Stephen Sefton
El desarrollo independiente de las estructuras propias del mundo mayoritario avanza con una razón tan acelerada que es prácticamente imposible estar al día con todos los detalles. Por ejemplo, pasó casi desapercibida la 46 conferencia anual de la Asociación de Instituciones Financieras para el Desarrollo en Asia y el Pacífico, entre el 15 y 17 del pasado mes de mayo organizado por el Banco Euroasiático de Desarrollo (BDE) en Kazajstán.
Entre los acuerdos anunciados hubo un memorando estratégico entre el BDE y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA), el banco de desarrollo sudamericano. Es un detalle menor, pero uno que indica el alcance de los cambios mundiales en proceso.
Los países miembros de FONPLATA son Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, así que se trata de otro paso en el desarrollo de una relación directa entre los países de la Unión Económica Eurasiática y los países de Mercosur. Poco después, al fin de mayo, doce países de América del Sur asistieron en una reunión convocada por el presidente de Brasil, Lula da Silva con el propósito de promover una mayor integración regional.
El presidente Lula promueve la reactivación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) como un mecanismo para fortalecer la capacidad de respuesta de los países de la región a los múltiples desafíos, por ejemplo, del cambio climático, posibles futuros pandemias, y la ralentización, por diversos factores, de la economía global.
Aunque UNASUR fue fundado en 2008, fue hasta 2012 que logró el pleno desarrollo de sus instituciones y luego, resultado de los vaivenes electorales de sus países miembros, varias naciones se retiraron por motivos ideológicos. Entre 2018 y 2020, los gobiernos de derecha de aquel entonces en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay renunciaron ser miembros.
Empero, bajo la clara influencia de Estados Unidos, no tenían una exitosa estrategia alternativa para la defensa y proyección de los intereses de la región. Vale la pena recordar que el proyecto de UNASUR se definió originalmente en una serie de cumbres de los gobiernos suramericanos entre 2004 y 2008 entre un creciente amplio rechazo de las políticas neoliberales promovidas por Estados Unidos y la Unión Europea, las cuales provocaron el colapso financiero de 2008 y 2009.
Un momento clave para la formación de la UNASUR, fue cuando los presidentes Néstor Kirchner de Argentina, Lula da Silva de Brasil y nuestro comandante eterno Hugo Chávez derrotaron la propuesta estadounidense de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la cuarta Cumbre de las Américas de noviembre 2005. Ahora, para el momento, la mayoría de los países de la región concuerdan con Lula da Silva que es importante reactivar o renovar UNASUR o alguna iniciativa muy similar.
El presidente colombiano Gustavo Petro, propone cambiar el concepto de una unión a lo de una asociación. Y aunque Uruguay y Chile expresaron su falta de interés en UNASUR como tal, todos los países firmaron el documento final llamado “Consenso de Brasilia” que incluye la formación de un Grupo de Contacto a nivel de cancilleres para dar seguimiento a la cumbre convocada por Lula.
Es posible que en las elecciones nacionales por venir este año, de Ecuador en agosto y de Argentina en octubre, se va a cambiar la complexión ideológica de sus gobiernos a favor o en contra de la integración regional. Sin embargo, con la integración comprometida de Colombia y Brasil junto con los vigentes países miembros de UNASUR, Bolivia, Guayana, Suriname y Venezuela, la nueva UNASUR seguramente va a promover iniciativas muy positivas para sus pueblos en base a acuerdos prácticos, libres de sesgo ideológico.
Será difícil para los gobiernos de otros países vecinos quedar al margen de esos avances, especialmente si se dinamiza el actuar de mecanismos como los consejos sectoriales de UNASUR en áreas claves como salud, infraestructura, ciencia y tecnología, economía y finanzas, educación, o energía.
En relación a Venezuela, la reunión en Brasilia fue un triunfo personal y político para el compañero presidente Nicolás Maduro, quien llegó el día antes de la reunión. La presencia y participación del presidente Maduro y su delegación reforzaron el reconocimiento por Brasil de Venezuela como una nación imprescindible para el pleno desarrollo de la región.
De hecho, la bienvenida brasileña al presidente Maduro reforzó la nueva política de cooperación fraterna promovido por el presidente colombiano Gustavo Petro y llamó en cuestión la abierta hostilidad hacia Venezuela de parte de los mediocres presidentes de Chile y Uruguay.
En efecto, la reunión suramericana representa un fuerte impulso para revertir los procesos de destrucción de la soberanía nacional de los países de América Latina y el Caribe promovidos por Estados Unidos desde los golpes de estado en Haití en 2004 y en Honduras en 2009.
De allí, Estados Unidos y sus aliados locales lograron por medio de los llamados “golpes suaves” destituir al presidente Lugo en Paraguay y pocos años después a la presidenta Dilma Rousseff en Brasil. Cooptaron al traidor Lenin Moreno en Ecuador. El golpe en Bolivia en 2019 impuso un régimen ilegítimo en el país solo derrocado después de mucho sufrimiento y lucha por el pueblo boliviano durante todo un año.
