 años. El protocolo, al igual que se hizo con todos los países con convenios similares, le daba amplia discreción a los países beneficiarios.
Toda esa masa flotante de dinero circulante le permitía a ALBANISA, no solo obtener ganancias de su venta a los distribuidores privados locales, sino de hacer operaciones comerciales a su total discreción.
El 3 de Noviembre de 2009, en pleno auge petrolero de ALBANISA, la Asamblea Nacional, todavía controlada por la oposición, decide, según ellos darle la “estocada” fatal a la tan patológicamente odiada “cooperación venezolana» y aprueba separar totalmente al estado nicaragüense de todo juego sucio entre Ortega y PDVSA de Venezuela. (Asamblea desconoce deuda con Venezuela, LA PRENSA, 3 de Noviembre de 2009).
Por supuesto que toda una resolución parlamentaria, desligando totalmente al estado nicaragüense de los negocios de lo que posteriormente se conocería como ALBANISA y PDVSA, no les impidió continuar exigiendo cuentas a una empresa privada y que por lo tanto no tenían absolutamente ningún derecho de pedirle cuentas, precisamente por ser privada porque por puro capricho y politiquería barata, así lo decidieron ellos mismos, los muy torpes opositores.
Las arcas de ALBANISA estaban rebosantes no solo de gasolina, sino también de millones de dólares. En situaciones difíciles, el estado nicaragüense solicitó y obtuvo prestamos financieros de ALBANISA lo que solo sirvió para enfurecer aún mas a los frustrados “angoras” antisandinistas.
Mientras tanto Ortega repartía a manos llenas, por todos los barrios de Managua y demás ciudades, cocinas de gas, alimentos, juguetes y tejas de zinc, con las ganancias de la venta de gasolina que le permitían no solo pagar puntualmente los abonos mensuales a PDVSA, sino gozar holgadamente de un sobrante impresionante de las ventas al contado de la gasolina adquirida por ALBANISA.
Un economista dizque de izquierda, quien desprestigia su diploma universitario de economista al no “factorizar” las agresiones norteamericanas en sus cálculos económicos, Enrique Sáenz, se sigue quebrando la cabeza, tratando de probar lo improbable, que Ortega se “robó” la mal llamada cooperación venezolana.
En sus cálculos, Sáenz trata de desatar el “nudo gordiano” de las empresas de Ortega, echando mano de, e interpretando a su modo, informes certificados de firmas internacionales de contabilidad que mas bien, avalan con su firma, los manejos de los fondos de las ganancias discrecionales de la cooperación venezolana, que pudieron ser propiedad del estado desde tiempos de Bolaños, pero no fue así, gracias a la “imbecilidad política” de la torpe y fanática oposición antisandinista.
La oposición política sigue fanática, ridícula y amargamente repitiendo que Daniel Ortega es un ladrón y que se robó la “cooperación venezolana”, pero el “decano” de los economistas neosomocianos Enrique Sáenz, aun no ha presentado una sola prueba documental clara, creíble y convincente que respalde tan peregrina afirmación.
Mientras tanto, esa ventana de los 2 años de gracia, totalmente legal, mas las ganancias producidas por la venta de gasolina a las distribuidoras de gasolina privadas, a precio de mercado, generaron tal grado de utilidades que ahora existen varios canales de televisión que son administrados por los hijos del presidente Ortega.
Las ganancias de la venta de gasolina a las distribuidoras privadas, constituyen una transacción privada entre particulares, cuyas ganancias de capital no violan absolutamente ninguna ley de la republica, ni son robos a los impuestos del pueblo, lo cual es otra cosa totalmente independiente, ni vulneran los términos del protocolo petrolero, ni violan tampoco las leyes venezolanas.
Aunque el “economista” de marras no se cansa de inventar y de “interpretar” a su manera, los propios numeritos del Banco Central, para calumniar al gobierno y al presidente Ortega, el susodicho economista aun no ha podido probar de manera fehaciente ninguna de sus afirmaciones, recurriendo únicamente a “insinuaciones” y “sospechas” para lo cual no se necesita ir a la universidad para producirlas, basta ponerse a lavar ropa ajena en una cuartería de Managua, para acabar con la dignidad de quien sea. Así es Mr. Saenz, así de bajo ha caído usted.
Le trabaje al sistema judicial norteamericano por 25 años en el estado de California y aunque no soy economista, he estudiado detenidamente todos los disparates del señor Enrique Sáenz y tengo la plena y completa certeza, que si Mr. Sáenz tuviera que probar esas mismas acusaciones ante una Corte Civil norteamericana, utilizando exactamente los mismos datos y estrategias de “insinuaciones”, no solo fracasaría totalmente, sino que haría el más grande de los ridículos.
El mismo año que el presidente Ortega inició su primer mandato presidencial, luego del vendaval neoliberal de 3 jinetes apocalípticos, el mundo experimentó una recesión mundial, iniciada en Estados Unidos, lo cual lógicamente afectó a Nicaragua. Como dice el refrán popular “cuando Estados Unidos estornuda, a Latinoamérica le da fiebre”.
