Cinco años atrás se fue Tomás Borge. Partió primero a Managua, y luego, sereno, supongo, cruzó el Río.
Dejó de nuevo en el gobierno y en el poder al FSLN y al Comandante Daniel Ortega. Nos dijo en una cena, a Maruja, Marcela y a mí, la lealtad y la fidelidad son la fuerza, siempre seremos fieles, siempre seremos, leales a la Revolución Sandinista y a Daniel. ¡Cúmplase Comandante!
En otra ocasión conminó a la izquierda peruana: «…únanse o muéranse, únanse o desaparezcan…”. La Unidad como lema, pero sobre todo la Unidad como la única estrategia que lleva a la victoria. Desde los días primeros del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, hasta los Acuerdos de Yulo con la Contra, el negociador capaz de ceder y avanzar al mismo tiempo, como sabe hacer un maestro de la revolución. Tomás el durísimo, el tiernísimo, el cuidadoso de los detalles. El mismo cuidado delicado para sus hijos, que para un compañero enfermo, sin distinción. Enamoradísimo siempre, como les corresponde a los guerreros poetas y las poetas guerreras. Tomás el compañero que nunca dejó de pensar en los débiles, en los perseguidos, en los presos por razón de sus ideas y de combatir siempre al enemigo. Jamás dejó de combatir, Tomás agarró sus petates a los 82 años y partió combatiendo al Imperio. Errores, claro que tuvo errores, pero yo no me ocupo de eso.
Tomás nos hace falta en esta etapa donde algunas de las nuevas democracias han ido cayendo y han sido golpeadas. Nos hace falta en este momento donde los cantos de sirena del imperio atraen a incautos y las oligarquías se sienten renacer. Nos hace falta ahora cuando desleales traicionan por 30 monedas de plata o 30 millones de Odebrecht. Nos hace falta la serena palabra, el pensamiento agudo, la estrategia precisa para combatir a la contra en las calles y para llamar la atención con crudeza, a quienes confunden el Estado con el Botín, cuales piratas del oportunismo. Su palabra firme nítida e incuestionable, hace mucha falta en esta parte de América donde una vez más la venalidad ha dado un espacio que jamás tuvo el enemigo y qué bien que lo aprovecha. Estas líneas son un reclamo a Tomás porque lo necesitamos, pero sobre todo son un reclamo a quienes aún hoy creen que es posible avanzar pensando en el poder personal, en el beneficio personal. Hay quienes quieren mantener dos y tres puestos en el movimiento, en el gobierno y en cargos de elección popular. Si algo aprendimos de Tomás es que deben siempre estar al frente los mejores cuadros del pueblo. Los más leales, los más firmes los más generosos y los éticos en la revolución.
Ahora permítame tutearle Comandante. Este es tiempo de cambio de Gobierno en el Ecuadorcito. El Presidente Correa te admira y te cita a menudo. Supongo que conociste a Lenín, el nuevo Presidente. Te hubieras llevado muy bien y en este cargo serías un gran consejero. Con él y contigo y Frei Betto hubieran creado una buena comisión de ética revolucionaria. Y contigo a la vez y ahora hablo en presente, crearemos una estrategia para cumplir con lo ofrecido en el campo y en la ciudad y para combatir a las banderas negras que saldrán a las calles en los próximos días. Esta revolución Ciudadana sí que llama la atención, pero entra perfectamente en tus cálculos: obreros, campesinos, pobladores, católicos de la Teología de la Liberación y empresarios patriotas. Muchas veces mencionaste esto y por supuesto revolucionarios dispuestos a jugársela el todo por el todo, sin pedir nada a cambio. Bienvenido Comandante Tomás Borge a esta nueva etapa de lucha te necesitamos como siempre.