Hasta hace poco, fuerzas fieles a los Estados Unidos gobernaron en Argentina, Brasil y Colombia cuyos gobiernos ahora aspiran a defender su autonomía y, de una u otra manera, actúan para defender su soberanía. En general, para el momento, los gobiernos de Chile, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay siguen alineados con las políticas estadounidenses en la región.
Para Argentina, el impulso para reactivar UNASUR ocurre en un momento en que Estados Unidos y sus lacayos locales han perfeccionado el abuso del sistema penal y judicial llamado “lawfare” y el abuso ilegítimo de los préstamos del FMI. Por medio del “lawfare” han subvertido el proceso democrático, excluyendo a la dirigente peronista Cristina Fernández del proceso electoral de este año y declarando inválidos varias elecciones locales recientes en el país.
Por medio de procedimientos claramente anómalos, arreglaron préstamos sin precedentes con el FMI para enredar el país en altos niveles de deuda de una manera completamente neocolonial, principalmente en beneficio de los acreedores extranjeros y nacionales. Queda a ver el resultado de las elecciones nacionales programadas para el próximo 22 de octubre.
Entre los otros países de la región, Ecuador va a elecciones en agosto hundido en una profunda crisis política, social y económica. El gobierno usurpador en Perú enfrenta el reto de cómo efectuar una transición legítima para volver a establecer el orden constitucional en el país.
Chile enfrenta los desafíos de resolver la situación de sus presos políticos, reformar su inadecuado sistema de pensiones y su represiva policía paramilitar, dar una respuesta justa a los legítimos reclamos de la Nación Mapuche y disminuir la creciente pobreza y brecha de desigualdad socio-económica.
Bolivia sigue manejando agresivos intentos de desestabilización de parte de las fuerzas fascistas de la región de Santa Cruz. Venezuela avanza superando las ilegales medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos y los países de la Unión Europea. Aunque Paraguay ha expresado que va a volver a reconocer al gobierno de Nicolas Maduro, parece que el nuevo gobierno va a seguir promoviendo la intromisión militar estadounidense en su país.
En relación a Brasil, entre los desafíos que enfrentan al gobierno de Lula da Silva, figuran cómo prevenir un aumento en los niveles de la pobreza, reducir los altos niveles de desigualdad, revertir el proceso de desindustrialización de los últimos años y frenar la expoliación de los enormes territorios de la Amazonia.
La presencia y participación activa de todos los gobiernos suramericanos en la reunión en Brasilia indica que la reactivación de UNASUR ofrece opciones de mucha relevancia para todos ellos. A corto plazo facilita el aumento de relaciones comerciales, financieras y de inversión por medio de mayor y más estrecha coordinación tanto dentro de la región como hacia afuera, como el acuerdo entre FONPLATA y el Banco de Desarrollo Eurasiático demuestra.
De manera más ambiciosa, la reunión de las y los cancilleres de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) este fin de semana pasado en la Ciudad de Cabo en Sudáfrica incluía altos oficiales de otros países como Arabia Saudita e Irán que quieren integrarse en el formato de cooperación BRICS. Brasil promueve activamente la integración de Argentina y tanto Rusia y China como Brasil han dicho que aprueban la integración de Venezuela.
Este contexto da otra dimensión a la reunión de los países suramericanos en Brasilia la semana pasada. Como observó la compañera Canciller de Sudáfrica, Naledi Pandor, “El mundo ha vacilado en la cooperación. Los países desarrollados nunca han cumplido sus compromisos con el mundo en desarrollo y están tratando de trasladar toda la responsabilidad al Sur global”.
Las declaraciones de las y los representantes de sus países miembros confirman que mientras los BRICS no pretenden actuar en contra de ningún país o grupo de países, tampoco ven porque tienen que estar a la espera de promesas y compromisos que nunca se cumplen de parte de un Occidente que no hace ni deja hacer.
Como comentó el hermano presidente Nicolás Maduro durante la reunión en Brasilia: “Pareciera convertirse los BRICS en el imán del grupo emergente más poderoso que con buena esperanza apunta a un cambio en la geopolítica mundial. ¿Dónde en eso queda UNASUR? ¿Dónde va a quedar Suramérica? ¿Nos vamos a quedar rezagados? ¿Vamos a ver como pasa el tren varias veces y nosotros cada quien aquí peleando o dividido o sin hablarnos? ¿O con perjuicios del uno al otro que tú eres eso, que tú eres aquello?
Bastante daño le ha hecho a las relaciones internacionales y a nuestro continente la ideologización de las relaciones entre nuestros países, entre nuestros gobiernos. Pongamos de lado esa ideologización y demos pasos adelante con visión de Estado, con visión de altura para que esta iniciativa que ha tomado el presidente Lula y que hemos recogido todos con beneplácito sea el inicio de una nueva etapa, de encuentro, de reencuentro, reunión y una unión verdadera de suramérica”.