USA vuela y Europa se arrastra

 

Daniel Verdú | El País

* Sin atreverse a abordar el tema abiertamente, un informe señala tímidamente la dañina subordinación del viejo continente hacia Estados Unidos, que los ha obligado a entregar fondos a Ucrania, sancionar a Rusia y depender de la venta de energía súper costosa. Por supuesto que lo anterior no lo aluden.

El mercado único cumplió 30 años en 2023. Fue el logro por el que más se recuerda al presidente de la Comisión Europea entre 1985 y 1995, Jacques Delors. Pero aquel proyecto, tal y como estaba concebido, ha llegado al final del trayecto y el Consejo Europeo ha decidido encargarle a uno de sus más brillantes antiguos miembros un informe para mirar al futuro. La petición se formalizó en septiembre y llegó de la presidencia española y belga.

El señalado fue Enrico Letta (Pisa, 57 años), exprimer ministro italiano y presidente del Instituto Jacques Delors, que este miércoles inicia un viaje a España de tres días para dar a conocer sus conclusiones.

“Miramos al futuro buscando en las raíces”, explica en su despacho romano pocos días antes de viajar a España para presentar un documento que le llevó por 65 ciudades europeas para realizar más de 400 entrevistas con agentes sociales, políticos o economistas. Hace pocas semanas lo presentó en el Consejo Europeo, donde “Mucho más que un mercado” (título del documento), despertó un gran interés. Incluso el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, aseguró que lo convertiría en el corazón de acción durante el semestre en el que su país asumirá la presidencia rotatoria de la UE.

Pregunta. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, abrió la campaña para las elecciones europeas en la Universidad de la Sorbona con cierto pesimismo. “Europa podría morir”, dijo. ¿Comparte esa visión?

Respuesta. También creo que hay que dramatizar la situación. El informe expresa un gran sentido de urgencia y una alerta ligada a lo que los franceses llaman décrochage, la brecha que se abre entre nosotros y EEUU: ellos vuelan y nosotros vamos muy mal. Es el miedo a que Europa no sea capaz de responder al desafío y cada Estado vuelva a sus asuntos nacionales pensando que esa dimensión permite recuperar competitividad. Y eso sería un error clamoroso.

P. ¿Es un fin de ciclo?

R. La experiencia de estos últimos cinco años ha estado basada en decisiones tomadas sobre la base de crisis inminente. Ha sido más una historia de reacción que de acción. Y cuando llevas toda tu política a la reacción a las crisis, eres eficaz pero cortoplacista. Solo conservas ese impulso hasta que termina la crisis. Piense en Europa y la salud: de repente descubrimos que la sanidad era algo que debía abordarse conjuntamente. Pero pasada la covid, nos hemos olvidado de ella. Debemos recuperar esa mentalidad para tener una estructura.

P. Esa manera de verlo nos llevaría a Delors

R. Claro, sus dos grandes realizaciones, el mercado único y el euro, han sido fruto de acciones, no de reacciones. Lo hizo porque tenía una visión. Y hoy hace falta de nuevo cambios estructurales en tres grandes áreas: telecomunicaciones, energía y mercados financieros. Todos pensamos que ya existe esa unión en Europa, pero estos campos decisivos para la competitividad solo tienen dimensión estatal. Y esta fragmentación hace que seamos mucho más débiles que los estadounidenses.

P. ¿Cuál es el motivo de esa distancia con EEUU?

R. Uno es el de esa fragmentación. Cuando hablé con Delors al recibir el encargo, me dijo: “Debes modificar la dimensión del mundo respecto a cuando yo hice el mercado único. Entonces la suma de China y la India era el 4% del PIB mundial. Hoy es el 25%”. Es evidente que eso va contra los países europeos. La dimensión nacional que se eligió para energía, mercados financieros o telecomunicaciones se ha convertido en nuestra tumba. El caso más claro es Airbus. ¿Por qué somos líderes mundiales en la construcción de aviones? Porque tenemos Airbus. Pero si la compañía fuera estatal, Boeing sería el líder.

P. ¿Cuál es el principal riesgo hoy en la UE?

R. La parálisis. Pero soy más optimista que hace cinco años, cuando el corazón de la campaña electoral era el pos-Brexit. Entonces se hablaba de Frexit en Francia, de Italexit en Italia… Era un discurso fortísimo. Hoy no existe, quiere decir que incluso las fuerzas euroescépticas han entrado en el orden de ideas de debatir sobre el liderazgo de Europa. Europa ha sido más fuerte que el euroescepticismo. Hoy el Brexit ha pasado a la historia como un fracaso.

