Pablo Jofre Leal
Hay varias líneas estratégicas de apoyo a Ucrania por parte de Occidente. Una de ellas es aumentar la adquisición de armas en el mercado mundial. Aquí Latinoamérica adquiere importancia en el plano de convencer a gobiernos del continente que proporcionen las armas de fabricación rusa que poseen en sus arsenales. Objetivo de la gira que hizo el canciller Alemán Olaf Scholz a principios del 2023 y que fue un rotundo fracaso, pero que frena los intentos, sobre todo teniendo dos aliados obedientes y serviles como es el caso del presidente ecuatoriano Daniel Noboa y el argentino Javier Milei.
La orden de Washington a Scholz, en su momento, fue buscar armamento y equipamiento hecho en la ex URSS o Rusia, que esté ubicado en territorio latinoamericano. Medios occidentales, entre ellos la BBC de Londres, dieron a conocer que la jefa del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, la general Laura Richardson, días antes de la visita de Scholz a Sudamérica reveló que Washington les pidió a seis países de América Latina que donaran a Ucrania su equipamiento militar cuyo origen estaba en la ex URSS y Rusia.
Porque es el que más conocen los soldados ucranianos. «Rusia tiene aliados en los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero otros seis países tienen equipamiento militar ruso. Estados Unidos está tratando de que esos seis países donen el equipamiento militar ruso a Ucrania y reemplazarlo con armamento estadounidense», dijo la militar durante un evento del think tank estadounidense Atlantic Council (Consejo Atlántico), a mediados de enero del 2023.
Los países con esas armas de origen ruso, señaladas por Richardson son Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú. Todos esos gobiernos, en ese momento de la visita del canciller alemán, advirtieron que no participarían en entrega alguna de armas a Ucrania. Tanto Lula, el presidente brasileño como el mandatario mexicano presidente Andrés Manuel López Obrador, fueron más lejos y criticaron la implicancia de países europeos en el conflicto.
AMLO señaló textualmente “Alemania no quería involucrarse mucho en la guerra entre Rusia y Ucrania y sin embargo se ha visto forzada, por sus aliados como también por los medios…bien sabemos que el poder mediático es muy potente y es usado por las oligarquías del mundo para someter a los gobiernos”.
Algo de esa decisión firme y soberana de gobiernos latinoamericanos ha cambiado. Efectivamente, con la toma de posesión de dos presidentes ultraderechistas, aliados acérrimos de Washington como son la Argentina de Javier Milei y Ecuador, administrado por el joven presidente Daniel Noboa, señalaron su disposición de ir en apoyo de los llamados imperativos de la administración de Joe Biden de entregar armas a Ucrania. En el caso del mandatario ecuatoriano, dio un precipitado paso atrás cuando el gobierno ruso canceló todas las importaciones de bananos ecuatorianos (uno de sus principales productos de exportación) si llegaba a entregar esas armas al gobierno de Kiev.
Rusia es el segundo destino del banano ecuatoriano, con 21% de sus ventas (75 millones de cajas) del total de exportaciones, detrás de la Unión Europea con 28%, según la Asociación de Exportadores de Banano de Ecuador (AEBE). Las palabras de Noboa reflejaron las fuertes presiones a las que estuvo sometido por Washington al excusarse de tal idea afirmando que Ecuador cancelaba ese plan para intercambiar armas soviéticas obsoletas por armamento nuevo con Estados Unidos, después de enterarse de que ese material bélico podría ser enviado a Ucrania, que fue la excusa esgrimida.
En el caso del “anarquista libertario” como se suele denominar al mandatario argentino, este donó a través de la Fuerza Aérea Argentina dos helicópteros de fabricación rusa Mi-171E incorporados el año 2011, pero que se encuentran fuera de servicio desde 2021 debido a la incapacidad de completar las tareas de inspección mayor. El ejército ruso anunció el pasado mes de enero que uno de esos aparatos ya había sido derribado.
