Vaticano arresta a sacerdote español y a su asesora

Al igual que Benedicto XVI en la etapa final de su pontificado, el papa Francisco acaba de probar el sabor amargo de la traición. Dos de las personas elegidas para limpiar las finanzas de la Santa Sede, el sacerdote español Lucio Vallejo Balda y la publicista italiana Francesca Chaouqui, han sido detenidos por la gendarmería vaticana bajo la acusación de sustraer y divulgar noticias y documentos reservados. El nuevo caso Vatileaks incluye grabaciones ilícitas de Jorge Mario Bergoglio durante sus reuniones en Santa Marta.

 

No es un detalle menor. Si Joseph Ratzinger fue espiado en su apartamento por su propio ayuda de cámara, también Francisco parece haber sido traicionado por su círculo más íntimo. Aquel que, compuesto por ocho personas de un perfil muy distinto de las costumbres vaticanas, Bergoglio creó en julio de 2013 para supervisar todas las cuentas de la Santa Sede y racionalizar el gasto. Al frente puso a Lucio Vallejo, un sacerdote español de 54 años, perteneciente al Opus Dei y ya titular de la secretaría de Asuntos Económicos.

Vallejo eligió a la única mujer del grupo, Francesca Chaouqui, de 34 años, quien enseguida levantó polvareda por un pasado relacionados con diversos lobby y una cuenta incendiaria de Twitter. Lo mismo anunciaba la falsa leucemia del papa Ratzinger, llamaba corrupto al exsecretario Tarcisio Bertone o trataba de sacar del armario por su propia cuenta a un ministro de Silvio Berlusconi. Chaouqui cerró su cuenta y el Papa, preocupado por problemas mayores, decidió hacer la vista gorda.

Hasta que, en la primavera de 2014, trascendió que Vallejo y Chaouqui, más que velar por las finanzas, se dedicaban a la gran vida según los viejos usos y costumbres de la corte vaticana. Sonado fue el banquete que, coincidiendo con la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, organizaron en la azotea de la prefectura de Asuntos Económicos, situada sobre la plaza de San Pedro. Unas 150 personas entre las que destacaban conocidos empresarios, religiosos y periodistas italianos disfrutaron de un generoso bufé que costó 18.000 euros. Además, el que quiso pudo comulgar de manos de monseñor Lucio Vallejo, quien repartió las hostias en un vaso del catering. Tras hacerse público el enfado del Papa, Francesca Chaouqui, organizadora del evento, dijo que la filtración se debía a una conspiración de sus enemigos en la curia. “Yo no tengo necesidad de hacer lobby en el Vaticano”, dijo, “aquel día solo recé, me tomé una copa y me fui. Yo estoy concentrada en ayudar a los más necesitados, basta ver las fotos de mi Facebook”.

Pero aquella fiesta era solo el humo. El fuego estaba debajo. Según se desprende de la investigación de la gendarmería vaticana, Lucio Vallejo y Francesca Chaouqui han venido actuando como agentes dobles. Durante las reuniones que mantenían con el papa Francisco en su residencia de Santa Marta, sustrajeron documentos e incluso registraron conversaciones confidenciales del Papa. Unos documentos y unas grabaciones que, según una nota oficial de la Santa Sede, aparecen en dos libros, uno titulado Avarizia y otro Via Crucis, que saldrán a la venta en los próximos días. El autor de Via Crucis es Gianlugi Nuzzi, quien en 2012 publicó Su Santidad: las cartas secretas de Benedicto XVI, el escándalo que desembocó en la renuncia de Joseph Ratzinger. Aunque aún no se sabe a ciencia cierta cuáles son y qué contienen los documentos filtrados, el autor de Avarizia, el periodista Emiliano Fittipaldi, da una pista: “Yo describo, a través de documentos inéditos y de investigaciones personales, la riqueza del Vaticano, escándalos inéditos, la utilización con fines no precisamente edificantes del dinero. Escribo que el IOR [el banco de la Santa Sede] no ha sido limpiado como cuenta la propaganda vaticana. En resumen, que la Iglesia se está resistiendo a la obra reformadora de Francisco”. Lo que más preocupa en el Vaticano es la publicación de grabaciones en las que Jorge Mario Bergoglio, en un ambiente relajado y de supuesta intimidad, muestra su preocupación por la corrupción dentro de la Iglesia. “Si no sabemos cuidar el dinero, que se ve”, se lamenta, “cómo vamos a cuidar las almas de los fieles, que no se ven”.

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