Karlos Turrillas
* Durante mi viaje a Donbass tuve oportunidad de conocer a Aleksei, miliciano veterano que lleva 10 años combatiendo y resistiendo los ataques del ejército ucraniano desde el inicio de la guerra.
Durante este viaje a Donbass tuve la oportunidad de conocer a Aleksei, un miliciano veterano que lleva 10 años combatiendo en diferentes batallones que han resistido los ataques del ejército ucraniano desde el inicio de la guerra. Actualmente es miembro del primer cuerpo militar de Donetsk y su nombre de guerra es “Moryashok”.
Nos conocimos en Lugansk, en una mañana fría y oscura, de esas que son difíciles de olvidar. Recuerdo su entrada en el hotel: alto, fuerte, abrigado con una chaqueta verde, vistiendo unos pantalones de camuflaje y con un gorro bien calado, que le protegía de aquellas heladoras briznas de luz, las primeras de una mañana demasiado fría. El paso no era tan firme como lo fue tiempo atrás. Recientemente Aleksei había sido herido en combate y, todavía, no había sanado el agujero causado por la bala de un francotirador ucraniano que atravesó su pierna de lado a lado. Aleksei es una persona aparentemente seria, sin embargo, cuando le conoces, muestra una gran dosis de humor, una cualidad rara de ver en un contexto bélico. Fue precisamente su humor, en ocasiones tan negro, lo que me atrajo desde el primer momento y lo que me animó a entrevistarle. Estaba convencido de que su vida escondía una gran historia.
¿Quién es Aleksei “Moryashok”?
Me llamo Aleksei. Mis amigos me llaman Lyokha. Nací y me crie en la ciudad de Kerch, en Crimea. Soy voluntario en Donbass desde 2014 y actualmente también participo en la Operación Militar Especial de la Federación Rusa. Soy médico militar y actúo en la zona roja del frente.
Aleksei, la guerra no es nada nuevo para ti. Llevas en activo desde 2014 y has estado en diferentes unidades militares en estos últimos 10 años. ¿Pero dónde te encontrabas en 2014, cuando comenzó la guerra?
Estaba en Crimea, la tierra donde nací y crecí. Allí, antes del Maidan, ya hubo movimientos secesionistas; no era la primera vez que el pueblo ruso o los ruso-parlantes de Ucrania se habían alzado contra el nacionalismo ucraniano. En los 90 los crimeos hicimos un referéndum para que Crimea pudiera unirse a Rusia. Ganó Yuri Meshkov y decidimos que Crimea volvería a ser rusa; que volvería a su casa.
Se declaró la República de Crimea. Pero después del referéndum Yuri Meshkov fue arrestado por el gobierno ucraniano, lo llevaron a Kiev, y el referéndum fue declarado ilegal. Ucrania eliminó el parlamento de la República Crimea, y el territorio paso a denominarse República Autónoma de Crimea. Con otro parlamento, pero sin presidente.
Cuando tenía 16 años ya veía cómo el Gobierno Ucraniano menospreciaba a los ruso-parlantes, cómo robaba o destrozaba el legado soviético. Entonces entendí que eso iría a más, a mucho más. Como muchos otros ciudadanos de Crimea, me sentía incómodo viviendo en esa situación.
Cuando Ucrania gobernaba en Crimea, los ucranianos desmantelaban las fábricas, robaban nuestros recursos, no construían nada, destrozaban la infraestructura y la gente empezó a quedarse sin trabajo (muchas personas tuvieron que viajar a Rusia en busca de trabajo). La economía estaba hecha un desastre.