Se desconoce si algún militar argentino estaba en este aparato al momento de su derribo. Argentina está disputando la recepción de aviones F16 desde Dinamarca – los mismo que ese país entregaría a Ucrania a cambio de los F35 estadounidenses. Todo un trueque de tecnología donde lo que menos importa es Ucrania, sino las ventajas derivadas de aparecer como donante de armas ya en desuso, para así recibir del padre putativo estadounidense, material a precio de mercado y ser parte de las nefastas carreras armamentistas.
El pasado 8 de abril, el mandatario argentino declaró a medios de prensa de su país, que dentro de la gira que posiblemente hará a Europa en el mes de junio, Ucrania estaba en el radar de países a visitar. Milei en su periplo europeo visitará Italia, invitado por la italiana Giorgia Meloni, para ser parte de la Cumbre del G7 en la localidad de Borgo Egnazia – un pueblo pequeño a las orillas del Mar Adriático cerca de la ciudad de Bari- entre el 13 al 15 de junio.
Claro está que falta el visto bueno de Washington – cuya administración no tiene a Milei en su núcleo de figuras cercanas por el claro apoyo del mandatario argentino al republicano Donald Trump. Sumemos el hecho que, Washington es el mandamás en este tipo de encuentros, donde se dan las órdenes a seguir por los acólitos de las administraciones estadounidenses en materia política y económica y su venia es fundamental para que se haga presente determinado país. Cumbre que tendrá, a no dudar, dos puntos principales: la situación cada día más caótica de Ucrania y la situación de agresión y exterminio que lleva a cabo el régimen aliado del G7 – el régimen nacionalsionista israelí – contra el pueblo palestino.
El tema ucraniano ha estado en la agenda de política exterior, en forma permanente, del polémico presidente argentino, de tal forma que ha ordenado a su ministro de Defensa que esté en estrecho contacto con las autoridades de Ucrania en el marco de la idea respecto a que “en todo lo que podamos ayudar a Ucrania lo vamos a ayudar…y haremos un foro en Latinoamérica en defensa de Ucrania. Zelenski me pidió que sea acá y yo le dije que sí, que lo vamos a hacer».
Se ha señalado en Argentina que Milei está dispuesto a enviar armas a Ucrania y por ello su ministro de Defensa, Luis Petri, está desde ya en pláticas bilaterales con el régimen civil-militar neonazi del país europeo, en clara concordancia con Estados Unidos y la OTAN. Recordemos que Argentina accedió al estatus de aliado extra-OTAN en octubre de 1997, a fuerza de alinear su política exterior a la establecida por Estados Unidos en materia de su hegemonía unipolar, a la baja, pero aún en activo y eso implica estar alineado con esta postura y práctica contraria en todo orden de cosas con Moscú. Milei y Zelenski están unidos por algo más que su servilismo a Washington, sino también por ideologías hermanas como es el nacionalsionismo y la política neonazi del régimen kievita.
El foro en apoyo a Ucrania anunciado por Milei, tendrá serias dificultades de convocatoria. Esto, pues en general, los países americanos han definido, mayoritariamente, mantenerse al margen de la disputa que enfrenta a Estados Unidos y la OTAN, usando a Ucrania como testaferro, contra la Federación Rusa. Así se ha comprobado con las declaraciones de los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Gustavo Petro, de Colombia y Andrés Manuel López Obrador, de México.
¿A quiénes invitará entonces Milei? Seguramente figuras de segundo orden, aliadas de Estados Unidos y cercanas a posiciones tanto sionistas como claramente de corte ultraderechista en Latinoamérica. Por lo pronto, nuestro continente debe estar alerta, no sólo por la cercanía de Milei con el sionismo y las acciones en apoyo de ese régimen infanticida, sino también su política exterior alineada completamente con Washington y la OTAN. Esto es una amenaza para nuestro continente.