Por Misión Verdad
Debido a los actuales acontecimientos geopolíticos, los mercados de las materias primas han experimentado cambios bruscos en sus dinámicas propias, particularmente el de los hidrocarburos. El petróleo continúa siendo el protagonista de esta historia, pero ahora el gas ha tomado cada vez más relevancia por distintas razones, entre estas:
- La imposición de medidas coercitivas unilaterales al sector gasífero de la Federación Rusa por parte de Estados Unidos y países europeos, que evidentemente afectó el mercado global de ese recurso, especialmente el europeo con franca dependencia del commodity ruso.
- El gas como puente a la «transición energética», por su potencialidad en el circuito de generación de energía eléctrica.
En ese meollo energético por supuesto que Venezuela entra en la gran ecuación del comercio gasífero, sobre todo en el estrato regional. A mediados de mayo el presidente Nicolás Maduro informó que Venezuela se encuentra en el proceso de validación de más de 50 bloques de gas natural en la zona norte costera: «Hoy por hoy estamos haciendo una certificación de lo que podría llamarse la Franja Caribeña de Gas», comentó en su programa Con Maduro+.
Las expectativas con las reservas en esa franja son alentadoras ya que al certificar los nuevos registros Venezuela pasaría al cuarto escalón de países con más reservas del recurso en el mundo.
En términos de temporalidad, Venezuela podría albergar gas para 300 años. Esta y las dos razones antes mencionadas encajan perfectamente en una nueva arteria de generación de ingresos al país a través de los hidrocarburos.
LAS EMPRESAS LO SABEN
En cuanto a la Franja Caribeña de Gas, actualmente hay dos focos de interés que orbitan en las recientes licencias que emitió la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para que ciertas empresas operaran en esos espacios de recursos energéticos en Venezuela, a saber:
- Cardón IV en el golfo de Venezuela.
- Campos de gas perteneciente al Proyecto Mariscal Sucre (PMS), situados a pocos kilómetros costa afuera de la península de Paria.
En febrero pasado inició la hoja de ruta de Trinidad y Tobago para desarrollar junto a Venezuela el campo de gas Dragón, ubicado en aguas territoriales venezolanas en la costa del estado Sucre. Luego, en mayo, se informaba sobre la suscripción de un permiso para exportación de Gas Natural Licuado (GNL) con las empresas europeas Repsol y Eni, correspondiente a la licencia de Cardón IV. Hace unos días el presidente Maduro saludó tal evento y aprovechó para extender su llamado a que las empresas inviertan en el sector gasífero venezolano debido a que se cuenta con la capacidad de exportación de tan necesitado recurso.
El potencial de exportación de gas en Venezuela ha estado presente y experimentó un impulso destacado a inicios del gobierno del presidente Hugo Chávez, sabiendo que durante más de 100 años la prioridad de los gobiernos en Venezuela apuntaba hacia el sector petrolero.
Cuando el presidente Chávez, en 2002, firmó el Acuerdo Marco de la Explotación de Gas «Mariscal Antonio José de Sucre», que establecía el desarrollo de las reservas al norte de la península de Paria con empresas seleccionadas, entre estas estuvo involucrada Shell. En ese entonces Linda Cook, presidenta de la Junta Directiva de Shell Gas & Power, comentó:
«Señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, estamos muy orgullosos de haber sido seleccionados como socios en este proyecto tan importante, de poder contribuir y ser parte de este hecho histórico que establece el marco para una nueva era en la industria energética venezolana. La firma de este acuerdo para el Proyecto de Gas Natural Licuado ‘Mariscal Sucre’ marca una nueva fase para Venezuela, su participación integral en el negocio del Gas Natural Licuado. Venezuela tiene una larga trayectoria en la industria petrolera de la que debe sentirse orgullosa y hoy presenciamos su nacimiento en un nuevo papel como protagonista en la industria global del gas en plena expansión» [las negritas son nuestras].
Por ello, las presiones del gobierno de Trinidad y Tobago con vistas a que la OFAC emita una licencia para Campo Dragón deben estar acompañadas por Shell, cuyas consideraciones en 2002 por parte de Cook rondaban en esto: «El proyecto de Gas Natural Licuado Mariscal Sucre está destinado a ser, sin duda alguna, el buque insignia de las inversiones de Shell en Venezuela». Llamar buque insignia al PMS no es poca cosa ya que cuenta con reservas, hasta ahora, de 14,3 mil millones de pies cúbicos de gas.
Al otro lado de la Franja Caribeña de Gas, las empresas europeas Repsol y Eni se concentrarán en Cardón IV, después de que la Licencia 40A de la OFAC autorizara transacciones relacionadas con la exportación o reexportación de Gas Licuado de Petróleo (GLP), cuya vigencia es hasta el próximo julio de 2023.
En 2015, antes del recrudecimiento de las «sanciones» contra el Estado venezolano, Repsol publicó un comunicado en el que indica que es el campo de gas costa afuera más grande de América Latina, con 17 billones de pies cúbicos de gas en el lugar.
Las reservas de un recurso logran su rentabilidad al lograr ser explotadas. Por ello, el sector gasífero toma nuevamente relevancia en Venezuela, sobre todo la exportación, pero por los momentos debe ejecutarse a través de las grandes empresas con enormes capitales pues el negocio del gas depende totalmente de la infraestructura para su procesamiento y distribución.
Hay que repetirlo: Venezuela posee importantes reservas de gas natural que han captado el interés de las compañías mundiales de petróleo y gas que buscan nuevas oportunidades en medio de la actual crisis energética causada por las tensiones geopolíticas en Ucrania.
Aunque las «sanciones» de la Casa Blanca contra Venezuela crean grandes obstáculos, hasta ahora las licencias usadas como migajas burocráticas —que se vencen cada cierto tiempo— es lo más práctico en el corto plazo para la sobrevivencia de esas empresas en el negocio global energético. La dependencia de Estados Unidos en este asunto salta a la vista.
En particular, Venezuela ofrece acceso a abundantes suministros de gas natural que podrían satisfacer tanto las necesidades internas en América Latina como la creciente demanda de Asia y Europa en los próximos años. A pesar de las tensiones e incertidumbres geopolíticas, el valor estratégico a largo plazo de los recursos gasíferos de Venezuela los convierte en un objetivo atractivo para las inversiones de los principales actores internacionales de la industria.
Estas empresas ven el potencial de asegurar activos valiosos en condiciones favorables antes de que entre en escena una nueva competencia y las dinámicas del mercado cambien.