Obviamente que esa recesión mundial afectó a Nicaragua, aunque la comandanta Téllez dijo que eso solo era una excusa de Ortega, que “cual recesión ni que nada”. Sin embargo, el mundo salió de la recesión y la economía mundial se recuperó y Nicaragua comenzó a crecer.
Bajo el liderazgo del presidente Ortega y con el apoyo de los países del ALBA, la economía nicaragüense experimentó un crecimiento pocas veces visto en los últimos 50 años. Para 2017, la economía nicaragüense llegó a crecer más que la de Costa Rica, según informó el portal «CentralAmericaData.com», especializado en información de negocios.
Mientras el PIB de Nicaragua creció 5.2% en 2017, el PIB de Costa Rica, aunque es mucho mayor que el nuestro, solo creció el 3.2%.
Nos ubicamos como el país de mayor crecimiento de Centroamérica, exceptuando Panamá, el cual recibe miles de millones de dólares en concepto de peaje por el uso del canal interoceánico.
Para 2017, la economía crecía mas que la espuma, comenzaron a crecer las Inversiones Extranjeras Directas (IED), los pequeños negocios se expandieron, el desempleo comenzó a ceder; la economía nicaragüense experimentaba una fuerte expansión que no tenía rival en la América Central.
Y para el llanto de los enemigos de la patria, todo lo anterior iba acompañado de abundantes dádivas a los más pobres.
La ira, el pánico y la desesperación se apoderaron de la oposición tarifada nicaragüense. Había que parar a Ortega a como diera lugar. Si se permitía que la economía del “incipiente dictador” siguiera floreciendo como un Jardín del Edén, ellos, los asalariados de una potencia extranjera, no tendrían absolutamente ninguna posibilidad de ganar las siguientes elecciones presidenciales.
Hasta el Fondo Monetario Internacional, cerró sus oficinas en Managua y retiró su misión de asesores financieros, porque ya no era necesario estar de “niñera” vigilando el manejo de la economía por parte del gobierno Sandinista dadas las excelentes calificaciones del «mejor alumno del FMI» el “bachiller” Daniel Ortega Saavedra, tal como textualmente lo repetía con sorna barata, el susodicho Saenz.
Tomando una decisión, inspirada mas en el hígado que en el cerebro, odiando patológicamente los enormes avances económicos, financieros y comerciales del gobierno de Ortega, los mercenarios y parásitos políticos de la misma potencia que asesinó a Sandino y nos impuso a la tiranía somocista, los anti Sandinistas montaron en cólera porcina y desataron todo su odio neosomocista con el levantamiento golpista mercenario de Abril de 2018.
Había que destruir la economía, había que matar de hambre al pueblo, había que demostrar que la “democracia” (forma de gobierno dictada por los yanques) era más importante que la economía.
Un empleado de un consorcio colombiano, gritó con mas odio que inteligencia de manera burlona, “la economía, la economía; ese es el precio que tenemos que pagar los nicaragüenses para alcanzar la democracia” cuando los delegados sandinistas les reclamaron que estaban perjudicando la economía y por lo tanto al pueblo.
Cual hordas barbáricas, más enfurecidos que los Hunos de Atila, los mercenarios golpistas somocianos, apodados “auto convocados”, se lanzaron a destruir todo lo que encontraban a su paso.
Agarraron desprevenidos y capturaron a miles de muchachos de la Juventud Sandinistas, los desnudaron y los amarraron de postes, en bolas, en plena via publica. Haciendo escarnio de la bandera, pintarrajiaron a los desnudos con pintura color azul y blanco, mientras les gritaban como torturadores de la guardia, «este es el color de tu bandera, hijueputa.»
No fue el gobierno ni la militancia del FSLN los que quemaron buses, fueron ellos; no fue la Juventud Sandinista, ni miembros del partido Sandinista los que incendiaron alcaldías, fueron ellos, los golpistas; no fueron los revolucionarios ni fue la policía los que saquearon supermercados, fueron los pagaditos de la embajada de los Estados Unidos en Managua; no fueron los Sandinistas los que abrieron tranques en calles, arterias y carreteras y paralizaron a todo el país, fueron los golpistas al servicio de una potencia extranjera.
Obligaron bajo amenaza a que los grandes empresarios aglutinados en el COSEP cerraran sus negocios y los domaron “a guebo”. Pero no pudieron doblegar a las locatarias del mercado Oriental y otros mercados a quienes también amenazaron, pero estas lejos de amedrentarse, se organizaron, se armaron y los expulsaron de los mercados. Si la actividad comercial mermó en los mercados fue porque los tranques hacían casi imposible llegar a los mercados.
Según el economista de la prestigiada universidad estadounidense de Yale, Néstor Avendaño, el fallido golpe de estado resultó en la destrucción de 200 mil puestos formales (que cotizaban al INNS) y 300 mil puestos informales (trabajadores por cuenta propia), para un total de 500 mil puestos de trabajo que desaparecieron en cuestión de semanas.
