El mundo en la cuerda floja

 

Elson Concepción Pérez | Granma

Aunque Estados Unidos, como es obvio, ha ejercido todo tipo de fuerza –militar, mediática, sanciones y presiones diplomáticas–, para que del tema «ni se hable», nadie en este mundo puede olvidar que ha sido el único país en usar las bombas nucleares, y lo peor, contra la población civil de dos ciudades japonesas en 1945, en las que murieron unas 246,000 personas; y quedaron mutiladas o afectadas por las radiaciones entre un 15 % y un 20 % de los pobladores.

Debe ser una premisa a la hora de evaluar las actuales maniobras nucleares que realiza la OTAN –léase Estados Unidos– en países europeos, no solo por lo innecesarias que son, sino por lo peligrosas y lo letales que pueden ser, al más mínimo descuido en el contexto internacional de nuestros días.

Los amantes del «gatillo alegre» conocen muy bien que, con groseras amenazas y demostraciones, no van a cumplir sus deseos de acabar con Rusia, China, Irán y otras naciones. Más bien, son Estados que se han fortalecido económica y militarmente, para enfrentar cientos de sanciones de todo tipo provenientes de Washington.

Rusia tiene su arsenal nuclear, no para amenazar a nadie ni ser el primero en usarlo, pero listo para enfrentar acciones de esa envergadura, venidas desde la OTAN o de sus progenitores estadounidenses.

Con China ocurre otro tanto, mientras encamina sus esfuerzos al desarrollo económico que la ha convertido en la segunda potencia mundial.

Por su parte, Irán ha consolidado su desarrollo en todos los aspectos, a pesar de las más variadas sanciones estadounidenses y europeas.

Ninguno de ellos, tampoco otros, representan alguna amenaza para Estados Unidos, y mucho menos para la Europa atrapada en la telaraña tejida desde ese país, que la ha hecho reo en la política de aplicar sanciones económicas y comerciales a Moscú y Teherán, que han resultado un «tiro a su propio pie» para las naciones del Viejo Continente.

En los actuales ejercicios nucleares, la OTAN ha involucrado a más de 2,000 efectivos y 60 aviones, y las operaciones aéreas se realizan en ocho bases militares de 13 países europeos, principalmente sobre el Mar del Norte, según un despacho de Sputnik.

En momentos tan peligrosos como estos, vale recordar que, en 1991, la entonces Unión Soviética retiró todas sus armas nucleares de Europa del Este e instó a Estados Unidos a hacer lo mismo. Pero Washington nunca cumplió, y hoy exhibe un arsenal de entre cien y 150 artefactos nucleares B61 en esos países.

La propia agencia Sputnik da cuenta de la presencia de esas bombas nucleares en la base aérea de Kleine Brogel, en Bélgica, transportables por aviones caza estadounidenses del tipo F-16 mlu y F-35a. En la base aérea de Buchel, en Alemania, los artefactos nucleares estadounidenses instalados allí son transportables por aviones cazas PA-200 Tornado y por F-35a.

De igual forma, Estados Unidos cuenta con bombas nucleares B61, en bases aéreas italianas, otras en la base de Volkel, en Países Bajos, y en Türkiye. Si faltara algo, Polonia ha expresado su acuerdo de que en su territorio se instale este tipo de armamento nuclear.

Otro elemento, no menos peligroso, es que la doctrina nuclear estadounidense permite el uso de esas armas en un primer ataque y contra Estados que no las poseen.