Ucrania: Carrera desesperada por más dinero y armas

 

Pablo Jofre Leal | Segundopaso ConoSur

Ya han pasado diez meses – desde el 8 de junio del 2023 – de la anunciada contraofensiva ucraniana contra las fuerzas de la Federación Rusa. Ello, en un esfuerzo bélico apoyado por Washington y su alianza política y militar industrial llamada Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Una contraofensiva que puso todo el potencial bélico de Ucrania y sus apoyos tecnológicos de Estados Unidos y la Europa Otanista en un camino de fracaso absoluto, no sólo del régimen kievita sino que de sus patrones occidentales y que ha merecido críticas muy potentes al interior de los gobiernos europeos y en especial del congreso norteamericano, que ve al gobierno ucraniano como un saco roto que recibe y recibe apoyo militar y financiero sin cumplir los objetivos de derrotar a las fuerzas rusas.

Ha sido una enorme cantidad de recursos militares y económicos puestos al servicio de una entidad administrada por un presidente como Volodimir Zelensky, considerado parte de una trama de corrupción que ha tenido que ser invisibilizada en el marco de atacar al enemigo principal de occidente hoy, como es la Federación Rusa.

Y, hablo de fiasco de Estados Unidos, la Europa Otanista y su testaferro ucraniano, no sólo desde el punto de vista militar, sino también político y económico. Militar pues las fuerzas del régimen kievita no han podido conquistar un misero kilómetro cuadrado de los territorios bajo el dominio de las repúblicas populares de Donetsk, Lugansks y el ejército ruso, que ya controlan un amplísimo semicírculo protegiendo la zona del Donbás.

Recordemos que uno de los objetivos prioritarios ordenados a Zelensky, era mostrar que su cacareada contraofensiva tenía resultados en el terreno práctico, comprobable, de tal manera de hacer menos complejo el seguir suministrando dinero a raudales y armas como si lloviese copiosamente.

Objetivo número uno para seguir apoyando con entusiasmo al gobierno neonazi ucraniano y posibilitar que el Donbás, zona del este ucraniano, habitada en un 98 por ciento por rusoparlantes y ligados estrechamente cultural, histórica y lingüísticamente con la “madre Rusia”, tuviera alguna posibilidad de volver a estar bajo una administración ucraniana, y eso ya es imposible.

Una realidad que no va a cambiar por más que el verborreico mandatario francés quien, en la disputa por el liderazgo europeo, pretende presentarse como el frontón contra el cual se estrellará Rusia en Europa. Un Emmanuel Macron que sostuvo que su gobierno seguirá apoyando a Ucrania, “pues la amenaza existencial que representa Rusia tiene repercusiones en toda Europa”.

Macron reveló a medios europeos que el continente se encuentra comprometido con el envío de municiones y armamento a Ucrania, peor que aún no define un envío de tropas francesas a combatir en Europa oriental, como lo ha venido amenazando y que el 14 de marzo pareció ser una decisión. Palabras que causaron la inmediata oposición del otro competidor por el liderazgo de esta Europa, convertida en el patio trasero de Estados Unidos.

Me refiero al canciller alemán Olaf Scholz, quien ha señalado que si Francia se involucra directamente en la guerra su país no está dispuesto a apoyarla. Es la misma Alemania que está definiendo si envía los poderoso misiles de mediano alcance Taurus (desarrollados en común unión con Suecia), que se sumarían a los misiles ya en activo en suelo ucraniano, Storm Shadows británicos.

El Gobierno de Francia desea mostrarse como el alumno ejemplar, el siervo más fiel de los dictados de Washington y está presionando a su industria de la guerra para acelerar la producción de equipos militares y armamento para Ucrania. Tan fuerte son estas presiones, que amenazó con requisar equipos o ‘tomar’ la dirección de dichas compañías para satisfacer las necesidades de Kiev, según dio a conocer el medio estadounidense “Bloomberg” el pasado 26 de marzo,

«Por primera vez, no descarto recurrir a lo que permite la ley», declaró a la prensa el ministro de Defensa francés, Sebastien Lecornu. «Esto significa que, si hay retrasos en la producción, podemos utilizar requisiciones o el derecho a priorizar los pedidos», afirmó el general galo.

Fuera de las disputas entre París y Berlín, lo evidente es que ambos países, junto a una Polonia – en la voz de su primer ministro Donald Tusk – que quiere pescar a rio revuelto en materia de conseguir la recuperación de lo que considera sus territorios del occidente ucraniano, como lo hemos sostenido en anteriores artículos, han decidió avanzar en medidas concretas, tanto para aumentar como para acelerar el envío de armas de la unión Europa a Ucrania.

