El Covid-19 y el FSLN ponen en evidencia el fracaso del neoliberalismo

Manuel Espinoza

Nuestra lucha es y será permanente por superar la desigualdad económica y social. Nuestros logros y avances son bandera de lucha para los pueblos que luchan contra el neoliberalismo en cada nación. El FSLN ha, más que demostrado, que no solo se puede luchar por liberar al pueblo si no gobernar con éxito económico y social para toda la nación. La lucha contra el neoliberalismo es justa y correcta.

El neoliberalismo es una corriente económica y política capitalista, que apoya la casi total liberalización de la economía, el libre comercio y sobre todo, una drástica reducción del gasto público y de la intervención del Estado en la economía de la que se apropia el sector privado, que pasaría a desempeñar las competencias tradicionalmente asumidas por el Estado.

Es ese sector privado, conformado principalmente por empresarios que luchan por controlar las arcas del Estado, que es financiado con los impuestos del contribuyente y las adquisiciones provenientes del exterior (préstamos, cooperación inversión etc.).

El Covid-19 vino a poner en evidencia una vez más del fracaso rotundo del modelo neoliberal, sobre todo en términos de respeto a la vida y la condición humana. Principalmente de aquellos que no tienen acceso ni a la mínima oportunidad social.

Las escenas de horror de cientos de cadáveres enterrados en fosas comunes, las cifras más dantescas y el pánico generalizado, se han observados en los países más ricos del mundo. En los países del famoso G-7 su sistema de salud resultó sobrepasado, diezmado e inútil.

Todo por el modelo de la privatización de la salud, los hospitales como empresas y los enfermos como clientes de un lucrativo negocio en función de la acumulación de riquezas. La incapacidad de los gobiernos y sus élites de poder económico, la exclusión social existente y desprecio humano demostrados hoy en EEUU, Inglaterra, España, Italia, son las causas por la que los pueblos desde hace décadas vienen luchando tenazmente.

Es que los pueblos no pueden bajar la bandera de su lucha contra el modelo neoliberal, ya que la pandemia solo demostró las obligaciones sociales ausentes hasta hoy día en el capitalismo salvaje y que con toda seguridad no cambiarán tras ser contenida la pandemia y más aún cuando la recesión global es inminente y necesitaran otra crisis para usar de nuevo más fondos de las reservas e incrementar la deuda pública.

La lucha contra el neoliberalismo

En el 2019 pudimos observar una serie de protestas masivas a lo largo del cono sur, Bolivia, Ecuador, Argentina y Chile que se trasladaron hasta Europa, y el Medio Oriente (Líbano). Habría que subrayar, que dichos levantamientos marcan objetivos no necesariamente desestabilizadores de regímenes o toma de los gobiernos vía la acción política violenta al estilo Gene Sharp, sino que son transformadores de la situación socio económico a favor de todos los sectores en cada uno de estos países.

Estas fuerzas sociales luchan contra ese modelo neoliberal, que se encubre de falsedades como «políticas de austeridad económica», «gobiernos democráticos», «libertad, mercado, democracia y crecimiento económico» y defendido a capa y espada a la luz del proceso de Globalización por sus «supuestas bondades y riquezas» trasladadas por el comercio y las finanzas locales y globales.

El neoliberalismo, una forma de gobierno en el que la economía supera a la política, y los Estados empresariales con sus normas y reglas sustituyen al Estado de bienestar social su carácter democrático popular y hasta su soberanía, al proponer que se deje en manos de los particulares o empresas privadas el mayor número de actividades económicas posible, limitando así al Estado en el desempeño económico, la reducción de su tamaño y la reducción del porcentaje del PIB que pueda controlar y administrar directamente.

La lucha en las calles contra el neoliberalismo, que es ya lo mismo contra las consecuencias nefastas de empobrecimiento y exclusión social proveniente de la globalización, no son ni lideradas ni conducidas por fuerzas políticas tradicionales de izquierda como los partidos políticos, sino toda una gama de movimientos y organizaciones sociales que luchan por la recuperación de la soberanía política y social ante el capital local y extranjero. Por eso, hablar del fin del neoliberalismo pasa por hablar del proceso de desglobalización en el sistema internacional.

El proceso de debilitamiento del neoliberalismo

Mucho se especula en estos días sobre el fin del modelo neoliberal y sobre la desglobalización. Sin embargo, más que augurar su fin resulta más productivo entender la trayectoria y la lógica de su debilitamiento en las últimas décadas, para que sirva de guía para la acción de las luchas populares y no ver a este modelo inhumano como un imposible a modificar y sustituir.

