Bush, sin escrúpulo y arrepentimientos

El ex presidente de Estados Unidos, George W. Bush, principal impulsor de la guerra de Irak , dijo que no leyó el informe Chilcot y que «el mundo es un lugar mejor» sin Saddam Hussein, mientras continúa la ola de efectos políticos desatados tras la presentación del documento ayer en Londres.

 

El portavoz de Bush, Freddy Ford, explicó que el ex presidente estadounidense no tuvo aún ocasión de leer el informe y que, «pese a los fallos de inteligencia y otros errores que él ha reconocido anteriormente, sigue creyendo que el mundo entero está mejor», tras su decisión. «Está muy agradecido por el servicio y sacrificio de las fuerzas estadounidenses y de la coalición en la guerra contra el terror. Y no hubo aliado más fuerte que el Reino Unido bajo el liderazgo del primer ministro Tony Blair», aseguró Ford, citado por la agencia de noticias EFE.

El exhaustivo informe le trajo una ola de críticas a Blair por autorizar la invasión con pruebas de inteligencia «no justificadas» y sin haber agotado la opción pacífica. Los 12 volúmenes del texto indican por otra parte que Blair y el entonces presidente del gobierno español José María Aznar acordaron «no agotar la vía de la ONU» antes de invadir ese país en marzo de 2003.

De acuerdo al documento, Blair, Bush y Aznar acordaron en una recordada reunión en las islas Azores, el 16 de marzo de 2003, cuando se gestaba la intervención, que, a menos que ocurriera un cambio fundamental en «las próximas 24 horas», la vía de la ONU «estaba terminada». «Las siguientes discusiones en el Consejo (de Seguridad) sugerían que solo el Reino Unido, Estados Unidos y España consideraron que se habían agotado todas las opciones que no fueran el uso de la fuerza militar», según una referencia a esa reunión.

También indica que Blair y Aznar acordaron poner en marcha una estrategia de comunicación para intentar demostrar que «estaban haciendo todo lo posible para evitar la guerra», durante la reunión que ambos mantuvieron en Madrid el 27 y 28 de febrero de 2003, menos de un mes antes de la invasión de Irak.

El conflicto, declarado sin autorización de las Naciones Unidas con el objetivo de derrocar al presidente iraquí Saddam Hussein con el argumento de que poseía armas de destrucción masiva, dejó un saldo de cientos de miles de iraquíes y 179 soldados británicos muertos.

El informe Chicolt señala que la invasión estuvo mal preparada y se fundamentó en pruebas «defectuosas» que no fueron «debidamente cuestionadas» -como la supuesta existencia de las armas de destrucción masiva-, y advierte de que las consecuencias de esas malas decisiones «aún se sufren hoy».

Poco después de conocido el documento, los familiares de los soldados británicos muertos en la guerra de Irak anunciaron en rueda de prensa que estudiarán medidas legales contra quienes autorizaron la invasión. Roger Bacon, cuyo hijo falleció en el conflicto, precisó que los parientes de las víctimas «se reservan el derecho» de recurrir a los tribunales y litigar contra «las partes implicadas» en la polémica decisión de invadir el país árabe.

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