Stephen Sefton
La guerra entre el pueblo palestino y el régimen israelí ha resaltado de una manera muy clara la oposición entre el mundo mayoritario protagonizado por los gobiernos de la región eurasiático y los gobiernos del bloque occidental, dominado por Estados Unidos.
La defensa por los gobiernos occidentales de la matanza por los bombardeos genocidas israelíes de la población civil de Gaza como si fuera una legítima medida de autodefensa, hace recordar las palabras del presidente Vladimir Putin del 30 de septiembre del año pasado. En ese momento, al recibir las cuatro nuevas regiones de las poblaciones que votaron para integrarse a la Federación Rusa, el presidente Putin dijo:
“Me gustaría insistir en que la dictadura de las élites occidentales está dirigida contra todas las sociedades, incluidas las propias. Es un reto a todos, esta negación absoluta del hombre, el pisoteo de la religión y de los valores tradicionales, la supresión de la libertad está adquiriendo rasgos “de una religión al revés”, de un evidente satanismo.
Ya lo dijo Jesucristo en el Sermón de la Montaña: ‘Por sus frutos los conoceréis’. Se refería a los pseudo profetas.” Estas palabras del presidente Putin señalan que el desarrollo de parte del mundo mayoritario de alternativas al dominio occidental es mucho más que un asunto político y económico, sino una oposición cultural con una profunda dimensión espiritual.
Por supuesto, las visiones de las características del mundo multipolar que se está estableciendo van a surgir no solamente de las diferencias de ideología política y económica, sino también de las diversas características culturales de las diferentes regiones del mundo.
El presidente Vladimir Putin, excepcionalmente culto y de profunda fe cristiana, al referirse a los pseudo profetas, toca un tema relacionado con la visión del fin de los tiempos de la fe cristiana y también de la fe islámica. De igual manera, al inicio de la Operación Militar Especial en defensa de la población rusa del Donbass, el presidente Putin dijo: “…con buena razón, podemos decir con confianza que todo el llamado bloque occidental, formado por los Estados Unidos a su propia imagen y semejanza, todo es un ‘imperio de mentiras’”.
De acuerdo con los textos sagrados cristianos e islámicos, antes del fin de los tiempos, aparecerán falsas profetas estafadores, mentirosos, arrogantes y sensuales, quienes buscarán socavar el baluarte espiritual que defiende el mundo y facilitar la llegada, para el cristianismo del Anticristo y, para el islam, el ser demoníaco Dajjal.
Para el mundo islámico Dajjal es un ser diabólico que encarna la mentira y el mal de tal manera que mucha opinión musulmana identifica Dajjal con la cultura occidental en general y, especialmente, con Estados Unidos. Es lógico intuir que el presidente Putin en sus discursos, al invocar esas referencias religiosas, habla de manera muy consciente tanto al 65 por ciento de la población rusa ortodoxa y al 15 por ciento de la población que es musulmán, como también a las poblaciones y dirigentes de los países del mundo árabe y a otros países musulmanes como Indonesia y Malasia.
Así que, cuando se intenta entender el desarrollo de las diferentes visiones del mundo multipolar en proceso de establecerse, sería un error obviar el aspecto espiritual y cultural para enfocar de manera exclusiva en los aspectos meramente políticos y económicos.
La conciencia de su civilización es un factor primordial en la racionalidad desde que se formulen las políticas de las relaciones externas de la República Popular China, de la Federación Rusa, de la India, y de los demás países del mundo mayoritario los cuales la soberbia racista occidental siempre ha menospreciado. La crisis del capitalismo occidental en su sentido económico coincide con la crisis civilizacional de Norte América y Europa en relación a las demás culturas del mundo.
El mundo mayoritario ya no acepta los antivalores desplegados por los gobiernos occidentales en las relaciones internacionales, o sea, su acostumbrada falta de respeto, la constante intimidación y guerra psicológica de mentira y engaño y el uso habitual de la agresión militar y el terrorismo contra los pueblos que resisten su voluntad neocolonial.
Aunque los presidentes Vladimir Putin de la Federación Rusa y Xi Jinping de la República Popular China son claras y explícitas en insistir que no se trata de construir un bloque antagonista al Occidente, de hecho, Estados Unidos lo plantea de esa manera, y mantiene los niveles de amenaza e intimidación que siempre le ha servido en el pasado.
No todos los gobiernos del mundo mayoritario tienen la misma dignidad, resiliencia y determinación para defender su soberanía nacional contra la agresión occidental que Cuba, Nicaragua y Venezuela y otros países dignos como la República Islámica de Irán, la República Árabe de Siria o la República Popular Democrática de Corea, o más recientemente Burkina Faso y Mali.
El desarrollo de un mundo multipolar implica la puesta en marcha de un proceso de tejer con varios hilos girando a diferentes velocidades, formando la urdimbre y la trama de un diseño muy complejo y todavía en una etapa temprana. En el caso específico de los BRICS, es lo más natural desde la visión de su fe islámica que Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos e Irán se integren al grupo.
Pero siempre queda a ver sus respectivos niveles de apoyo a las instituciones financieras de los países BRICS, el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reserva Contingente. En el sentido de una política antiimperialista, por motivo de las medidas coercitivas que han sufrido, Etiopía e Irán comparten criterios mucho más radicales que Brasil o Argentina, países que tienen lazos financieras y comerciales muy fuertes e intrincados con Estados Unidos.
Esto quiere decir que temas como el desarrollo de sólidos sistemas de pago, de servicios financieros como por ejemplo los seguros de carga marítima, aérea y terrestre o de las agencias de calificación confiables, probablemente se van a desarrollar de manera fragmentada.