Si el 2001 fue el momento el momento triunfal de la globalización; después del 11 de septiembre de ese año y sobre todo ya para el 2007 y 2008 con la crisis inmobiliaria la euforia se acabó. La troika del Modelo Mundo Capitalista basada ideológicamente en el neoliberalismo y su funcionamiento en la globalización y la financiación, pusieron en evidencia la inevitabilidad del conflicto en las relaciones internacionales y las crisis cíclicas del capitalismo.

No aprovecharon la ausencia del campo socialista ni el caudal de los recursos en tiempos de paz. Como aseguró el Comandante Daniel Ortega Saavedra en su discurso del 15 de abril de este año, «las potencias siguen dedicando enormes sumas de dinero en guerras contra los pueblos y en costosísimo armamento atómico en vez de resolver los grandes problemas globales o los más básicos de sus pueblos como es el de la salud para todos». De ahí que la filosofía del neoliberalismo está agotada por no estar acorde a los intereses de paz y desarrollo del planeta.

En términos reales económicos globales este proceso es visto con la disminución en el porcentaje de las exportaciones mundiales en relación con el Producto Interno Bruto mundial (PIB), que está indicando claramente que el supuesto «peso del comercio internacional» en la riqueza mundial está disminuyendo. Un ejemplo claro es que entre el 2000 y 2006 el comercio aumentó a 2,6 veces la tasa del PIB mundial pero el monto comercial de 2008 a 2017 aumentó de 16,1 a 17,7 billones, o sea un aumento del 10%, inferior al del PIB mundial actual. (USD 87, 265 billones hasta el 25 de junio del 2019 según el FMI).

Desde hace más de cinco años y sobre todo en la etapa actual del Covid-19 se percibe con claridad la pérdida creciente de influencia e importancia económica y hasta la legitimidad de organizaciones como el G-7, el G-20 que los presentan aun como economías triunfantes. El G-7 por ejemplo superó el 65% del PIB mundial a fines de los 80. Hoy día su peso económico ha caído muy por debajo del 50% en relación al PIB mundial.

Es un hecho el largo proceso del declive del modelo neoliberal vía las guerras de saqueo y despojo como en Iraq, Libia, Siria y Venezuela. También por la des-globalización en las relaciones económicas internacionales.

Por mencionar algunos momentos recientes como el claro debilitamiento de la hegemonía y supremacía USA, rechazo a los acuerdos multilaterales de la administración Trump. La aplicación de las sanciones arbitraria económicas como política de Estado en sus relaciones internacionales, el BREXIT y la guerra comercial y financiera entre los EEUU y China, que aceleran la desfragmentación y desaceleración de la economía global.

EL FSLN frente al neoliberalismo

En el caso de Nicaragua el debilitamiento del neoliberalismo nace con la llegada al poder del Frente Sandinista de Liberación nacional en el 2007 y se viene Propiciando su declive en los 13 años de permanecer en el gobierno el FSLN. Políticamente es demostrable al entender la recuperación de la soberanía en términos de la capacidad de decisión política que se superpone ante los criterios de la economía y las finanzas establecidas como normas, credos y mandamientos bíblicos en los gobiernos neoliberales que le antecedieron desde 1990 hasta el 2007.

Desde 2007 El Gobierno sandinista continuando con el programa de lucha del FSLN en función de reducir al máximo el número de familias nicaragüenses empobrecidas por las políticas neoliberales (1990-2007) ha logrado la restitución de la dignidad del pueblo y sus derechos con la enorme cantidad de programas sociales en la salud, educación, alimentación y aseguramiento de un techo digno para los más empobrecidos.

Las razones de austeridad y eficiencia económica, así como la apuesta del comercio sobre el PIB, a la que apuesta la pareja del neoliberalismo y la globalización capitalista han sido revertidas continuamente con la sabia y sobre todo la soberana utilización solidaria y humana del presupuesto nacional en función del desarrollo humano del nicaragüense.

Aquí poco a poco las pretensiones del COSEP y similares con todo el tecnicismo de lo económico y financiero se vienen subordinando a los intereses del pueblo en función de una nueva democracia y poder popular (Pueblo-Presidente) por la que luchan hoy tantos pueblos.

El fin del neoliberalismo parte de la disputa clara por el poder político económico en cada país y solo se logra con la lucha constante e inclaudicable para subordinar a las clases elites económicas bajo los intereses populares.

