Filtran agenda privada de Trump

El presidente estadounidense pasa el 60% de su jornada viendo la tele, tuiteando o al móvil. 

Melania Trump tiene razón. En la Casa Blanca hay gente que no merece la confianza del presidente. Uno de sus empleados se ha dedicado los últimos meses a recopilar la agenda privada de Donald Trump. La información, publicada por el portal Axios, confirma algo que todo Washington intuía: el presidente pasa largas horas de su horario laboral sin ninguna actividad oficial.

Los cambios de estilo de Trump en la Casa Blanca no se limitaron a la decisión, nada más llegar, de instalar cortinas doradas en el despacho oval. Su forma de gobernar no se parece a la de ninguno de sus antecesores e incluye numerosas horas de trabajo no estructuradas dedicadas a lo que sus creativos colaboradores bautizaron hace tiempo con una fórmula vaga y abierta a interpretaciones: “Tiempo ejecutivo”.

Trump nunca ha necesitado dormir muchas horas y sus días comienzan habitualmente a las cinco y media de la mañana en el salón amarillo de la parte privada de la Casa Blanca. Allí ve televisión, lee la prensa, tuitea y llama por teléfono a amigos, asesores, colaboradores y congresistas para sondear su opinión sobre temas de actualidad o comentar nombramientos (una locuacidad que propicia numerosas filtraciones sobre sus planes).

Aunque el horario oficial lo sitúa en el despacho oval a las ocho de la mañana, diferentes fuentes han confirmado a Axios y otros medios que no llega allí hasta las diez y media o las once de la mañana. Alérgico a las explicaciones largas y las presentaciones técnicas, su briefing de los servicios de espionaje (que ayer tuvo lugar a las 11.45 de la mañana) o alguna cita con su jefe de gabinete suelen ser su única reunión del día. Por la tarde, hasta bien entrada la noche, el presidente, que ya como empresario estaba obsesionado con su cobertura mediática, vuelve a dedicarse a leer noticias, lanzar ideas o decisiones en Twitter, reaccionar a los programas de Fox News y hablar por teléfono.

La filtración a Axios indica que, desde las elecciones legislativas de noviembre, el presidente ha dedicado el 60% de su jornada de trabajo a “tiempo ejecutivo”. Un total de 297 horas, frente a las 77 dedicadas a reuniones, 51 a viajar, 39 a almorzar o 38 a actos públicos. La recopilación se basa en un documento que a diario recibe un número limitado de trabajadores de la Casa Blanca (más detallado que el que se facilita a los medios). La filtración ha indignado al círculo más estrecho del presidente. No desmienten su autenticidad aunque dicen que hay citas que no aparecen allí (pero no quieren hacerlas públicas) y reivindican su estilo único de gobernar.

“¡Qué vergonzosa violación de la confianza!”, tuiteó la secretaria personal de Trump, Madelaine Westerhout. Lo que el documento no muestra son “los cientos de llamadas y reuniones” que el presidente atiende cada día. “Trabaja más duro que nadie por el pueblo americano en la historia reciente”, añadió Westerhout, el “secreto” para llegar a presidente, según cuenta Bob Woodward en Miedo. “El presidente Trump tiene un estilo de liderar diferente a sus predecesores y los resultados hablan por sí mismos”, le defendió su portavoz, Sarah H. Sanders. “Queda tiempo para un ambiente más creativo que le ha permitido convertirse en el presidente más productivo de la historia moderna”, afirmó.

El congresista republicano Newt Gingrich, expresidente de la House, reivindicó sus hábitos de trabajo: “La ignorancia de la historia de las élites actuales es patética. Winston Churchill se acostaba tarde, trabajaba hasta tarde y se echaba una siesta cada tarde (en pijama) tuiteó ayer Gingrich, expresidente de la House. Si el horario de Trump ha producido tantos logros políticos, razonó, “deberíamos aplaudirle”.

La filtración es sintomática del ambiente de desconfianza hacia el presidente, afirma Cliff Sims, exdirector de mensajes estratégicos de Trump. “Mientras que la mayor parte de las filtraciones son homicidios imprudentes, este ha sido un asesinato premeditado”, dice Sims, que acaba de publicar un libro sobre sus 500 días en la Casa Blanca. Su título, Viper’s nest (Nido de víboras).

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