Montealegre habla de confrontación

Eduardo Montealegre jamás va a aceptar que es un político fracasado. El ex líder del Partido Liberal Independiente, PLI,  y actual diputado ante el congreso nicaragüense, no asimila el hecho de haber quedado por fuera de la contienda electoral y embriagado de amargura expresó en una entrevista a El País, de España, que “mucha gente habla en Nicaragua de confrontación, no de disturbios, sino de confrontación” para sacar del poder al presidente Ortega.

 

Mediante la entrevista de preguntas y respuestas, la cual lleva una introducción rara, muy rara y hasta idiota porque, según el diario español, Montealegre se quejó de no estar preparado mejor para la sesión de fotos.

Es decir, según escribió el entrevistador,  lo único que le interesa a Montealegre es salir bonito y bien vestido en las fotos, aunque diga cualquier cosa o no diga nada ya que casi todos los nicaragüenses sabemos que éste es uno de los políticos de verbo más pobre que existen en el país. Es un hombre bastante parco, intransigente y de escasa inteligencia política.

Pero, lo más curioso de la entrevista es cuando habla de confrontación, porque dice que “la gente (en Nicaragua) ya está pensando en confrontación”, cuando la única gente que le rodea son los miembros de un pequeño grupo de simpatizantes que tiene más de un año de realizar protestas todos los miércoles frente al Consejo Supremo Electoral, en Metrocentro,  las cuales en vez de crecer, cada vez se ven más reducidas.

AQUÍ PARTE DE LA ENTREVISTA

Eduardo Montealegre (Managua, 1955) se queja de no haberse preparado mejor para la sesión de fotos posterior a la entrevista. Vestido con una camisa color rosa de manga corta, el líder de la oposición nicaragüense posa delante de grandes imágenes de idílicas playas del sur del país. La fotografía es una de las aficiones de este político que un día aspiró a convertirse en presidente de este convulso Estado centroamericano. Montealegre se devana los sesos para entender qué opciones tiene su formación política, ahora que no puede participar en las presidenciales de noviembre: un fallo de la Corte Suprema le ha despojado de la representación legal de su partido, el Liberal Independiente (PLI) y ha invalidado invalida las candidaturas de los también opositores Luis Callejas y Violeta Granera.

El presidente Daniel Ortega, que controla todos los poderes, les ha reducido a un movimiento inocuo, con una gran parte del electorado desilusionado con la política y con una mayoría de la población apremiada en la supervivencia diaria. Sin una estrategia clara por parte de la oposición para hacerle frente, Ortega tiene todas las cartas a su favor.

Pregunta. ¿Qué opciones le quedan a la oposición?

Respuesta. Si Ortega no reflexiona, me preocupa mucho que en este país la gente ya esté pensando en una confrontación, no de disturbios callejeros, sino una confrontación de hecho para sacarlo del poder.

P. ¿Quiénes piensan en eso?

R. Mucha gente lo dice. Nosotros no estamos de acuerdo con esa alternativa. Creemos que Ortega debería reflexionar.

P. ¿Qué acciones tomarán ahora que la vía electoral está descartada?

R. Esta es una lucha que apenas comienza, que no se va a terminar en noviembre con las elecciones. Nos corresponde buscar alternativas, salidas democráticas, para no tener que repetir lo que ha pasado en este país después de una farsa electoral, porque cada vez que hay una farsa electoral viene la confrontación, el derramamiento de sangre. Esta vez todos tenemos que poner nuestro esfuerzo para encontrar esa salida.

P. ¿Qué dicen sus bases en las zonas rurales del país, la mayoría campesinos?

R. Hay una gran molestia. Algunos están dispuestos a ir más allá de lo que a nosotros nos gustaría, porque queremos una salida cívica, democrática.

P. ¿Qué les dice usted frente esa molestia?

R. No los voy a detener. Pero no quisiera ver a mis compatriotas confrontados otra vez en una guerra fratricida.

 

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