Una nación sin una fuerza política organizada como el FSLN difícilmente lograra obtener soberanía y democracia económica para las clases más excluidas. El fin del neoliberalismo debe de ir acompañado del proceso de modificación de la globalización en las relaciones económicas internacionales. De ahí muy importante nuestro actuar en la política exterior como hasta hoy día se demuestra.

Después del Covid-19

La lucha contra el neoliberalismo apenas tomara más fuerza tras el análisis post pandemia. Definitivamente el orden mundial y el modelo mismo sufrirán ciertos cambios. Las relaciones de poder entre las potencias se han visto aún más intensificadas en estos días generando el pesimismo y la falta de un futuro de estabilidad económica y paz mundial.

Un ejemplo claro en las palabras de el alto representante de la UE Josep Borrell para la política exterior, quien demandó durante la conferencia sobre seguridad de Múnich (15 y 16 de febrero de este año) mayor autonomía europea ante la bipolaridad China-EE UU.

«Decir que estamos preocupados no soluciona nada. Europa tiene que desarrollar el apetito de poder, el deseo de actuar y aprender el lenguaje del poder». Ese lenguaje significa también prescindir de la unanimidad cuando sea necesario».

Esa misma falta de consenso se ve desde el BREXIT y reafirmado durante este periodo de pandemia. ¿Hasta dónde llegaran los EEUU contra Venezuela, Irán y China? ¿Qué transformaciones sistémicas están a la vuelta de la esquina en una situación de redistribución del poder global en función de la posesión de un nuevo tipo de armamento tecnológicamente más sofisticado?

La recesión también consumirá más recursos de los incentivos fiscales en cada país, mas no serán suficientes. La lucha de los pueblos se incentivará ya que se producirá más la desigualdad y fractura social, económica con mucha más razón debe asegurarse la supervivencia del Estado de Bienestar y no el Estado empresarial o el de la mal llamada Sociedad Civil.

Y subrayo lo anterior porque la denominada Sociedad Civil Global con protestas según el método de Gene Sharp, requeté-financiada por las agencias norteamericanas como la USAID, NED, NRI, IRI, Freedom House, CIA y similares occidentales que tienen por objetivo la desestabilización a toda costa de los gobiernos opositores a la voluntad de Washington y la toma del poder de cualquier forma y por cualquier medio no importando lo vulgar e ilegal como es el caso de Bolivia, en Venezuela, Nicaragua y los intentos en Hong Kong por mencionar algunos en la actualidad.

Nicaragua siempre hacia adelante

En nuestro caso los nicaragüenses alrededor del gobierno sandinista defenderemos a un Estado fuerte, que garantice paz, seguridad, desarrollo y bienestar a todos y sobre todos lo más desfavorecidos. Hoy más que nunca la lógica anti-neoliberal del GRUN junto con el pueblo demuestra estar preparado para enfrentar nuevos retos y desafíos como hoy se lidia con el Covid-19. La apuesta a la inversión social en todo el tiempo ha creado un modelo capaz de proteger la vida, la salud, los derechos humanos como partes integrantes del contrato social.

Nicaragua (a diferencia de otros países por muy demócratas o ricos que se auto denominen, donde la cantidad de muertos, empleos perdidos más el desempleo ya existente antes de la pandemia y las masas de empobrecidos son enormes y que al final serán los ciudadanos los que se terminaran ajustándose a las medidas neoliberales) con el modelo cristiano, socialista y solidario continuará como en los último 13 años de gobierno sandinista. No se cortarán los gastos sociales, se ampliarán más los programas sociales, se aumentarán los beneficios para todo el pueblo gracias a la sabia conducción política actual.

A diferencia de esos países pseudo–demócratas y opulentos defensores del modelo neoliberal donde sus pueblos tras la pandemia demandaran por un mejor sistema de salud integral no excluyente; Nicaragua con el gobierno sandinista y con el exitoso modelo de salud ya demostrado puede sin duda alguna darnos el lujo de lograr muchos más avances en temas de una sociedad más saludable en su estilo de vida, con mejor nutrición, actividad física, disminución de los niveles de estrés, longevidad con atención medica asegurada a un mayor nivel.

Nuestra lucha es y será permanente por superar la desigualdad económica y social. Nuestros logros y avances son bandera de lucha para los pueblos que luchan contra el neoliberalismo en cada nación. El FSLN ha más que demostrado, que no solo se puede luchar por liberar al pueblo sino gobernar con éxito económico y social para toda la nación. La lucha contra el neoliberalismo es justa y correcta.

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