En aquella época empezó a llegar gente del oeste de Ucrania (Lvov) a Crimea. En un principio no hubo ningún problema, todos los crimeos les tratábamos como a gente corriente, como uno más de nosotros. Pero en un momento dado empezaron a aparecer banderas ucranianas pintadas por todas partes, cuando Crimea ya tiene su propia bandera, tiene su himno, sus colores…. Todo empezó a llenarse de símbolos ucranianos, y claro, esto resultó muy chocante para los habitantes de Crimea. El nacionalismo ucraniano empezó a hacerse notar muy fuerte, en los colegios la lengua ucraniana era obligatoria, muchas cosas se escribían solo en ucraniano… También aparecieron los nuevos libros escolares con la nueva “historia de Ucrania”, una historia muy diferente a la que aprendimos durante la Unión Soviética. Ya para 1999 en ciertos libros de historia comenzó a aparecer que la UPA, Bandera y todos esos elementos eran Héroes de Ucrania, cuando yo sé bien gracias a la historia que aprendí en la época soviética, que estas personas eran colaboracionistas de los nazis.
¿Cuál fue tu reacción frente a estos hechos?
Vista la situación, algunos amigos y yo comenzamos a juntarnos para hacer manifestaciones y parar los pies a este nacionalismo ucraniano. Muchos de mis amigos fueron multados o encarcelados acusados de separatismo. La mayor parte de Crimea apoyaba a Rusia. Y Ucrania estaba haciendo todo lo posible para que Crimea fuera ucraniana, pero la gente no se sentía así y sus habitantes hacían todo lo posible para que fuera rusa.
Ya en 2013, al ver lo que estaba pasando en Kiev, que el Maidan era un desmadre total, los ciudadanos de Crimea decidieron que era el momento de defender su tierra y su opinión. ¡Y yo defenderé mi tierra, siempre!
Mientras ocurría el Maidan, muchos nacionalistas ucranianos fueron enviados a Crimea para intentar parar este “separatismo” de los ciudadanos de Crimea y que no fuera a más. El primer enfrentamiento entre nacionalistas ucranianos y la población de Crimea fue en mi ciudad, en Kerch. Cuatro autobuses llenos de personas militarmente preparadas llegaron desde Kiev, eran nacionalistas ucranianos. Vinieron a Kerch porque uno de los chicos asesinados en el Maidan (que era nacionalista ucraniano) era de mi ciudad. Cuando preguntamos a estos nacionalistas qué es lo que venían a hacer aquí, nos contestaron que venían a honrar la memoria del chaval.
Gracias a información conseguida por internet, nos pudimos enterar de que el objetivo real de los nacionalistas era hacer un Maidan en nuestra ciudad. Entonces los ciudadanos de Kerch decidimos movilizarnos al día siguiente para mostrar nuestro rechazo al nacionalismo ucraniano y al Maidan. Kerch no es una ciudad muy grande, pero como se puede ver en los muchos vídeos que hay en internet y en redes sociales, toda la ciudad salió a la calle. Las calles estaban llenas de ciudadanos que salieron a protestar contra el Maidan.
Los nacionalistas ucranianos intentaron hacernos frente, empezaron a levantar el brazo, haciendo el saludo fascista, y digamos que “de muy buenas maneras, les invitamos a marcharse y les acompañamos al autobús”, ya me entiendes.
Creo que sí.
Esto es importante saberlo. El relato ucraniano insiste en que Rusia invadió Crimea, pero la misma Crimea fue quien hizo frente al nacionalismo ucraniano desde el principio y pidió ser parte de Rusia. Y claro, cuando llegó el ejército ruso, fue recibido con flores.
A mediados de marzo de 2014 se realiza un referéndum en Crimea y el 96% de los votantes pide la adhesión de la península a la Federación Rusa, situación que se mantiene hasta día de hoy. Fueron momentos de incertidumbre y el nuevo Gobierno de Kiev amenazaba a una gran parte del país ¿Qué es lo que hiciste en aquellos días?
Después del referéndum, cuando ya Crimea estaba protegida por el ejército ruso, vi como el ejército ucraniano empezó a mover sus tropas a Donbass. Hay muchos videos y fotos en internet que muestran como los habitantes del Donbass intentaron parar a los soldados ucranianos con las manos vacías.