En este sentido China y Rusia ya son más avanzados en estos temas que otros miembros del grupo BRICS porque han creado otras instituciones en base a sus extensas relaciones financieras y comerciales existentes. En base a esta experiencia acumulada, el presidente Vladimir Putin, en su reciente intervención en el Club Valdai este año, planteó seis principios como bases de un nuevo mundo policéntrico.
Propuso: un mundo sin barreras a la comunicación, la diversidad sin imposiciones, la máxima representación posible, la seguridad estable universal, el desarrollo justo y equitativo y la igualdad sin patrones de dominación.
Por su parte, el presidente Xi Jinping, en sus palabras al reciente Foro sobre la Iniciativa de la Franja y Ruta, comentó “En la construcción conjunta de la Franja y la Ruta, resaltamos los esfuerzos aunados, el apoyo y la ayuda mutuos que nos permitan llegar más lejos, abogamos por procurar una buena vida tanto para uno mismo como para los demás, y practicamos la conectividad y los beneficios mutuos en busca del desarrollo común y la cooperación de ganancias compartidas”.
Muchas personas han notado la profunda continuidad entre la visión promovida por Rusia y China de nuevas relaciones internacionales basado en el Bien Común mundial y la visión de respeto, igualdad y solidaridad promovido por los dirigentes de la era de la descolonización del siglo pasado. Y muchas veces se olvida la tremenda afirmación de esos mismos valores en la Declaración del Derecho al Desarrollo de 1986 avalado por prácticamente todos los países miembros de la ONU en ese momento, excepto, por supuesto, los Estados Unidos.
Ahora, mientras la atención en relación al nuevo orden mundial en desarrollo tiende a enfocar en el grupo de países BRICS y su pronta ampliación formal con seis países más en el próximo mes de enero, los diferentes hilos del nuevo orden mundial en proceso van tejiéndose independientemente de sí o no el grupo BRICS resuelva de manera oportuna sus contradicciones y problemas eventuales.
En la práctica, desde el inicio del presente siglo, la República Popular China y la Federación Rusa nunca han pausado en avanzar sus políticas de integración y cooperación comercial y financiera y el desarrollo de la infraestructura de transporte, energía y comunicaciones necesaria para optimizar la conectividad de las economías de la región eurasiática.
Rusia desarrolla con la colaboración de China la Ruta Marítima del Norte por el Ártico y ambos colaboran con la India e Irán en el desarrollo del Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur. Estas dos mega iniciativas, junto con un sinnúmero de proyectos asociados locales, señalan que con o sin una ampliación exitosa del grupo de los países llamado BRICS+, la integración del mundo mayoritario va a seguir avanzando.
Lo hará por medio de la Unión Económica Eurasiática y el desarrollo de sus relaciones estratégicas con otros países, como Irán, junto con la Iniciativa de la Franja y Ruta que abarca África y parte de Europa también. Es natural que el desarrollo de la infraestructura física va más rápido que el desarrollo de los marcos institucionales que permitirán realizar todo su potencial económico, político y social.
El caso de Nicaragua y la integración de los países de América Central es un ejemplo de cómo iniciativas desde una visión de la multipolaridad, dirigidas a aumentar la conectividad de una nación puede potenciar correspondientes avances hacia mayor integración regional.
Las nuevas conexiones terrestres entre la Costa del Caribe y la Costa del Pacífico han aumentado la actividad comercial y económica del país. La nueva carretera litoral en la costa del Pacífico, el nuevo aeropuerto internacional en el Punto Huete, el nuevo puerto de aguas profundas en Bluefields, el plan para un ferrocarril para conectar el puerto de Corinto con el nuevo puerto de Bluefields son un conjunto de proyectos que ampliarán grandemente las opciones comerciales y económicas de Nicaragua y toda la región.
De igual manera la construcción de los dos proyectos hidroeléctricos en la Costa del Caribe ayudará a garantizar la energía eléctrica sostenible a nivel nacional y a nivel regional. Por medio del ALBA, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, junto con las naciones socias caribeñas, ya han desarrollado un proceso avanzado de cooperación solidaria y complementaria lo cual ni las más agresivas medidas coercitivas de Estados Unidos y sus aliados han logrado sofocar completamente.
Ahora, los países del ALBA aumentan sus relaciones estratégicas con la República Popular China y la Federación Rusa sin necesidad de unirse en este momento a las estructuras del grupo BRICS+. En el caso de los países del grupo BRICS, el ritmo de su desarrollo puede ser retardado por la constante intervención neocolonial estadounidense en los asuntos internos de países importantes como, por ejemplo, Brasil y Argentina.
Como lo expresó el General Julio Avilés en la XI Conferencia de Seguridad Internacional en Moscú, este año: “…es evidente que la política exterior estadounidense a nivel global, está dirigida a neutralizar o al menos contener, el avance de la Federación de Rusia, la República Popular de China o cualquier otra nación con peso geopolítico que se oponga a su hegemonía y promueva la construcción. ya en proceso, de un mundo multipolar”.
Sin embargo, nada puede detener el avance del cambio categórico en las relaciones internacionales hacia un mundo basado en diversas visiones culturales y espirituales y diferentes pensamientos políticos y económicos, siempre con relaciones de respeto, igualdad y solidaridad, como ha invocado el presidente Xi Jinping en sus palabras para inaugurar el reciente Tercer Foro Internacional de la Franja y Ruta:
“Que profundicemos la cooperación internacional de la Franja y la Ruta y abracemos un nuevo desarrollo de calidad y niveles más altos de la cooperación de la Franja y la Ruta, con vistas a contribuir a la modernización de todos los países y la construcción de un mundo abierto, inclusivo, interconectado y de desarrollo común para todos, promoviendo así la construcción de la comunidad de futuro compartido de la humanidad”.