El líder ultraderechista le dijo a los militares que son «el último obstáculo» contra el socialismo. Y habló por primera vez de la vicoria de Lula, la cual no termina de procesar.
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, rompió el silencio este viernes después de unos cuarenta días y dijo que le «duele en el alma» la derrota electoral contra el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. Por su parte, José Múcio, el futuro ministro de Defensa de Brasil y personaje admirado incluso por Bolsonaro, pidió la despolitización de las Fuerzas Armadas, para contrarrestar lo que Bolsonaro fomentó desde el inicio de su gobierno.
«Llevo prácticamente 40 días en silencio. Duele, duele en el alma. Siempre he sido una persona feliz entre ustedes, hasta arriesgando mi vida entre la gente», dijo el mandatario ultraderechista al hablar ante seguidores frente al palacio de la Alvorada. «Algunos hablan de mi silencio. Hace algunas semanas, si yo saliera y diera los ‘buenos días’, todo sería tergiversado, distorsionado«, se justificó Bolsonaro.
El todavía presidente permaneció en silencio y casi sin agenda pública luego de que Lula se impusiera en el balotaje el 30 de octubre, por un pequeño margen, 50,9 por ciento a 49,1. Desde entonces, participó de su primer evento oficial el 26 de noviembre en una academia militar. «Hoy estamos viviendo un momento crucial, una encrucijada. Quien decide mi futuro son ustedes, quien decide para dónde van las Fuerzas Armadas son ustedes, quien decide para dónde van la Cámara y el Senado son ustedes», dijo Bolsonaro ante cientos de seguidores en su residencia oficial en Brasilia.
Por su parte, el presidente saliente lamentó que Brasil estaba listo para dar un salto, pero que «nadie esperaba la victoria de Lula en condiciones normales» y celebró que miles de sus seguidores salieran a las calles los días siguientes a las elecciones para reclamar su permanencia. Luego de la derrota, miles de sus simpatizantes bloquearon carreteras y se manifestaron frente a cuarteles militares, pidiendo una intervención de las fuerzas armadas para impedir la toma de posesión del líder izquierdista, el 1 de enero.
El presidente de Brasil reapareció también este viernes para elogiar a las Fuerzas Armadas, a las que caracterizó como «el último obstáculo para el socialismo» y las «grandes responsables por la libertad». «Estoy seguro que entre mis funciones garantizadas en la Constitución está ser el jefe supremo de las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas son fundamentales en cualquier país del mundo. Siempre he dicho en estos cuatro años que las Fuerzas Armadas son el último obstáculo para el socialismo», aseguró.
Bolsonaro también expresó que nunca se salió de las «cuatro líneas» marcadas por el texto constitucional. Y pidió a sus seguidores que estén informados y no critiquen algo sin conocer los detalles.
La despolitización de las Fuerzas Armadas
A diferencia de Bolsonaro, el futuro ministro de Defensa de Brasil, José Múcio, dijo este viernes que es absolutamente necesaria la despolitización y despartidarización de las Fuerzas Armadas.
“Hay que volver a lo que siempre fueron. La despolitización y la despartidización de las Fuerzas Armadas es una cosa absolutamente necesaria para el país», afirmó Múcio en una entrevista en el programa televisivo brasileño GloboNews, el mismo día en que fue anunciado como futuro ministro de Defensa por el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva.
Múcio consideró que bajo la gestión de Bolsonaro, cuyo mandato termina el 1 de enero, se permitió que las preferencias políticas se exacerbasen en los cuarteles. Ante este tenso escenario, que hizo que planeara la sombra de un golpe de Estado con la victoria de Lula en las elecciones de octubre pasado, propuso volver a lo que siempre fueron las FF.AA.: una «organización de Estado que no participa en política».
En este contexto, decidió que el criterio para escoger a los nuevos comandantes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea volviera a ser el de antigüedad.
No obstante, subrayó que los militares han demostrado que no apoyan las protestas golpistas de estos días a las puertas de los cuarteles promovidas por seguidores de Bolsonaro, ni tienen interés en un golpe. Luego matizó que son apenas unas figuras aisladas las que intentan politizar a las Fuerzas Armadas, que han tenido un papel protagónico en el Gobierno de Bolsonaro.
El jefe de Estado saliente, que aún no ha reconocido abiertamente su derrota en los comicios, embarcó a una parte de los militares en su campaña de descrédito del proceso electoral, con la que sembró dudas infundadas sobre las urnas electrónicas que el país utiliza desde hace casi tres décadas. En este sentido, Múcio manifestó que, como futuro titular de Defensa, no permitirá manifestaciones políticas de militares en redes sociales, como venía ocurriendo hasta ahora. Y recalcó que no hay ningún riesgo de cara a la investidura de Lula, aunque «hay gente queriendo problemas» con un «espíritu contra la sucesión», en aparente alusión a esos manifestantes golpistas, algunos de los cuales acamparon en la puerta de los cuarteles.
Sobre Bolsonaro, Múcio cree que es más pacífico que los bolsonaristas y le recomendó salir de la Presidencia «como un estadista», porque tiene un «capital político gigantesco» que necesita conservar, si quiere volver al poder en el futuro.
Con el nombramiento de Múcio, la cartera de Defensa regresa a manos de un civil luego de cuatro años bajo el mando de militares, con la misión de apaciguar a los sectores del Ejército que mostraron resistencias al futuro cambio de Gobierno. El futuro ministro, que asumirá en enero, conocido por sus habilidades políticas, tiene buenas relaciones con los oficiales de las Fuerzas Armadas y está coordinando los temas de Defensa en el equipo de transición de Lula. La tarea más difícil que tendrá es mantener buenas relaciones con los militares, que ganaron mucho poder bajo el Gobierno de Bolsonaro.