Los papeles puestos en circulación por el consejero radical Peter Navarro consideran que un declive en las manufacturas acarrearía un desastre social, según The Washington Post.
Era un documento de dos páginas. Sin fuentes ni estudios. Pero el poderoso consejero comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, lo dejó caer en la mesa para apuntalar sus tesis. Como en un apocalipsis de bolsillo, el pretendido informe establecía que un debilitamiento del sector manufacturero acarrearía a Estados Unidos, no ya cierres fabriles o salarios reducidos, sino mayor mortalidad, aumento del consumo de opiáceos, más divorcios, abortos, crimen, encarcelamientos, pobreza infantil, violencia de género, infertilidad… La pesadilla conservadora condensada en dos folios y vinculada a las correosas negociaciones con Corea del Sur y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA en sus siglas en inglés).
El documento, revelado por The Washington Post, fue distribuido hace un mes por Navarro entre los técnicos y asesores de la Casa Blanca y muestra la profunda ideologización a la que responde la postura estadounidense en el debate del NAFTA. Un acuerdo que baila en la cuerda floja desde que Donald Trump llegó a la presidencia y que este martes terminó su cuarta ronda sin avances y con el temor fundado de que en cualquier momento salte por los aires.
El fracaso echaría por tierra 23 años de intensa actividad y liquidaría un espacio de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá que mueve 1,2 billones de dólares al año. Sería un terremoto económico para México y posiblemente una sacudida para Washington, pero en términos políticos afianzaría como nunca antes el aislacionismo de Trump y le haría aparecer ante sus bases como el adalid de la defensa de los intereses americanos. Un beneficio electoral cortoplacista que el presidente, obsesionado con su reelección, ya ha tratado de activar con su salida del pacto contra el cambio climático o la ruptura del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica.
En este escenario, el documento que supuestamente puso en circulación Navarro, con su obsesiva carga de miedo y tremendismo, representa a la perfección al sector ultra de la Casa Blanca. No es sólo la ligereza de sus planteamientos en asuntos de efectos globales, sino también su escoramiento y rechazo a toda postura que no se incline ante la doctrina del patriotismo económico. Pletórica en los primeros meses de mandato, esta fracción ha sufrido un fuerte golpe con la caída de su líder espiritual, el tenebroso estratega jefe, Steve Bannon. Pero no ha desaparecido. Aparte de que el propio presidente es uno de sus prebostes, aún quedan supervivientes con poder. Entre ellos, el radical y polémico Peter Navarro. Un profesor de economía atormentado por el déficit comercial de EEUU (502.000 millones de dólares en 2016), defensor de la vía punitiva con China y Alemania, y enemigo del NAFTA.
Navarro, con todo, ha visto reducido su espacio de juego. Tras la defenestración de Bannon, se ha tenido que enfrentar al creciente poder del responsable del Consejo de Economía Nacional, Gary Cohn. Antiguo directivo de Goldman Sachs y hombre fuerte de Wall Street en la Casa Blanca, este antiguo inversor se ha mostrado como un político fuerte, capaz de enmendar la plana al propio Trump y defensor de líneas más pactistas. Su ascenso es, de hecho, una de las últimas salvaguardas del NAFTA. Ese infierno al que los epígonos de Bannon quieren poner fin cuanto antes.
México responde a Trump: “Sensatez, no intransigencia”
El ministro de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, responde con dureza a las críticas del negociador de Estados Unidos para el acuerdo comercial
El secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, ha contestado a las palabras de Robert Lighthizer, jefe negociador de Estados Unidos para el TLC. En el marco de la cuarta ronda de negociaciones para modificar el tratado, Lighthizer ha criticado la «resistencia al cambio» de los países vecinos. Después de la conferencia de prensa que ambos han mantenido junto a la titular de Exteriores canadiense, Chrystia Freeland, Guajardo ha dicho que «no es intransigencia, sino sensatez».
Las partes difieren en tres asuntos, temas clave para Estados Unidos. El Gobierno de Donald Trump quiere que los automóviles incorporen mayor cantidad de piezas estadounidenses para poder considerarlos producto local. Además, pretende que el actual mecanismo de resolución de conflicto desaparezca y que, cada cinco años, el acuerdo termine de forma automática salvo que los socios firmen lo contrario. Guajardo ha dicho que esta última condición supondría la «muerte súbita» del tratado.
El secretario ha calificado de «estrategias de negociación» los comentarios de Lighthizer, y ha añadido que algunas de las propuestas de Estados Unidos son inaceptables, caso de la cláusula de extinción, que da por finalizado el tratado cada cinco años, o la eliminación del mecanismo de resolución de conflictos.
Guajardo ya se refirió hace unos días a la cláusula. «No me parece que el tratado deba tener una cláusula de extinción», dijo. En una entrevista con Televisa, el secretario explicó: «No aceptaremos cualquier tratado. Estados Unidos viene con una propuesta de blanco o negro. Y lo que tenemos que hacer es negociar algo que tenga sentido; trabajar una escala de grises y presentar propuestas».
México, Canadá y Estados Unidos han aplazado la quinta ronda de negociaciones a noviembre y prevén que, de haber acuerdo, no lo firmarán hasta 2018. A la ardua tarea de ponerse de acuerdo, las partes lidian cada pocos días con los mensajes incendiarios de Donald Trump en Twitter. Entre tanto, México ya ha avisado de que el mundo no se acabaría con el fin del TLC. Guajardo ha dicho que México trabaja paralelamente en acuerdos con otros países, además de en la modernización de tratados existentes.