Los golpistas se siguen jactando que la economía retrocedió 5 años. Que el desempleo se incrementó, que la pobreza creció, y finalmente que últimamente la migración a la potencia del norte se disparó.
Pero cínica y descaradamente dicen que ellos no hicieron nada y que todo fue culpa única y exclusivamente del gobierno por su “represión brutal” tan brutal que olvidan factorizar los 22 policías asesinados con huleras por los golpistas y los más de 200 muertos, la mayoría de los cuales eran Sandinistas.
Al salvaje golpe a la economía propinado por el levantamiento impopular, financiado en su totalidad por la USAID por medio de su embajada en Managua y canalizada por la “Lavandería” Chamorro Inc”, habría que agregarle el efecto combinado de 3 brutales huracanes que azotaron la Costa Caribe, luego la Pandemia de carácter mundial, seguido de la inflación resultante, también de carácter mundial y completamente fuera del control del gobierno nicaragüense.
Aun sabiendo plenamente todo lo anterior, los forajidos de poca monta, mercenarios pagaditos por el gobierno norteamericano, no dieron tregua. Al ver que el pueblo y gobierno nicaragüenses, con mucho esfuerzo y sacrificio iba saliendo adelante, fueron de rodillas a implorar el látigo del verdugo yanque y solicitaron sanciones contra el gobierno nicaragüense y sus principales funcionarios.
Actualmente la inflación mundial es un flagelo que azota al mundo entero. Sus daños son tales que ya a provocado la caída de varios gobiernos en Europa y la pérdida del control Demócrata de la Cámara de Representantes en Estados Unidos.
Con el efecto combinado y acumulativo de golpe, pandemia, huracanes, inflación y sanciones imperialistas, la migración a Estados Unidos se ha disparado, lo cual hace brincar de júbilo a los enemigos de las clases populares nicaragüenses.
Confirmando que no se trata de una oposición leal o patriótica, o que simplemente tienen otra forma de gobernar o que simplemente tienen otro punto de vista, la oposición anti Sandinista dio muestras de una saña y crueldad infinitas que van más allá de las diferencias políticas, para convertirse en aberraciones patológicas de carácter psiquiátrico.
Lo arriba expresado queda confirmado con solo escuchar la amargura con que se quejan porque los obreros expulsados de Nicaragua por la crisis económica provocada por los mercenarios somocistas, están enviando remesas a sus familias cuyo monto superará este año los 3,000 millones de dólares.
A los golpistas mercenarios somocianos les arde que esos 3,000 millones de dólares, al entrar a la economía de los mercados y la canasta popular, van a sostener la economía del gallo pinto (granos básicos, mercados y remesas) de las clases populares, pero también van a ampliar el “piso impositivo” (incrementar la base de los impuestos por la actividad comercial generada por las remesas) del gobierno nicaragüense.
Simultáneamente que se lamentan porque los impuestos del gobierno crecerán con el crecimiento de las remesas, facilitando así una mayor inversión social en Salud y Educación, los enfermos mentales de la oposición se regocijan que las sanciones a las compañías mineras extranjeras reduzcan sus exportaciones de oro y paguen menos impuestos al fisco nicaragüense.
Mientras tanto, la economía nicaragüense sigue creciendo a pesar de los indignos y criminales esfuerzos de la oposición por impedirlo. El Banco Mundial prevé la economía nicaragüense experimente un decrecimiento del 5 al 4% a finales de 2022.
Guiados por ese mismo muchacho de 32 años que en 1979 entró triunfante a la Plaza de la Revolución, derrotaremos cuanta sanción se les ocurra imponernos.
De hecho por el efecto combinado y acumulativo de golpe de estado, pandemia, huracanes, inflación y sanciones, el desempleo y la migración están subiendo ante lo cual los mercenarios ríen mostrando sus ensangrentados colmillos, que chorrean sangre, la sangre santa del sufrido pero heroico pueblo nicaragüense.
Las Sagradas Escrituras al describir la eterna lucha del bien y el mal, nos iluminan con una lapidaria sentencia al declarar que “Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación” (Éxodo 17:16).
Y nuestra historia contemporánea nos enseña también que “nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte y si morimos, no importa, otros nos seguirán” según dijo Sandino. Lo cual coincide con las palabras de Tomas: “Aunque se mueran de rabia, habrá Revolución hasta la consumación de los siglos”.
A las clases populares nicaragüenses no les queda absolutamente ninguna otra alternativa más que cerrar filas con el gobierno de los obreros y campesinos, con el gobierno de los condenados de la tierra, aunque otros se han ido quedando en el camino, como lo señalara el más ilustre de todos los nicaragüenses, el general de hombres libres Augusto Cesar Sandino:
“Por el carácter que toma la lucha, los débiles, los cobardes y los pusilánimes, nos abandonan; solo los obreros y campesinos irán hasta el final, solo su fuerza organizada logrará el triunfo”.
* Carlos Alberto Escorcia Polanco, es un analista político nicaragüense afincado en Los Ángeles, California.