En Crimea los chicos ya estaban preparados para marchar en caso de que Donbass necesitara ayuda. Pero después de los sucesos del 2 de Mayo de la Casa de los Sindicatos (Odessa, 2014), en las que mataron a decenas de personas, esto ya fue el colmo, fue como una explosión, y para el 11 de mayo yo ya me encontraba en Donbass. Marché como voluntario, cogí mi mochila y me fui al Donbass. Durante el camino a Donetsk conocí a otros hombres que también iban de voluntarios. Ya había comenzado la guerra, y el ejército ucraniano estaba ya en Slaviansk. Lo paradójico es que, por cuestiones ideológicas, yo ni siquiera había hecho el servicio militar obligatorio, no tenía ninguna formación de ese tipo, nunca antes había tenido un arma entre las manos. Y tampoco nunca había hecho un juramento militar a Ucrania.
Estuve en un batallón de voluntarios, en aquel momento los batallones aún no tenían nombres, y nos enviaron al Aeropuerto de Donetsk. Del Aeropuerto, nos enviaron a Saur Mogila y posteriormente a Dibrovka. Allí fui herido por primera vez el 22 de Agosto.
Me ingresaron en un hospital de Rostov y cuando conseguí salir, el 1 de Octubre, me fui a la Brigada Prizrak, con “Mozgovoy”.
Entre las diferentes acciones en las que participaste durante tu tiempo en la Brigada Prizrak, estuvo la famosa batalla de Debaltsevo, a principios del año 2015. ¿Qué recuerdas de aquella batalla?
En Debaltsevo desempeñé diferentes labores. Fui el comandante de una compañía de Prizrak. Estuve como francotirador, pero también en piezas de artillería pesada y usé bastante el lanzagranadas. Siempre he pensado que si quieres sobrevivir a la guerra hay que saber hacer de todo.
En la operación de Debaltsevo participaron dos ejércitos, el de la República Popular de Donetsk y el de la República popular de Lugansk. La batalla consistió en un cerco a la ciudad desde dos lados. Nuestra compañía pudo cortar una de las carreteras por donde entraban suministros a los ucranianos del interior de la ciudad. Ofrecimos al ejército ucraniano rendirse, y no todos, pero sí que muchos se rindieron. Cuando la ciudad estaba ya casi cercada, muchos oficiales ucranianos escaparon abandonando a su suerte a sus soldados. Solo se quedaron los batallones nacionalistas, fascistas.
Estos nacionalistas ucranianos no querían rendirse, sabían que serían detenidos y juzgados. Nos tocó limpiar un bloque de edificios de 5 plantas, y pedimos a los nazis que se habían atrincherado allí que dejaran salir a los civiles que tenían retenidos a modo de rehén. Ante esto, como venganza, estos batallones nazis ataron a los civiles a las ventanas y los usaron como escudos humanos para protegerse y disparar desde el interior de los edificios a nuestras unidades que ya se estaban acercando. Sabían que no dispararíamos a los civiles de las ventanas, la mayoría de las personas atadas eran mujeres, incluso vi a una mujer atada con su hijo. Durante el intento de limpiar uno de los edificios, tres compañeros cayeron. La situación hizo que no pudiéramos usar granadas, así que usamos humo para no dañar a los civiles y que el enemigo no pudiera vernos. Intentaron escapar del edificio, pero cuando salieron nuestros chicos ya estaban recibiéndoles con fuego. Cuando tomamos el bloque, gracias a Dios, ningún civil había muerto. Les desatamos y les pedimos que se escondieran en los sótanos. Esto ocurrió en Debaltsevo, en el barrio 8 de Marzo.
En 2015, a consecuencia de un atentado, el comandante de la Brigada Prizrak Aleksei “Mozgovoy” falleció y hubo grandes cambios en aquella unidad. El Gobierno de la República Popular de Lugansk intentó aglutinar todas las milicias bajo un mando único.
Después de la muerte de Aleksei Borisovich “Mozgovoy”, cuando terminó el entierro y los actos que se hicieron en su honor, volví a casa. Lo hice para que mi familia supiera que seguía vivo y que estaba bien. Para finales de verano volví a Prizrak otra vez, pero ya era algo diferente, ya era un batallón.