La idea del llamado Triángulo de Weimar. Esta triada belicista ha acordado trabajar ciertas líneas estratégicas de apoyo al régimen kievita:

1. Adquisición de más armas en el mercado mundial.
2. Ampliar la producción del escaso aprovisionamiento de misiles, tanques, drones, proyectiles de artillería, tanques y obuses en los complejos militares europeos. En este punto, por ejemplo, Bélgica destinará 100 millones de euros a Ucrania para el mantenimiento de cazas F-16, parte de los cuales serán entregados por la propia Bélgica, siempre y cuando Estados Unidos se comprometa a reponer esos F16 con los modernos F35, entrega que se unirá a los cazas que Dinamarca también se ha comprometido a proporcionar a Kiev. Europa peligrosamente atrae los combates a territorios más orientales con la creencia de que Estados unidos correrá a socorrerlos si Rusia decide asestar un golpe demoledor.
3. Formar una nueva coalición de capacidades para la artillería de misiles de largo alcance – donde entrar los mencionados Taurus y los Storm Shadow británicos – esto en el marco del denominado formato Ramstein.
4. Incrementar la entrega de drones – hasta un millón de ellos, cuya operatividad está a cargo de Letonia y Gran Bretaña, coordinando la llamada “coalición de drones” conformada por Alemania, Dinamarca, Letonia, Lituania, Países Bajos, Suecia y al cual se sumarían Polonia y Canadá.

Esas son las palabras de dirigentes con sus propios problemas internos, pero la realidad es más compleja en materia de las propias relaciones entre estos personajes, sus ambiciones políticas, los objetivos de desgaste de la oposición y sobre todo el camino de vasallaje ante Estados Unidos, que ha convertido a Europa en un grupo de países cervatillos, sin soberanía, sin política exterior propia y con dificultades económicas en función de favorecer en forma monumental a quien más se ha beneficiado con esta guerra en materia económica: Estados Unidos.

País que provee armas, que vende gas y petróleo a precios más altos de aquellos recursos energéticos que recibía de Rusia antes de la guerra. Negocio redondo para Washington y los grandes conglomerados transnacionales, tanto estadounidenses y europeos que no conocen de patria, si no de intereses. La disputa en Europa entre Francia y Alemania no es de dignidad sino respecto a quién encabeza el vasallaje ante Washington.

Un Estados Unidos cuyo sector energético y la industria armamentística han registrado desde febrero del año 2022 a la fecha, récords históricos de facturación y beneficios. En lo referente al gas, Washington ha incrementado sus ventas a Europa – que cortó sus lazos con Rusia como proveedor – hasta en un 150 por ciento – y con precios cuatro veces superiores a los que pagaban gran parte de esos países europeos por el gas ruso.

Un ganador económico de la guerra, sin poner en peligro la vida de ninguno de los miembros de sus fuerzas armadas. El sector del complejo militar industrial también es uno de los grandes favorecidos, que sostiene 800 mil empleos directos convirtiéndose en motor de le economía estadounidense. Las exportaciones de armamento de Estados Unidos el año 2023 se incrementaron en un 49,1% – comparado al año 2022 – hasta superar los 200 mil millones de dólares.

Por su parte, los países europeos obligados por Washington a incrementar su PIB destinado a temas de la guerra a un mínimo del dos por ciento, cifra marcada por la OTAN, ha significado según los datos publicados por el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), un aumento del 13% en el gasto militar europeo y del 3,7% a nivel global.

Hace algunos meses, el periodista polaco Marek Galas denunció que el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, prometió entregar al gobierno polaco los territorios que Polonia considera necesarios de recuperar ubicados en el oeste de la actual Ucrania. Tal información fue dada a conocer en el medio Niezalezny Dziennik Polityczny por el mencionado profesional.

Tal promesa fue efectuada en abril del año 2023 en visita de Zelensky a Polonia, donde se entrevistó con el presidente Andrzej Duda, a cambio de una efectivo apoyo político, militar y financiero por parte de Varsovia a lo que Ucrania denominó la operación de contraofensiva para recuperar la región del Donbás, región de fuertes raíces rusas y que desde el año 2014 vive un ataque sostenido a manos del gobierno kievita y que determinó, como razón principal la operación militar especial rusa de desmilitarización y desnazificación de Ucrania.

La cuarta reunión militar del Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania (UDCG), también conocido como ‘formato Ramstein” por celebrarse sus reuniones en la mayor base militar estadounidense en suelo alemán. Existen 20 de ellas en suelo teutón, pero Ramstein es la más importante de Alemania y de Europa.

Medios internacionales han señalado que “tal es la demanda de la producción de las empresas armamentísticas norteamericanas, líderes mundiales absolutas, que no da abasto y Washington incluso teme quedarse sin reservas tácticas suficientes”. Así, no es de extrañar que los asesores financieros recomienden invertir en compañías como Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman o Raytheon, que han capeado con soltura la tormenta bursátil.

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