Iglesia imperialista contra la Nicaragua sandinista

 

Benjamín Forcano* y José M. Torres* │ Religión Digital

La Iglesia en Nicaragua fue obvia aliada del imperio, si bien una buena y muy significativa parte compartió la revolución sandinista. La investigación pone al descubierto un tráfico de dinero y de bienes ilegales que llegan a la oligarquía u organizaciones criminales mediante la implicación delictiva de la Iglesia.

No es la Iglesia la perseguida por la justicia Sandinista, sino los delitos de algunos miembros de la Jerarquía eclesial católica, a los que debe aplicarse la ley civil, como en cualquier país donde hay libertad religiosa.

Multitud de señales lo anunciaban desde hacía tiempo. El imperio invasor enlazó siempre con la Iglesia en Nicaragua y más pronto que tarde esperaba la rendición sandinista. Pero, por más increíble que parezca, se engañó y derrotado, aunque no convencido, reafirmó su vieja decisión de implantar su dominio en Nicaragua, pero nunca pudo.

La Iglesia mantuvo su andadura de siempre, reforzada por la actitud retrógrada e imperialista del Papa Juan Pablo II. Fue bajo su amparo cuando cundió en América Latina la reprobación del innovador Concilio Vaticano II y la Teología de la Liberación. Y desde entonces, la Iglesia en Nicaragua fue obvia aliada del imperio, si bien una buena y muy significativa parte compartió la revolución sandinista.

El tiempo no alteró las posiciones, quedando activa la Iglesia, pero subordinada y patrocinando la desigualdad y la injusticia en vinculación con la intromisión sobornadora del Imperio. En ese contexto, no sorprende que se descubra ahora el esperpento de que la Iglesia aparece como subversiva de la Nicaragua sandinista, ofreciendo su poder institucional y religioso, a los apátridas, a los que ya salieron y a los que quedan todavía dentro con complicidad encubridora.

EL gobierno sandinista, conocedor de la oposición y de la falsa neutralidad de la Iglesia, extremó la vigilancia velando por el bien de la democracia e independencia de su país. Y el ministerio fiscal no dudó en aplicar la ley contra quienes la amenazaban, haciendo público el resultado de sus investigaciones. Los datos, rigurosamente contrastados, son innegables y muestran una Iglesia cómplice, muy ajena al Evangelio:

-En varias diócesis se encontraron sacos que contenían 500 mil dólares.

-Varios millones de dólares corrían por cuentas diocesanas a nombre de varios sacerdotes y obispos.

-Millones de dólares entraron ilegalmente en bancos con destino a actividades terroristas y de lucro personal. El Estado impuso el bloqueo a estas cuentas .al igual que a la transferencia de tierras y bienes inmuebles hechos a nombre de obispos y sacerdotes.

Ciertamente, obispos y sacerdotes no podían acreditar que eran dueños de esos bienes ni que los dedicaban a una misión humanitaria. Engañaban y ejercen una política terrorista. La investigación pone al descubierto un tráfico de dinero y de bienes ilegales que llegan a la oligarquía u organizaciones criminales mediante la implicación delictiva de la Iglesia.

Denunciar y controlar ese canal fraudulento y desestabilizador de Nicaragua, es responsabilidad del Gobierno sandinista, a sabiendas de que la prensa imperial lo seguirá calificando a sol y a sombra como cruel y dictatorial persecutor de la Iglesia.

Queda, por tanto, súper claro que no es la Iglesia la perseguida por la justicia Sandinista sino los delitos de algunos miembros de la Jerarquía eclesial católica, a los que debe aplicarse la ley civil, como en cualquier país donde hay libertad religiosa. Imagínense ¿Cómo actuaría en España el poder político si se descubriera que tres obispos y cuatro sacerdotes recibieran 100 mil euros para financiar un movimiento subversivo contra la Monarquía?».

*Benjamín Forcano,Teólogo de la Liberación. *José M. Torres, Internacionalista.

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