Germán Gorraiz López │ Aporrea
* De hacerse realidad, se podría originar una psicosis de desabastecimiento mundial que tendría su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas.
La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década, dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking suscita recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandonen sus equipos e infraestructura actuales.
Así, la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en un informe titulado «Perspectivas mundiales de inversión en energía», advierte que será necesario invertir 48 Billones de dólares hasta el 2035 para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales.
Los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, pero según el Departamento de Energía de EEUU, las reservas en dicho país habrían sufrido un brutal descenso del 20 por ciento
Asimismo, los inventarios mundiales habrían sufrido una caída en el segundo trimestre de 57 millones de barriles en los inventarios mundiales, lo que aunado con el recorte de producción pactado entre Rusia y la OPEP hasta finales del 2024 y la falta de resolución del contencioso iraní, han provocado un déficit diario de 1´5 millones de barriles al día en el 2023 y una peligrosa «ansiedad de oferta» para incrementar los inventarios de los países, originando la escalada del crudo Brent hasta los 90 dólares el barril.
Caso de seguir escalando el precio del crudo hasta los 100 dólares, se podría originar una psicosis de desabastecimiento mundial que tendría su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas.
Ello, aunado con inusuales sequías e inundaciones en los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de restricciones a la exportación de commodities de dichos países para asegurar su autoabastecimiento, podría desembocar en el desabastecimiento de productos agrícolas en los mercados mundiales, el incremento de sus precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial.
Asimismo, la escalada del crudo hasta los 100 dólares tendría como efecto colateral el aumento de las tasas de inflación en EEUU y la UE, el consecuente incremento del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales y la subsiguiente asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica, lo que aunado con el estancamiento económico que se avecina en economías tractoras como EEUU, UE y China, terminaría por dibujar un escenario de estanflación secular en la economía mundial.