Un batallón es más grande que una brigada. Aleksei Borisovich no consiguió tantas personas, pero sí que mantuvo unida en su Brigada a gente con diferentes puntos de vista políticos; había gente de derechas y de izquierdas, anarquistas y comunistas, cristianos y musulmanes, incluso una “interbrigada” compuesta por serbios, franceses, italianos, gente de diferentes países de Europa… había de todo, y todos se llevaban bien entre ellos porque todos tenían el mismo objetivo. Cuando volví al final de verano, estas unidades ya no existían.
Nunca me relacionaba solo con una tendencia política determinada, yo solo sentía Prizrak. Éramos 300 personas que seguían a Mozgovoy. Y yo hacía lo que marcaba Mozgovoy.
En 2018, dejas la República Popular de Lugansk y el Batallón Prizrak e ingresas en lo que era la antigua Guardia Republicana de Aleksandr Zajárchenko.
Hasta 2018 estuve en el frente de Donetsky, un pueblo cerca Novoatoshovka. Entonces unos amigos me ofrecieron ir a Donetsk. Ya no quedaban tantos milicianos veteranos y me pidieron que les ayudara con el adiestramiento militar de nuevas unidades. Así ingresé en la antigua Guardia Republicana, al mando del Presidente de la República Popular de Donetsk, Aleksandr Zajárchenko. Al final del verano de 2018 mataron a Zajárchenko y volví a casa otra vez. Visité a la familia, pero al poco tiempo retorné a Donetsk. Había que entrenar nuevas unidades, ya que no tenía mucha confianza en los Acuerdos de Minsk.
En febrero de 2022 comenzó la Operación Militar Especial y seguías en la Guardia Republicana. Actualmente eres uno de los soldados que luchan en la contienda. ¿Cómo es la vida en combate?
La guerra es difícil, una labor muy dura. Quien realmente está en el frente no le gusta mucho contar las cosas que se ven en el día a día. La guerra no va de héroes, la guerra es la dureza de perder vidas de amigos, de compañeros; incluso de enemigos también. Las guerras, como siempre, las empiezan los políticos, pero quienes luchan son personas comunes.
Nosotros no luchamos contra Ucrania y el pueblo ucraniano. Ucrania dice que Rusia quiere tomar las tierras, los recursos de Ucrania. Pero no, Rusia tiene recursos suficientes. Nosotros luchamos contra el nacionalismo ucraniano, que es algo aún peor que el nazismo de Hitler.
¿Qué opinas sobre el conflicto?
En 2014 muchas personas en Ucrania apoyaron la causa de Donbass: en Jarkov, en Zaporozhye, en Dnipropetrovsk… y después de 2014 mucha de esta gente ha desaparecido. Nadie sabe nada de ellas. Si el Gobierno actual de Ucrania pudiera invadir Donbass, los políticos ucranianos crearían campos de concentración igual que lo hizo Hitler en el pasado.
Ucrania dice que está defendiendo Europa, que es una especie de escudo para Occidente. Pero no es verdad. Rusia no intenta invadir Europa. Rusia solo está apoyando a la gente que no está a favor de este gobierno ucraniano. En 2014 la gente plantó cara a Ucrania porque creía en la democracia, y por eso se enfrentó a un régimen neofascista. Los gobiernos europeos no dejan de mandar armamento a Ucrania, pero cuanto más se envié, más civiles morirán. Y eso no se suele ver en la televisión. La gente de Europa no entiende que son unas marionetas de la política de Estados Unidos.
La guerra ha generado un gran número de “refugiados” que han ido a Europa. Pero muchos de estos “refugiados”, que no paran de gritar “Nación Ucraniana”, son auténticas semillas de nacionalismo ucraniano, del fascismo.
Solo la victoria puede acabar con este fascismo. Y los rusos no van a perder ninguna guerra, porque son rusos.