Ociel Alí Líopez
Las derechas rápidamente se están reinventando en contra del nuevo ciclo de gobiernos progresistas.
Independientemente que sea por la vía electoral o a través de las campañas «destituyentes» a las que nos han acostumbrado –desde Venezuela en 2001, las últimas experiencias en Perú y la que está en curso en Colombia–, los liderazgos que construyen las derechas se están configurando en otro formato, especialmente a la hora de abordar sus candidaturas.
En las primeras dos décadas del siglo, por lo general los liderazgos derechistas estaban representados por experimentados cuadros políticos conservadores que tenían como único objetivo, públicamente evidenciado, acabar con los avances progresistas y, sobre todo, con cualquier redistribución de riqueza, que llamaron populismo, siempre en nombre de la democracia. Y es esto lo que ha venido cambiando.
Las derechas, desde hace varios años, están modificando el accionar. Las fórmulas políticas que están ensayando ya no están agenciadas por cuadros avezados ni tampoco tienen que ver con la imagen de tecnócratas liberales o banqueros (al estilo del actual presidente ecuatoriano Guillermo Lasso).
El avatar del liderazgo conservador ahora viene capitalizado por unos personajes antipolíticos, desatados, incorrectos, que quieren ensayar por la vía que sea y demeritan el sistema democrático. Los primeros venían a «salvar la democracia», pero estos prometen ahora acabar con el «sistema político corrupto».
No obstante, todos con un discurso radical de derecha y desde un posicionamiento de preparación de un escenario con un mayor grado de belicosidad.
El expresidente brasileño Jair Bolsonaro, que consiguió un sorpresivo y masivo voto, es un exmilitar. José Antonio Kast, precandidato chileno, es un militante de derecha extrema; Jan Topic, el aspirante ecuatoriano, es un francotirador profesional con aires empresariales. El argentino Javier Milei, que quiere luchar por la primera magistratura, es un extremista neoliberal que dispara contra toda derecha moderada. Rodolfo Hernández, el excandidato presidencial colombiano, es un vituperante antisistema.
Todos vienen a ganar votos con una estrategia política que no quiere atenuar su discurso o hacerlo potable a las masas del «centro» y «moderadas», o hablarles a las clases medias, sino que pretende ganarse a los sectores populares con un discurso de orden, de fuerza, que explote los «enemigos internos» en su sistema de creencias conservadoras: es decir, la migración o la delincuencia. Son precisamente estos discursos los que enfilan contra sus adversarios de izquierda.
Tienen un enfoque ideológico que va dirigido a narrar los problemas que aquejan al pueblo. No se quedan en discursos abstractos como «la libertad», «contra el comunismo» o la «defensa de la democracia», sino que producen significado político para disputar el malestar social por medio de un repertorio que toca la fibra popular: la delincuencia desatada, la crisis, la migración «desbordada». Y a eso le suman los escándalos de corrupción de la izquierda y la factura por el descalabro de la economía.
Su posicionamiento de ‘outsiders’ funciona como convocatoria rupturista frente a un «régimen corrupto», en el que incluyen tanto al liderazgo de izquierda –casi siempre judicializado y criminalizado por los medios– como también a la derecha moderada, a la que acusan de jugar a una política de negociación con las fuerzas progresistas, en vez de proclamar una caída y mesa limpia.
Las derechas se han «derechizado»
Este enfoque de interpelación popular, junto al liderazgo antipolítico, ha conseguido vetas para conquistar una diversidad de votantes en los sectores populares, especialmente de la clase trabajadora.
Ya hemos visto la magnitud identitaria del bolsonarismo en Brasil, del conservadurismo colombiano, de la perdurable derecha chilena, y así, derechas regionales que van acumulando no solo poder institucional y opinión pública, sino también votos.
Topic: la nueva apuesta
La nueva apuesta de la derecha en Suramérica emerge en Ecuador. La precandidatura de Topic –quien al ser un ‘guerrero’ o ‘mercenario’, según la postura de quien lo mire– ha prometido poner orden en la «desestructurada» sociedad ecuatoriana.
Su lanzamiento explica bastante la jugada de “muerte cruzada” de un renunciante Lasso. Topic estuvo vinculado a su gobierno y se mencionó como posible ministro de su gabinete.
Ahora es el candidato de la derecha y vendría a ocupar el espacio de liderazgo que ha perdido el actual presidente, quien no pudo enfrentar el auge de la inseguridad pública, que ya se ha convertido en el anatema de la campaña del militar francés.
Quedan pocos meses para saber si el esquema Topic funcionará en Ecuador, lo que no puede negarse es que este formato está dando resultado electoral y político al conservadurismo del continente.