P. ¿Cuál será el papel de la UE en un mundo dominado por potencias como China, EEUU o la India en el que cada vez pinta menos?

R. Europa debe ser el defensor de los valores del Estado de derecho y de las libertades individuales. No existe otro espacio como el europeo para ello. Mire lo que ocurre en EEUU con asuntos fundamentales como el derecho al aborto: son cosas que nunca habríamos imaginado. La libertad del individuo se cuestiona en muchos lugares, y Europa debe ser la gran defensora de esta idea.

P. ¿Y la libertad de Europa pasa por poder defenderse sola?

R. Los miembros de la UE deben ser parte de la OTAN, que debe consolidarse. Pero es verdad que gran parte de los desafíos de los conflictos suceden en las fronteras de Europa. Y no podemos ser dependientes completamente de la voluntad americana de querer afrontarlos. Debemos tener voz en capítulo y reforzar la defensa es fundamental.

P. ¿Cómo?

R. Reforzando la capacidad de financiación de la defensa europea. No podemos dejar a los Estados nacionales solos. Hay que unificarlo. Un fondo europeo sería idóneo.

P. ¿La industria armamentística también debería ser un motor económico?

R. Por supuesto. En el informe hemos escrito que de todo el dinero que hemos gastado para defender Ucrania, el 80% ha servido también para crear puestos de trabajo en Wisconsin, en Turquía o en Corea del Sur. Con el dinero del contribuyente europeo deben crearse empleos en Europa.

P. ¿Ejército único sí o no?

R. Es importante, pero hay que comenzar desde la parte financiera. La defensa es hoy la principal exigencia sobre la que trabajar. Propongo un mercado común de la defensa.

P. ¿La entrada de Ucrania y de los países balcánicos occidentales tendría un impacto positivo?

R. La ampliación anterior fue un éxito. Esta será complicada y delicada. Esta ampliación no tendría comparación con la precedente, que solo debía acompañarse económicamente. Habrá problemas políticos graves en los Balcanes, y la particularidad de Ucrania es que es tan grande como un tercio de Europa, pero tiene una población mucho más pequeña.

P. ¿Cuáles serían las ventajas para la UE de la integración de Ucrania?

R. Todas las ampliaciones precedentes han sido fantásticos empujes para toda la economía europea. Cada vez que amplías el mercado, das más espacio a las empresas. Añades decenas de millones de ciudadanos y de consumidores al mercado único. Y una ampliación de este tipo sería igual. La crisis europea no es hija de la ampliación, sino de la reducción. O sea, el Brexit. Y ha sido dramático.

P. ¿Es irreversible?

R. En el informe cito dos veces al Reino Unido y propongo terrenos sobre los que reabrir la relación. Y uno de ellos, el más fácil, es la defensa. Para ellos es factible. Nadie puede pensar que sea un modo para que vuelvan.

P. ¿La inmigración es necesaria para que la UE avance?

R. La cuestión clave es que la tendencia demográfica es desastrosa y es parte de esta decadencia que vivimos. Si no lo combatimos, será peor. Y el único modo para hacerlo de forma inmediata es un buen y eficaz trabajo de integración de inmigración cualificada.

P. El liderazgo de la UE no está tan claro como hace una década, especialmente si miramos hacia una Alemania con una crisis en ciernes. ¿Qué impacto tendrá?

R. Francia y Alemania juegan un papel fundamental en Europa, pero la UE de los 27 necesita un liderazgo más difuso. Ya no es como en los tiempos de Kohl y Mitterrand. Entonces bastaba que Felipe González y Giulio Andreotti estuvieran de acuerdo y ya estaba todo decidido. Hoy se percibe de forma distinta.

P. Usted habla de la transición verde como vehículo de inversión.

R. La integración de los mercados financieros será fundamental para pagar los costes de la transición verde. Costará muchísimo y tiene que hacerse con dinero público y privado, para el que deben usarse los ahorros a través de un mecanismo de incentivación para invertir en esa transición. En mi viaje en Europa entendí que había una división fortísima entre los países que quieren un nuevo plan de recuperación pagado con dinero público para financiar la transición (Francia, España, Portugal o Bélgica) y los que se cierran en banda (holandeses, alemanes, checos, suecos). Mi diseño es que sea un plan con dinero público y privado.

P. Parece complicado convencer a todo el mundo de lo mismo.

R. Mi informe no es un libro de los sueños. Son cosas factibles. Por eso, por ejemplo, no incluyo ningún cambio de tratado. Eso hubiera sido dar alas a quien no quiere hacer nada. Yo propongo puntos de consenso entre países, entre frugales y mediterráneos.

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