La cultura del descarte, el despilfarro y los juegos del hambre

Más del 40 % de la población expuesta a crisis, emergencia o catástrofe alimentaria, reside en solo cinco países: Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria y Yemen 

Para muchas personas en nuestro planeta, escapar de la inanición es un dilema imposible de resolver. El hambre aumenta por cuarto año consecutivo en 2023 y azota a 735 millones de personas. 

En el mundo real no hay cornucopia donde obtener los recursos necesarios para sobrevivir mediante un torneo de ficción; la Aldea de los Vencedores tiene dueño hace siglos y muy pocos logran obtener el «premio mayor». 

Según los datos brindados recientemente por el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI), publicado por cinco organismos especializados de las Naciones Unidas, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) que busca poner fin al hambre para 2030, no se podrá alcanzar. 

Destaca el informe que más del 40 % de la población expuesta a crisis, emergencia o catástrofe alimentaria, reside en solo cinco países: Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria y Yemen. 

Más de 35 millones de niños menores de cinco años sufren malnutrición aguda, de los cuales 9,2 millones padecen emaciación grave, la forma de desnutrición que más vidas pone en peligro y que más contribuye al aumento de la mortalidad infantil. 

En cuanto a América Latina y el Caribe, 17,8 millones, el 27 % de la población analizada, está expuesta a altos niveles de inseguridad alimentaria. 

La elevada dependencia de las importaciones de alimentos, fertilizantes y combustible, unida a la depreciación de la moneda, aumentó aún más la presión al alza de los precios de los alimentos. 

Producto de la reducción de las oportunidades de ingresos, se erosionó el poder adquisitivo de los hogares en medio de crecientes desafíos económicos a nivel global, incrementados por los efectos de la guerra en Ucrania. 

Advierte el informe de la ONU, que en el mundo, Haití, Afganistán, Somalia y Yemen se encuentran en el máximo nivel de alerta. 

La FAO y el PMA llaman a una acción internacional inmediata para salvar vidas, en los lugares donde se prevé un empeoramiento de la situación alimentaria este año. 

Debería actuarse con urgencia. Está demostrado que el planeta tiene condiciones para dar de comer a todos los seres humanos: el 40 % de la producción mundial de alimentos acaba en la basura, el volumen de despilfarro supera los 2,500 millones de toneladas; se podría proveer de lo necesario a todas las personas que pasan hambre, más de siete veces. 

«Pero no vemos ni oímos a los que sufren, y lo terrible de la vida pasa en algún lugar, entre bambalinas… Es una hipnosis general», escribía el genial escritor ruso, Antón Chejov, en su cuento Las grosellas, de 1898. 

Es la cultura del capitalismo, que trata de ocultarse tras el letargo que induce, que olvida a los millones que mueren en ese juego del hambre, para hacer crecer sus ejércitos de excedentes y sus ganancias; juego, en el que solo parece que protestan las estadísticas. 

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