«Tormenta de Al-Aqsa» redefinió la causa palestina

 

Tehran Times

* Antes de octubre de 2023, la causa palestina perdía gradualmente protagonismo internacional, eclipsada por otras crisis regionales y globales. La Operación Tormenta de Al-Aqsa revirtió esa tendencia. La brutalidad de la respuesta israelí desencadenó una oleada de movimientos de solidaridad.

Teherán – El segundo aniversario de la sorpresiva operación militar de Hamas en el sur de Israel ha reavivado el debate mundial sobre sus orígenes, consecuencias y significado político.

Por un lado, muchos analistas sostienen que el ataque, denominado Operación Tormenta de Al-Aqsa, sirvió de pretexto para la guerra a gran escala de Israel contra Gaza, una campaña que ha cobrado más de 67.000 vidas palestinas y ha dejado gran parte del enclave en ruinas. Según esta opinión, sin la operación, Israel no habría podido justificar la hambruna deliberada y el bloqueo humanitario que han sumido a Gaza en la hambruna.

Por otro lado, un grupo creciente de observadores regionales e internacionales argumenta que la operación de Hamás no solo fue inevitable, sino también históricamente transformadora. Argumentan que la causa palestina, que antes se había desvanecido de la agenda global, resurgió con los sucesos del 7 de octubre de 2023, obligando al mundo a enfrentar décadas de ocupación, bloqueo y opresión sistémica.

Si bien los medios occidentales han difundido ampliamente la primera narrativa que presenta la campaña militar de Israel como defensiva, la segunda visión merece la misma atención para comprender la dinámica subyacente que condujo al estallido del conflicto.

Las raíces de la inevitabilidad

Durante décadas, las políticas de Israel hacia los palestinos se han caracterizado por la ocupación, el desplazamiento y el estrangulamiento económico. Desde 2007, la Franja de Gaza ha estado sometida a un bloqueo total por tierra, aire y mar, ampliamente condenado como una forma de castigo colectivo. El territorio ha sido descrito a menudo como la «prisión al aire libre» más grande del mundo, donde más de dos millones de personas ven negada la libertad de movimiento y sus derechos fundamentales.

La operación de octubre de 2023 debe entenderse en este contexto. Dos días después del ataque de Hamás, Israel anunció un «bloqueo total» sobre Gaza, cortando el suministro de alimentos, agua, combustible y electricidad. Esta política ha provocado una hambruna generalizada y una crisis humanitaria sin precedentes en la historia reciente. Para agosto de 2025, la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), la principal autoridad mundial en crisis alimentarias, confirmó que la ciudad de Gaza estaba sumida en la hambruna, un resultado que muchos expertos atribuyen al uso deliberado del hambre como arma.

Aunque los palestinos habían sufrido el bloqueo durante dieciséis años, la operación expuso la magnitud de su sufrimiento a una audiencia global. Catalizó sostenidas protestas internacionales y movimientos de base que exigían el fin de la complicidad occidental en el asedio israelí a Gaza.

Un catalizador para la conciencia global

Antes de octubre de 2023, la causa palestina perdía gradualmente protagonismo internacional, eclipsada por otras crisis regionales y globales. La Operación Tormenta de Al-Aqsa revirtió esa tendencia. La brutalidad de la respuesta israelí —transmitida en tiempo real por los medios de comunicación internacionales— desencadenó una oleada de movimientos de solidaridad, desde Washington hasta Johannesburgo, desde Londres hasta Kuala Lumpur.

En los últimos dos años, millones de personas han marchado en apoyo a la autodeterminación palestina, exigiendo el fin de los vínculos militares y económicos con Israel. Este cambio de conciencia global ha comenzado a influir en las posturas diplomáticas. Varios estados occidentales, aliados desde hace tiempo con Israel —entre ellos Francia, el Reino Unido y Canadá—, han avanzado hacia el reconocimiento de Palestina como Estado. Los analistas argumentan que estos avances podrían no haberse materializado sin la renovada urgencia generada por los sucesos del 7 de octubre.

Exponiendo las ambiciones regionales

La operación también puso de manifiesto las ambiciones regionales más amplias de Israel, en particular la visión del «Gran Israel», largamente debatida en el seno de la ideología sionista. El primer ministro Benjamín Netanyahu ha apoyado públicamente políticas que reflejan tendencias expansionistas, imaginando una expansión de Israel a partes de países vecinos como Jordania, Líbano, Egipto, Siria, Irak e incluso Arabia Saudita.

La Operación Tormenta de Al-Aqsa interrumpió esta narrativa de dominio israelí descontrolado, revelando la resistencia estratégica que continúa desafiando los planes de Israel de expansión territorial.

Las consecuencias geopolíticas

El conflicto en curso también ha reconfigurado las iniciativas diplomáticas. El plan de alto el fuego de 20 puntos propuesto por el presidente estadounidense Donald Trump para Gaza sugiere que la resiliencia de la resistencia palestina ha limitado la capacidad de Israel para lograr el control total del enclave.

De implementarse, el plan obligaría a Israel a retirarse de amplias zonas de Gaza, revirtiendo así sus ambiciones posbélicas. Sin la operación del 7 de octubre, Israel podría haber reforzado gradualmente su control sobre el territorio con el pretexto de la seguridad. En cambio, la operación subrayó el perdurable espíritu de resistencia palestina y su capacidad para alterar la dinámica de poder regional.

Un momento decisivo en la historia palestina

Dos años después, la Operación Tormenta de Al-Aqsa sigue marcando un hito en la lucha palestina. Su coste humano ha sido inmenso, pero también transformó la conciencia global sobre el sufrimiento de Gaza y reavivó el discurso internacional sobre justicia, soberanía y resistencia.

Ya sea considerada como un catalizador trágico o como un levantamiento inevitable, la operación cambió la trayectoria del conflicto. Obligó al mundo a afrontar las realidades, durante mucho tiempo ignoradas, de la ocupación y el bloqueo, garantizando que la cuestión de Palestina ya no pudiera ser silenciada ni olvidada.